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Dustin Johnson y Sergio García renuncian al PGA Tour tras enrolarse en el nuevo circuito saudí

Los golfistas que disputen el LIV Golf podrán, por ahora, jugar los cuatro grandes, aunque el estadounidense deja de ser elegible para la Copa Ryder

Dustin Johnson
Dustin Johnson, este martes en la rueda de prensa de LIV Golf.PAUL CHILDS (Action Images via Reuters)
Juan Morenilla

El órdago va muy en serio. Los rebeldes de la liga saudí de golf abandonan el circuito americano. Dustin Johnson, Sergio García y Phil Mickelson, estrellas enroladas en el primer torneo del circuito LIV Golf, engordado con petrodólares y que se disputa entre este jueves y sábado en el Centurion Club de Londres, han dado con la puerta en los morros al PGA Tour. Ante la amenaza de sanciones por competir en una cita para la que no han recibido permiso por parte del circuito estadounidense, las tres figuras, además de otros golfistas como Branden Grace, Louis Oosthuizen y Charl Schwartzel, han optado por cortar por lo sano. Divorcio total. Johnson ha confirmado este martes en Londres su renuncia a la tarjeta del PGA Tour, del que forma parte desde 2008, el mismo espinoso camino que ha tomado García, mientras Mickelson no quiere cerrarse todavía las puertas. La espantada supone que los tres jugarán los ocho torneos que componen esta primera edición del circuito LIV Golf, además de los cuatro grandes, por ahora ajenos a la guerra porque están bajo el paraguas de organismos diferentes: Augusta National (el Masters), la PGA de América (Campeonato de la PGA), la USGA (US Open) y Royal and Ancient (Open Británico).

“En este momento es difícil hablar de cuáles serán las consecuencias, pero por ahora he renunciado a mi membresía en el PGA Tour. Por ahora voy a jugar aquí [en el LIV Golf], ese es el plan”, ha expresado Johnson este martes en Londres. “Sobre cuáles serán las consecuencias, no puedo comentar cómo lo va a manejar el Tour, no puedo responder por ellos. Obviamente estoy exento para los grandes, así que pienso jugarlos a menos que digan lo contrario”. El circuito americano puede expulsar a los fugados de sus torneos, pero no de los majors a pesar de que ha presionado a los organizadores de las cuatro citas del Grand Slam para que sancionen a los insurrectos con la expulsión. El US Open confirmó este martes que no tomará ninguna medida y dejará jugar a quienes han conseguido la clasificación.

La guerra se libra ahora en los despachos con cientos de millones en el núcleo del conflicto. Cada torneo de la nueva liga saudí reparte 25 millones de dólares entre los 48 jugadores participantes, el ganador se embolsa cuatro millones y el último clasificado, 120.000 dólares. Son cantidades que superan ampliamente los premios en el PGA Tour y en los grandes. El torneo más suculento del circuito es The Players, con 3,6 millones para el campeón. El Masters de Augusta y el Campeonato de la PGA ingresan 2,7 millones en la cuenta bancaria del vencedor; 2,2 millones el US Open (la siguiente edición se celebra la próxima semana en Boston, sin el lesionado Tiger Woods); y 2,07 ganará quien levante la jarra del Open Británico en julio en Saint Andrews.

Dustin Johnson, de 37 años y actual número 15 del mundo, ha ganado dos grandes (US Open de 2016 y Masters de 2020) y ha amasado 74 millones de dólares solo en premios en el circuito americano. Greg Norman, consejero delegado de LIV Golf, le puso encima de la mesa otros 125 millones para consumar su traición. Sergio García, 42 años, número 57 del mundo, chaqueta verde en 2017, ha coleccionado 54 millones. Hace un mes ya avanzó sus intenciones cuando en el Wells Fargo cargó públicamente contra los árbitros por una decisión: “¡No puedo esperar a dejar este circuito! No puedo esperar a irme. Solo un par de semanas más y no tendré que tratar con vosotros nunca más”. El triunvirato de estrellas compradas por la millonada saudí lo ha completado Mickelson, seis grandes a la espalda, que a los 51 años estaba apartado del circuito americano por su polémico apoyo a los nuevos ricos. El Masters de Augusta ya le invitó a no aparecer por ahí el pasado abril.

