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El Efes frustra al Real Madrid y conquista la Euroliga en una final claustrofóbica

El conjunto turco, campeón hace un año, logra un doblete histórico, que en este siglo solo han alcanzado Maccabi y Olympiacos, tras rendir al conjunto de Laso (57-58) en una segunda mitad agónica en la que los blancos solo anotaron 23 puntos

Los jugadores del Efes celebran la conquista de la Euroliga
Los jugadores del Efes celebran la conquista de la EuroligaPEDJA MILOSAVLJEVIC (AFP)
Faustino Sáez

El Anadolu Efes de Estambul triunfó en Belgrado en una de las finales más claustrofóbicas de la historia de la Euroliga y enlazó su segunda corona continental tras superar al Real Madrid en un duelo convertido en una oda a la agonía (57-58). El conjunto de Laso, incapaz de sumar puntos a su bravura defensiva, vio desvanecerse en la orilla el sueño de la undécima Copa de Europa en una segunda mitad árida, tormentosa y cruel, en la que los madridistas solo fueron capaces de anotar 23 puntos y no hicieron falta a falta de 17 segundos para haber intentado tener una última bala. Tras sujetar a Larkin y dar por perdido a Vasilije Micic —mvp de la cita con 23 puntos—, apareció Tibor Pleiss como protagonista inopinado (19 puntos) e inabarcable de un desenlace extravagante. Micic y Pleiss anotaron 42 de los 58 puntos de su equipo.

El Efes logró un doblete histórico. La hazaña de ganar dos Euroligas consecutivas, algo que en este siglo solo han logrado el Maccabi (2004 y 2005) y el Olympiacos (2012 y 2013). El Madrid se quedó con el insuficiente consuelo de competir el título hasta el último milímetro tras venir del más allá hace poco más de un mes. Una temporada tan inexplicable como la final. Un camino que comenzó con la banda sonora de la Cabalgata de las Valkirias, con una contundente puesta en escena en los cuatro primeros meses de competición, después derivó al Adagio de Albinoni, con las 17 derrotas en 28 partidos, en 82 días de perdición entre el 23 de enero y el 13 de abril. Y a punto, a un punto, estuvo de desembocar en la Marcha Radetzky ante el Efes. Pero, en Belgrado, el Danubio no fue blanco, como en 2018, sino azul, como siempre.

Nada más sellar el billete a la Final Four, Ataman dijo sin remilgos que ganarían al Barça en la final y, como no se encontró a los azulgrana en la cita, se adentró en territorio desconocido, como él mismo reconoció en la víspera —”Laso siempre prepara algo inesperado contra nosotros. Cada partido es una sorpresa táctica”, señaló—. Pero la apuesta era firme, confiado a las figuras más diferenciales de Europa: Micic y Larkin.

Esta vez, el técnico del Madrid se presentó con un quinteto más académico que ante el Barça —con Abalde, Hanga, Deck, Yabusele y Tavares— y el único truco de los blancos fue la implicación colectiva, a modo de batallón de artificieros, con Micic y Larkin como claros objetivos a desactivar.

Con cinco rebotes, un robo y tres canastas de Tavares en un santiamén, el Madrid se hizo con la iniciativa y comenzó a cimentar su plan de partido; defendiendo al dúo estelar del Efes con un aplicado esfuerzo de cambios y ayudas. El 0 de 8 en triples lastró el impulso blanco en la puesta en escena y Micic puso empeño en espabilar rápidamente a los suyos. Pero Tavares siguió creciendo en envergadura y protagonismo, amenazante atrás, dominante arriba. Inabarcable para el Efes, el gigante madridista acumuló 12 puntos y siete rebotes en sus nueve primeros minutos en pista, pero una falta sobre Larkin, la segunda en su expediente, emborronó su gran inicio y permitió al conjunto de Ataman equilibrar la partida (15-14, m. 10).

