Manresa, la ciudad que bota
A pesar de su presupuesto reducido, el club y la afición disfrutan de la gran temporada del equipo, ahora en los ‘playoff’ de la ACB ante el Madrid
Nada más reclinarse en el asiento del avión, el presidente del Manresa, Josep Sáez, vio que su compañero de viaje en el puente aéreo era algo más que un conocido, era Jordi Mestres, CEO de Baxi y posible patrocinador para su club de baloncesto. Una coincidencia que desembocó en una servilleta con cifras. “Se pegó 15 minutos pensando y después me la devolvió con tachones. Hubo idas y vueltas de la servilleta hasta que al final cerramos el acuerdo”, revela Mestres. Un patrocinio sellado en 2018 y a 8.000 metros de altura cuando el equipo volaba bajo, entonces en la LEB Oro tras descender el curso anterior. La pena duró un año y ahora el Baxi Manresa, entidad histórica –en 1931 se fundó el Manresa Basquetbol club- con la ciudad volcada, ha fraguado una temporada de aúpa, clasificado para la Copa, finalista de la Champions ante el Lenovo Tenerife y sumergida en los playoffs, después de perder el primer encuentro ante el Madrid. Esta noche tendrá la reválida para llevar la eliminatoria al tercer encuentro.
Hace 30 años, cuando todavía el humo de los puros inundaba la cancha de baloncesto, se decidió cambiar del Vell al Nou Congost, pabellón que ha colgado el cartel de no hay entradas porque el público, entregado al equipo, no falla desde hace unos meses. Tanto es así que el recinto se ha quedado pequeño y en verano empezarán las obras de renovación para que a dos años vista pase de 5.000 a unos 6.500 espectadores. “A esta gente no se le puede pedir más. Es una afición agradecida que transmite calor”, apunta el escolta Guillem Jou; “solo hay que ver que fueron unos 5.000 a Bilbao para la final de la Champions. ¡Increíble!”. Una hinchada ruidosa -el canto de Un dia de Partit y Chima Moneke son los favoritos- y agrupada en la Grada de Animación, que cuenta con cientos de adeptos, por más que no haya carnet ni cuota de afiliación, sino que sobrevive con la venta de la lotería. “Antes, estábamos repartidos en diferentes peñas, pero al bajar a la LEB, decidimos unirnos todos, hacer algo más coordinado y sumar esfuerzos”, cuenta Ernest Centelles, uno de los líderes de la Grada de Animación.
En la ciudad, que cuenta con unos 78.000 habitantes, se respira baloncesto. “El Baxi nos permite proyectar la ciudad y generar un sentimiento de pertenencia, además de una promoción inmensa del básquet, porque hay muchísimos niños que quieren dedicarse a ello”, expone Toni Massegú, regidor de deportes de Manresa. “Es que esto es un sentimiento que se transmite de padres a hijos”, abunda Centelles al tiempo que recuerda a Rolando Frazer, Jordi Creus, Doellman, Capdevila, Berwald, o más recientes como Nocioni, Ibaka y ahora Moneke… Aunque son cuatro los jugadores que tienen retirada su camiseta en lo alto del pabellón: Joan Chichi Creus, Joan Peñarroya, Pep Pujolrás y Jordi Singla. “Lo que indica que tenemos tradición e historia, hitos que pocos pueden igualar como la Copa (1996) y la Liga (1998)”, se enorgullece el director deportivo Xevi Pujol. “Éxitos que en un deporte de masas no tienen parangón en España. Quizá en Inglaterra sí, cuando hace unos años el Leicester ganó la Premier”, remata Joan Creus.
Más que nada porque el presupuesto del equipo, de unos dos millones, es de los más bajos de la categoría. Cifras que se alcanzan con la subvención del Ayuntamiento (370.000 euros), que también alquila gratis el pabellón de 8 de la mañana a 6 de la tarde, y el patrocinio principal de Baxi (unos 700.000). “Al principio se cerró el acuerdo en tres años, pero ya hemos firmado por otros tres porque nos ha ayudado muchísimo a crecer como marca”, concede Mestres. “La receta es que el club siempre toca con los pies el suelo y tiene una gran capacidad humana”, reseña Massegú. “Somos un club pequeño con grandes ilusiones donde todos trabajamos en la misma página”, agrega Pujol. “Y ambición deportiva”, apostilla Jou; “aquí no vas a ganar mucho dinero, pero si lo haces bien, sabes que tienes espacio para crecer”. Eso y que viven al día, sin metas imposibles. “Este año ha sido brutal, pero el que viene tendremos que empezar de cero. Seguramente, no podremos mantener el nivel, pero es que ese nunca ha sido el objetivo”, resume Pujol.
“Pero en los playoffs no podemos ponernos límites”, expresa Jou, por más que el Madrid ya ha ganado el primer partido. “Haberles ganado en la liga regular hará que nos respeten más, lo que no es una ayuda. A ver si los podemos poner en algún aprieto”, resuelve Pujol. “Les daremos guerra”, vaticina Massegú. “Ganarle dos partidos de tres al Madrid es complicado, pero este es un equipo que puede dar sorpresas”, opina Creus. Pero pase lo que pase, en el vestuario seguirá sonando la música -se pelean por hacer de Dj Rafa Martínez, Dani García, Yankuba, Moneke y el delegado-, el técnico Pedro Martínez seguirá gritando ¡Run, run, run!, como ejemplo de la intensidad que quiere en la pista y en el camerino, antes de jugar, se oirá el grito de guerra: “¡Un, dos, tres, equipo!”. Y la ciudad, Manresa, lo disfrutará.
Fichajes en el escaparate
En cualquier vuelo, en las oficinas o hasta en su casa, Xevi Pujol está viendo partidos, cotejando datos y definiendo los jugadores que quiere, por más que discuta con Pedro Martínez porque no siempre coinciden en los jugadores como sí ocurre con el estilo de juego. Pujol no para porque no tiene scouts, aunque sí dos programas informáticos: InStat, de estadística avanzada relacionada con imágenes; y ScoutBasketball, plataforma que usa para filtrar jugadores y hacer listas. “Me interesa el jugador que en su equipo muestra una actitud y mentalidad que pueda encajar con la nuestra. Gente que vendrá con hambre a trabajar duro, intentar mejorar y ayudar al equipo”, explica Pujol; “me fijo en cosas como si celebran las canastas de los compañeros, si animan o hablan con el entrenador, o si un base marca siempre la jugada…”.
Pero no le resulta fácil fichar con el presupuesto que tiene. “Hay que ser creativos. No competimos con la economía, por lo que vendemos el proyecto y un contexto para mejorar. Ponemos casa y coche y con los jóvenes a veces comidas… Pero lo que no damos es incentivos por triunfos porque eso puede dar individualismos”, desliza al tiempo que también quiere poner el foco en la cantera; “es una necesidad”. Ocurre, sin embargo, que en muchos casos el fichaje solo le dura un año, sisado por otros clubes más ricos y grandes. “Es ley de vida. Por desgracia, cuando algo funciona es difícil mantenerlo, por lo que nos debemos reinventar. Pero prefiero que pase eso porque es buena señal”.
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