Las consecuencias de la deserción son todavía imprevisibles. Kevin Na abrió la grieta la semana pasada y los disidentes han cruzado una línea que difícilmente tendrá marcha atrás. Fuera ya del PGA Tour, Dustin Johnson deja de ser un jugador elegible con el equipo estadounidense de la Copa Ryder (EEUU contra Europa), cuya próxima edición se disputa en 2023 en Roma, igual que la Presidents Cup (EEUU contra los no europeos). La PGA de América no puede jugar su carta. El concurso en los cuatro grandes, mientras, lo tiene asegurado para los próximos años. Ganar el Masters de 2020 le concedió la posibilidad de competir en Augusta eternamente, además de una exención de cinco años en el Open Británico y en el Campeonato de la PGA, y el US Open está garantizado hasta 2026 tras su conquista hace seis cursos. Aunque la fuente puede secarse. El LIV Golf no cuenta, de momento, para la puntuación que ordena el ránking mundial de golf, listado que da acceso para participar en el Grand Slam a quien no tiene permisos extra. Puede ser el caso de Sergio García, por ejemplo, aunque el castellonense también es un invitado vitalicio en Augusta. El español, en cambio, espera mantener su presencia en la Ryder mediante un acuerdo con el circuito europeo, con el que la tensión es menor respecto al americano. García ha ganado seis veces la Ryder y es el máximo anotador (28,5 puntos) y golfista con más victorias en sus partidos (25) en la historia de la competición.

“Ha sido una decisión difícil sabiendo que no puedo ir a la Ryder, pero espero que las cosas cambien y pueda participar”, ha comentado este martes Johnson, seis veces en el equipo estadounidense. “Fue otra cosa que tuve que pensar mucho. La Ryder es increíble, ha significado mucho para mí, estoy orgulloso de haber representado a mi país y quiero hacerlo de nuevo, pero yo no hago las reglas”, ha añadido el exnúmero uno mundial (135 semanas en el trono), dueño de 24 triunfos en el PGA Tour; “me entusiasmó el nuevo formato, es genial para los aficionados y va a ser muy emocionante”. Los 48 jugadores por torneo se dividen en 12 equipos de cuatro golfistas (también hay una versión individual), en tres rondas en lugar de cuatro, sin corte y con toda la plantilla comenzando a la misma hora, con las mismas condiciones meteorológicas y de estado del campo. Jugadores y caddies llevarán micrófonos durante las rondas.

El dinero saudí ha decantado la balanza en la que Johnson pesaba sus prioridades. En febrero, en un comunicado emitido precisamente por el PGA Tour (la cuenta de Twitter del golfista es @DJohnsonPGA), el exnúmero uno comentó: “Es el momento de acabar con las especulaciones. Estoy comprometido plenamente con el PGA Tour”. Sobre ese volantazo tuvo que dar explicaciones este martes en Londres: “Muchas cosas han cambiado en los últimos meses. Estoy muy agradecido al PGA Tour y a todo lo que ha hecho por mí, me ha ido bastante bien allí durante los últimos 15 años, pero esto es algo que pensé que era lo mejor para mí y mi familia, y estoy muy emocionado por jugar. Es algo nuevo y grandioso. Yo no quiero jugar al golf el resto de mi vida y esto me da la oportunidad de pasar más tiempo con mi familia y haciendo cosas que me gustan”.

Los rebeldes de la liga saudí se aferran a la batalla legal. Los golfistas tienen la posibilidad de un año de exención en el circuito americano que les permitiría mantener luego la tarjeta, pero difícilmente el PGA Tour aceptará la participación de algunas de sus estrellas en una liga saudí que les hace la competencia como un motivo para concederles un curso sabático. La guerra continúa.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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