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El WeTransfer de Courtois

El belga, que recibe archivos comprimidos sobre los rivales, se convierte junto a Iker Casillas en el portero moderno del Real Madrid más decisivo en una final europea

Thibaut Courtois, left, makes a save in front of Liverpool's Mohamed Salah
Courtois rechaza el disparo a bocajarro de Salah.Christophe Ena (AP)
Lorenzo Calonge

En los días previos a la final de la Champions, Thibaut Courtois recibió del club el clásico WeTransfer para advertirle, más allá del trabajo de campo en Valdebebas junto al entrenador de porteros, Luis Llopis, de los peligros que le acechaban contra el Liverpool. Un archivo comprimido con una selección de las acciones más habituales de los atacantes red para que las revisara por su cuenta.

“Él lo ve todo y lo hace con el objetivo de interpretar, no mecanizar, para tener una lectura del juego más rápida”, comentan desde su círculo más cercano. Una mezcla de análisis (“lo tenía todo bien estudiado”, celebró él mismo al acabar), intuición y estado de gracia que le llevó el pasado sábado a hacer cumbre en su carrera a los 30 años. El portero belga atrapó el único título de clubes que le faltaba (en 2014 perdió con el Atlético la final de la Liga de Campeones ante el Madrid de Carlo Ancelotti) y lo hizo con el premio al mejor jugador del encuentro. Nadie discutió esta vez una distinción que a veces resulta más política que deportiva.

Cuando llegó al vestuario, había pasado más de una hora del final. Mientras sus compañeros celebraban en los intestinos de Saint-Denis, él había ido de un micrófono a otro como la estrella de la noche. “Le dije: ‘Thibaut, yo te llevo a la final y después la ganas tú’. Lo ha hecho”, desveló Carletto en rueda de prensa con el meta al lado, que no le desmintió. La suya fue la actuación más decisiva de un portero del Real Madrid en una final de la Champions en la etapa moderna junto a la de Iker Casillas en 2002, en la novena Copa de Europa blanca. De hecho, una de las paradas del belga a Mohamed Salah, la que le saca con la pierna derecha en el segundo palo, recuerda a una del exguardameta en su secuencia de intervenciones milagreras en el descuento de Glasgow ante el Bayer Leverkusen.

Como ya ocurriera en la final de 2018 contra el Liverpool, la portería volvió a resultar determinante. Hace cuatro años, las pifias de Karius le abrieron la puerta al Madrid y en París fue Courtois quien le cerró todas las ventanas a los muchachos de Jürgen Klopp, especialmente al frustrado Salah, al que le detuvo seis disparos. Sus nueve paradas en total (su colega Alisson Becker se quedó en cero en los dos remates a puerta recibidos) son la cifra más alta de un meta en una final de la Liga de Campeones desde, al menos, la temporada 2003/04, cuando la empresa Opta arrancó su contabilidad.

“Lo tenía todo estudiado”, dice tras ganar el único título que le faltaba

Según las métricas avanzadas, su ratio de goles evitados fue de 2,5 goles, también el baremo más elevado desde hace 18 campañas en esta cita. “Una vez que haces la primera parada, luego ya es focus, focus [concentración, concentración]. Tenía la sensación de que nadie me podía meter un gol. Por mis muertos que iba a ganar una Champions, no había nadie en el campo con más ganas de ganar esta final que yo. He manejado bien las últimas semanas”, comentó eufórico tras el choque el meta, conocido por algunos amigos como El Jirafa (mide dos metros y tiene un tatuaje de este animal).

Su gente cercana lo describía “radiante” y, a la vez, “sereno” en el vuelo de regreso de madrugada a España. Allí, a 10.000 metros de altura, en medio de la fiesta general, su compatriota Eden Hazard, un tipo siempre afable, cogió el telefonillo que sirve de micrófono a las azafatas, y lanzó un discurso a la expedición: si habían ganado la Champions, les dijo a todos el atacante maltrecho, había sido gracias a dos jugadores: Courtois y Rodrygo.

De Mbappé a Grealish

El despliegue del belga en Saint Denis lo coronó y lo convirtió en el portero con más intervenciones en una Champions (59), al menos, en las dos últimas décadas, por delante de las 58 de Petr Cech con el Chelsea en la 2011/12, al que tres cursos más tarde Courtois jubiló de Stamford Bridge. Aquel año, el equipo blue también ganó la Liga de Campeones resistiendo momentos de acoso por encima de la media, como le ha ocurrido esta campaña al Madrid. Una realidad que subraya la relevancia del portero y el abismo por el que ha caminado el conjunto blanco en Europa desde febrero.

En el viaje de vuelta, Hazard da un discurso de felicitación dedicado a Courtois y Rodrygo

Courtois fue casi el único que sostuvo a los suyos en el Parque de los Príncipes ante Kylian Mbappé (además le paró un penalti a Messi), evitó la bancarrota en casa contra un Chelsea que se puso 0-3, y frenó en varias ocasiones al City, sobre todo con aquella parada a Grealish con la suela justo antes de que sucediera la remontada más imprevista de las tres de este año de la mano (y la cabeza) de Rodrygo. La obra la completó en la final frente al Liverpool. Un éxito que ayer le dejó sin acudir a la boda de su hermano debido a las celebraciones, aunque hoy sí tiene previsto asistir a la ceremonia civil.

Media hora después de terminar el choque, a Jürgen Klopp le preguntaron cuál había sido la clave de la derrota. El alemán se revolvió ligeramente en la silla y pidió que le repitieran la pregunta. No terminaba de entender cómo alguien le reclamaba su opinión sobre algo tan obvio. “El problema es que ellos han marcado con un disparo a puerta y nosotros no lo hemos hecho con nueve tiros”, recordó. Su problema había sido Courtois.

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