Sin Tavares delante durante todo el segundo cuarto, respiró el Efes al completo y encontraron más rendijas sus dos estrellas. Sin embargo, la segunda unidad del Madrid en la final sostuvo el dominio del tiempo del partido y el marcador. Los de Laso se agarraron a la pista con experiencia y abnegación. Dos triples de Randolph y uno de Taylor permitieron a los blancos encontrar el interruptor en el perímetro (3 de 15 en tiros de tres al descanso). Y tres asistencias de Llull constataron la mayor fluidez del conjunto de Laso.

Micic y Larkin llegaron al entreacto con 13 y 10 puntos, respectivamente, en su estadística. Pero su carrerilla resultó insuficiente para el cuadro turco. Pero, para entonces, el Efes eran dos jinetes solitarios cargando a cuestas con todas las opciones de su equipo, y el Madrid un grupo hormigonado (34-29, m. 20). Ahí acabó el partido de baloncesto y comenzó una película de terror.

En la reanudación, regresó Tavares y ganaron relevancia la hiperactividad de Hanga y el espíritu resabiado de Rudy. Sumando piezas, el Madrid hizo una hucha de nueve puntos de renta (40-31, m. 25). Una fortuna en mitad de la espesura reinante en ese tramo y la tensión creciente. Pero, acto seguido, con 40-33 en el marcador, dos triples de Abalde hicieron la corbata en el aro turco y, en el siguiente ataque, Pleiss sí embocó para el Efes. Un fogonazo que iluminó y reactivó a los de Ataman, que apretaron las tuercas en defensa y elevaron las revoluciones en ataque. No lo sabían aún, pero ahí estuvo la final. Con un 6 de 33 en triples, los blancos batieron los registros negativos de triples fallados y porcentaje más bajo (18%) en una Final Four.

El Madrid solo anotó 8 puntos en un tercer cuarto y tan solo cuatro canastas en juego de ahí al final. Un desenlace marcado por las antideportivas a Anderson y Poirier tras resolver una disputa a empujones. Y, entre trincheras, el Efes fue ganando terreno hasta completar un parcial de 2-14 que coronó Singleton con un mate al contraataque. De aquel 40-31, al 42-45 en siete minutos de atolladero del conjunto madridista. Un déjà vu de la final de Copa ante el Barça en Granada (59-64 entonces).

Entre los cascotes de bloqueos, escaramuzas y angustia emergió la bravura de Poirier y la intendencia de Deck para afianzar a los blancos, que recuperaron la iniciativa en el marcador con un triple de Llull (50-49). A punto estuvo de entrar otro más del capitán madridista que rebotó en el aro. Las que sí entraron fueron dos canastas consecutivas de Pleiss.

El alemán representó el síntoma y la deriva del partido, de la efervescencia inicial a la congoja general. Sin noticias de Larkin, estancado hasta el final en los 10 puntos que sumó en la primera mitad gracias a la notable defensa de Causeur, fue Micic el que remó junto a Pleiss con latigazos de clase. Cada canasta se convirtió en una epopeya y un triple de Deck ajustó las cuentas en pleno territorio del miedo (53-53 a 2m 39s del final). Pero respondió Micic, con su cuarto acierto desde la línea de tres, y Pleiss con un palmeo que colocó al Efes mirando de frente al trofeo.

Se remangó Llull para recordarle a la épica su eterno romance y, con 44 segundos por delante, Yabusele gastó a contrapié las faltas en defensa de los blancos para intentar evitar lo inevitable. Pero, con el Madrid ya en bonus y 17 segundos por delante, el Efes apuró la última posesión sin que los madridistas les echaran el lazo (”deberíamos haber hecho falta”, dijo después Laso) y el rebote al último lanzamiento de Larkin se fue tan alto que resultó inalcanzable para el Madrid, como la Euroliga. La gloria en Belgrado fue esta vez para el Efes de Micic, Larkin y Pleiss. La pasión fue turca.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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