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Djokovic, un enigma en la tierra

El serbio reaparece en Montecarlo tras mes y medio sin jugar, con solo tres partidos esta temporada: “No siento que lo de Australia me haya dejado grandes cicatrices”

Djokovic, durante un entrenamiento en las instalaciones de Montecarlo. / CORINNE DUBREUIL (ATP)
Djokovic, durante un entrenamiento en las instalaciones de Montecarlo. / CORINNE DUBREUIL (ATP)
Alejandro Ciriza

De lapso en lapso, va y viene Novak Djokovic, que después de 45 días de ausencia regresará esta semana a la pista en Montecarlo. Lo hará el número uno rodeado de un gran interrogante, gigantesco si se quiere, porque al paréntesis de mes y medio se suma la inactividad de toda esta temporada –tres partidos en Dubái, ni más ni menos– y la incertidumbre respecto a cómo puede rendir un tenista que apenas ha jugado, sin rodaje, aislado de manera voluntaria –su negativa a vacunarse contra el covid le impidió competir en Indian Wells y Miami– y señalado desde que echara un pulso al sistema a comienzos de año en Australia.

En resumen: un lío monumental, un único torneo, dos victorias –frente a Lorenzo Musetti y Karen Khachanov– y una reveladora derrota contra el checo Jiri Vesely (123º del mundo). Es el 2022 de Nole, que vuelve a asomar la cabeza en el lujoso paisaje del Principado, la que fuera su casa durante una década. “He estado esperando ansiosamente el momento de volver a competir, así que este es el mejor lugar en el que podía empezar”, expresó el serbio en la antesala del tercer Masters 1000 del curso, que supone el pistoletazo oficial a la gira de tierra batida y su segunda reaparición en solo tres meses.

La primera, el 21 de febrero en el emirato, dejó la sensación de que incluso para alguien tan bueno como él es necesario tener una mínima frecuencia competitiva. Sorteó un par de rondas, pero en la tercera se le vieron las costuras y cayó. Al tropiezo se añadió la pérdida del número uno –que posteriormente recuperó, gracias a la inestabilidad de Daniil Medvedev– y después el sorprendente anuncio de que Marian Vajda, su padre deportivo, abandonaba el equipo después de 15 años aliados. Le vio entonces Djokovic las orejas al lobo, consciente de que para no perder la llama tenía que jugar, sí o sí.

“Los últimos cuatro o cinco meses han sido un verdadero desafío para mí, tanto física como emocionalmente”, admitió el balcánico, citado en la primera ronda de Montecarlo con el español Alejandro Davidovich (7-5 y 6-4 a Marcos Giron). “Soy consciente de que probablemente no esté al máximo esta semana, y de que todavía estoy probando mi motor y construyendo mi juego, así que me llevará un tiempo y algunos partidos encontrar el ritmo que de verdad necesito”, continuó. “Pero trató de ser positivo en la vida y me considero una persona positiva. Intentaré dejarlo todo atrás y seguir adelante”, antepuso el de Belgrado.

Potencial cruce con Alcaraz

Dice Nole (34 años) que toma nota de cada experiencia que vive, de lo bueno y lo malo. De la misma manera, admite que no será fácil desprenderse del pasado reciente, grabado a fuego en su memoria y en la historia del tenis. Su detención y posterior deportación en Australia dio la vuelta al mundo y ahora el tenista trata de reengancharse a la marcha del circuito a contracorriente, en frío y entumecido, mientras el resto de los jugadores arrastra ya una inercia física y mental considerable tras el paso por el cemento norteamericano.

“Es evidente que una vez que empiece a jugar tendré que ocuparme de todo aquello que ha estado durante este tiempo en mi interior”, reconoce. “Pero no siento que me haya dejado grandes cicatrices que me impida entrenar o competir, o vivir mi vida, ni mucho menos. Han sido unos meses difíciles, algo que no había experimentado antes, pero intentaré utilizarlo de gasolina”, agrega Djokovic, que prepara su asalto a la arcilla desde el día 3 y podría cruzarse en los cuartos de final con la gran sensación de la actualidad, Carlos Alcaraz.

En todo caso, el rey de la ATP vive al día y prefiere no ir más allá de la primera estación. Preguntado por la temprana eliminación monegasca de 2021 –cedió ante Daniel Evans en la segunda ronda–, por desventaja con respecto a los demás y por la dificultad que entraña esta franja de la temporada para él, remite a sus inicios y al ejercicio pasado.

La referencia del año pasado

“La tierra es la superficie en la que crecí; de hecho, durante muchos años jugué solo en esta superficie. Históricamente no ha sido la más exitosa para mí [de sus 86 títulos, 17 llevan el sello de la arcilla], pero he tenido algunos grandes éxitos”, recordó; “la victoria del año pasado en Roland Garros [frente a Stefanos Tsitsipas en la final, previo triunfo contra Rafael Nadal en las semifinales] sigue estando muy reciente en mi memoria, así que intento utilizarla de inspiración”, expone el número uno, apoyado en esa secuencia que le condujo a elevar su segundo trofeo en el Bois de Boulogne, tras el obtenido en 2016.

Lo consiguió Djokovic después de invertir la tendencia involutiva de los últimos años sobre arena y de firmar un trazado preparatorio irregular, sin haber participado en ningún torneo entre el Open de Australia y París. Ahora bien, entonces la decisión fue estratégica, ajena a una cuestión legal o fronteriza como la actual. Se estrelló en Montecarlo, cedió después en Belgrado ante Aslan Karatsev (desperdiciando 23 bolas de break), se rindió contra Nadal en la final de Roma y antes del desembarco en el grande francés cogió impulso en su ciudad natal. De ahí al bingo.

Hoy día, la situación es completamente diferente. Y, aun así, Djokovic no renuncia a nada. Vestido con piel de cordero, el serbio tratará de recuperar los biorritmos y aterrizar el 22 de mayo a punto. Así que advierte: “Sigo motivado para enfrentarme a los mejores”.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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