Empate justo entre la Real y el Betis
Ni uno ni otro equipo consiguen desequilibrar un partido en el que buscaban la Champions
Empataron sin goles la Real Sociedad y el Betis, y lo mismo les puede valer a los dos el resultado (que fue justo), que no hacerlo, aunque se aplaza por ahora su intención de asaltar los puestos de Liga de Campeones, a la que los dos equipos miran de reojo. El hecho de que pisen moqueta en la clasificación de la Liga relativiza la pérdida de dos puntos por cada bando. Ambos siguen en la pelea por Europa, en la que puede pasar de todo. De todas formas, quedó claro en Anoeta que la Real no ha podido con el Betis en toda la temporada, y que aplicando esa ley de mínimos que le ha llevado a ganar tantos partidos en su campo por 1-0, esta vez no le llegó.
Tortas en la calle, exquisitez en el campo. Los incidentes previos al partido, con heridos y detenidos en las inmediaciones del estadio de San Sebastián, no se reflejaron en el césped, donde los dos equipos posaron juntos y después se dedicaron a lo que deben: darle patadas al balón con el mayor sentido posible. Patadas y no patadones, a veces toques sutiles, primorosos, y aunque entre col y col, lechuga, se puede colar siempre alguna entrada extemporánea, un agarrón intencionado, lo que predominó fue el fútbol.
A rachas. Ora la Real ora el Betis, no hubo momentos de reposo durante el primer acto, que comenzó con la declaración de intenciones de ambos equipos que luego no se sustanció en goles. Llegó primero el cuadro visitante en un remate de cabeza de Pezella que detuvo Remiro; replicó el sueco Isak después de una veloz carrera a la contra, que neutralizó el veterano Claudio Bravo, que regresaba a su antiguo hogar.
La Real, que comenzó con cinco jugadores en defensa, presionó de manera impecable cuando vio que el Betis tenía intenciones de afincarse en campo contrario. Ajustó Imanol sus líneas, y el equipo donostiarra comenzó a sentirse cómodo en el campo. Pese a que Álex Moreno enseñaba a ratos su magnífico estado de forma por el carril izquierdo, era el equipo de casa el que mantenía la iniciativa, con un Sorloth muy inspirado y con Silva clarividente, aunque sus intentos se frenaran al borde del área.
No hubo goles, pero sí dos acciones claras, una por cada equipo. La primera la protagonizó Carvalho después de que el mago Fekir le pusiera un balón casi perfecto; la segunda la desperdició Isak, que disparó flojo ante Claudio Bravo, después de que Silva asistiera con su habitual maestría. Pero no fue la puntería la mejor cualidad de la Real Sociedad y el Betis en una primera parte entretenida.
Silva, expulsado
El guion se repitió en la continuación, que comenzó con una galopada de Álex Moreno que sembró el pánico en el área realista. Sin embargo, un matiz distinguió el juego de la segunda mitad en relación con la primera: los dos equipos empezaron a creer, según pasaban los minutos, que el afán por ganar no debía nublar la obligación de no perder. Poco a poco, el fútbol, que en el césped andaba equilibrado, se fue haciendo algo más conservador.
Sólo Sorloth no se dio por enterado en el bando local y continuó haciendo la guerra por su cuenta. Fue el futbolista más dinámico de su equipo, el que mantuvo el espíritu atacante de una Real que empezaba a guardar la ropa ante un Betis muy poco cómodo en el campo, sin desplegar su juego como intenta de manera habitual. El fútbol se fue apagando con el paso de los minutos, y se embarró en el descuento, cuando los dos equipos se enzarzaron en polémicas que acabaron con la expulsión de Silva, que se perderá el jueves el partido frente al Barcelona en la próxima jornada.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.