El otro Madrid de Mbappé
La gran victoria del jugador sería una promoción del PSG que evocara la de Di Stéfano con el Real o Cruyff con el Ajax
El Madrid lo intentó y Mbappé decidió renovar en París. Nada de reproches en ningún sentido. Es el fútbol, ese híper mercantilizado fútbol al que tanto contribuyó el Real Madrid antes de la explosiva batida del PSG y el Manchester City. Solo el discurrir del tiempo dictará el ganador del pulso resuelto por Mbappé. Caben varios supuestos. Si el Madrid sigue siendo el Real Madrid y el PSG se perpetúa como el actual PSG será el club blanco el más beneficiado del pulgar abajo de Mbappé, deportivamente el gran derrotado en esa conjetura. La gran victoria del jugador pasaría por una promoción del club parisino que evocara la de Di Stéfano con el Madrid o Cruyff con el Ajax, por ejemplo. Al fenomenal futbolista galo solo se le comprende desde la idea de aceptar un reto colosal: convertirse en la locomotora que encumbre a la entidad parisina y a la Liga francesa, que nunca han estado a la altura de la entronizada selección del gallo. No lo intentaron Kopa, Platini y Zidane, emigrantes de un fútbol con bajo techo. Solo el Marsella de Bernard Tapie, y de forma más que sospechosa, ha levantado una Orejona para el país nodriza de la competición.
Mbappé quizá ambicione ser el gran catalizador de un PSG que acabe por lograr un sillón preferencial en el archivo del tesoro del fútbol. Puede que aquel niño que soñaba con chupete con jugar en el Madrid haya decidido fundar en casa al Real francés. Su otro Madrid. Cierto, todo con una millonada mediante. Pero no eran perras chicas lo que ofrecían desde La Castellana.
La pendular decisión de Mbappé no debería suponer ningún desaire para un club como el Real Madrid, institución que ha prevalecido como ninguna por encima de jugadores, entrenadores y, por supuesto, presidentes. De esta entidad se fueron, incluso por la gatera en muchos casos, Cristiano, Di Stéfano y Raúl, por citar a los tres máximos goleadores. Sin el primero alistado, el Real, que hace más de un siglo que es una idea, afronta el sábado su 17ª final de la Copa de Europa.
Las eternas negociaciones con Mbappé tampoco merecen condena para el chico por su resolución final. Es el negocio, como bien saben en Qatar y en ACS. Y como en su día supieron Figo, Zidane, Ronaldo, Beckham, CR, Bale... Todos siguieron la dictada estrategia de encabronar todo lo posible a sus clubes de salida. Mbappé, pese a sus calabazas de última hora, no ha sido una excepción, pero el dinero agudiza la paciencia, caso del PSG. De momento, la firma parisina gana en la banca —ya lo hizo con Neymar, Messi...— lo que no logra en el campo. Es lo suyo, y a la UEFA corresponde velar sin miramientos por la limpieza financiera. La de todos, claro. Porque no son partidos superficiales. Son los choques que dirimen los propietarios, sector que no es ajeno al vedetismo que le concede un escaparate tan universal como el fútbol.
En lo deportivo, nada que indagar: en Europa arrasa este Real Madrid de época en el que van y vienen jugadores sin que merme la cosecha. Es ahí donde radica la exclusividad de la institución, el inigualable eco del club. Ocurre que fue el propio Madrid, y otros clubes de la nomenclatura del fútbol europeo, quien vinculó el éxito no solo a los resultados deportivos, sino a las luces de neón. El espumoso mundo de las celebridades vende. De eso se trata también. Tanto peso tiene que cabe confundir la proclamación de un Balón de Oro con la victoria en un torneo de máximo pedigrí. En esa línea, el Madrid no solo esperaba goles de Mbappé, sino que el suyo fuera el frac que impulsara hasta el infinito ese estadio Bernabéu tan futurista que ya casi es presente. Por ahora, sin Mbappé, al que no se sabe si Florentino Pérez mantendrá el “hasta siempre” de 2017. No importa. Es el Real Madrid, con y sin Mbappé. El PSG de Nasser Al-Khelaifi no sería lo mismo sin este último regate de Kylian.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.