El Liverpool tropieza ante el Tottenham y deja la Premier League en manos del Manchester City
Los finalistas de la Champions no pasan del empate en Anfield frente al equipo de Londres y pueden quedarse a tres puntos de distancia del liderato si el equipo de Guardiola supera al Newcastle este domingo
En un campeonato en el que el ganador tiene que llegar al entorno de las 30 victorias, cualquier tropiezo de un aspirante se convierte en un borrón complicado de enmendar. Más a estas alturas. El Liverpool retomó los deberes domésticos tras cerrar su clasificación a la final de la Champions y no pasó del empate (1-1) ante el Tottenham en Anfield. Durmió líder el equipo que dirige Jürgen Klopp, pero sí el Manchester City supera, como se aguarda, al Newcastle este domingo en el Etihad Stadium, el equipo que adiestra Pep Guardiola se encaminará hacia su cuarta Premier League en los últimos cinco años porque estará tres puntos sobre su rival y con nueve por disputar.
Con todo, la situación estuvo cerca de ser más desesperada para el Liverpool, que estuvo en desventaja hasta el tramo final de partido y vivió el cierre en el alambre, entregado a un cara o cruz en el que Hojberg, que ya había rematado al palo antes del descanso, tuvo el triunfo para los Spurs, enfrascados en la liza por una plaza en la próxima Liga de Campeones con el Arsenal, su archirrival al que se enfrentan el próximo jueves. En Anfield cataron la victoria en un duelo en el que sufrieron e hicieron sufrir, avasallados como estuvieron durante un amplio tramo de la primera parte, dominadores en el inicio de la segunda cuando Sessegnon marcó y los reds, tan exuberantes minutos antes, palidecieron. Aun así, ni en una versión rebajada, dejaron de percutir: hasta 22 veces remataron. Les faltó puntería porque apenas tres veces lograron colocar la pelota entre los tres palos. A uno de ellos, al larguero, envió Van Dijk un testarazo. Tampoco les ayudó la coriácea defensa rival, pródiga en bloqueos de disparos, con acciones que rozaron la heroicidad. El Tottenham se fajó en un partido que requería pico y pala y encontró el gol en una jugada trabajada desde Lloris y en la que varios futbolistas del Liverpool estuvieron remisos en el repliegue.
Los fuegos de artificio locales apenas los condujo hasta la diana el colombiano Luis Díaz. Ahora, que, en la escasez, se reivindican las bondades del jugador de la calle, pocos como él, criado en un campamento de indios guajiros, en la península colombiana que se inserta en el Mar Caribe, en la tierra selvática entre Barranquilla y Maracaibo creció Díaz, al que el Pibe Valderrama dio la alternativa para hacerle jugar, con apenas 17 años, una curiosa y nunca repetida Copa América de pueblos indígenas. Aquel desnutrido adolescente wayuu le da colmillo y descaro al Liverpool desde el pasado mes de enero, cuando pagaron por él 45 millones de euros al Oporto, que pueden llegar a ser 60 según variables. Y no era sencillo afilar más a un equipo que ataca en oleadas. Un gol suyo, a un cuarto de hora del final, mantiene a su equipo con opciones no ya para ganar la Premier, sino para optar al póker de títulos que anhela.
La hoja de ruta del Liverpool hasta la final de París es exigente y demandará de Klopp finura en las rotaciones. Ante el Tottenham no se guardó nada. El martes visitará al Aston Villa, el sábado jugará la final de Copa contra el Chelsea y la siguiente semana visitará al Southampton antes de acabar la Premier en Anfield contra el Wolverhampton, seis días antes de la cita contra el Real Madrid. “En este momento no estamos exultantes, pero tenemos que seguir adelante porque queda mucho por lo que jugar”, refiere Klopp, que admitió que el rendimiento no fue elevado, pero se marchó satisfecho por la mentalidad y el esfuerzo de su equipo.
“Ha sido humillante”
Muy lejos de los dos gigantes actuales de la Premier, el Manchester United toca fondo. Le resta un partido por jugar, en casa del Crystal Palace. No podrá escalar más allá del sexto puesto, pero ahora mismo depende del West Ham para mantenerlo y no caer un peldaño que le apartaría de la Europa League y le enviaría a litigar a la Conference. En Brighton perdió 4-0 y el técnico Ralf Ragnick no templó gaitas. “Ha sido humillante”, zanjó tras aludir a una tara colectiva. “No sabemos defendernos como equipo. No somos lo suficientemente buenos para hacerlo”.
Estamos ante un United que bate récords. Desde 1979 no acababa un campeonato tras recibir tantos goles en contra. Entonces concedió 63, ahora va por los 56. Y desde 1981 no perdía cinco partidos consecutivos a domicilio.
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