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La Fórmula 1 contraataca

Dos carreras han bastado para concluir que el nuevo reglamento ofrece el plus de espectacularidad que lo motivó

Oriol Puigdemont
Formula 1
Verstappen y Lecrerc, durante la última carrera.AFP7 vía Europa Press (Europa Press)

En solo 15 días, todos los escépticos que cuestionaban la efectividad de la sacudida que se le dio este invierno al reglamento técnico de la Fórmula 1 en pos del espectáculo se han ido escondiendo hasta prácticamente desaparecer. Los dos primeros grandes premios de la temporada, en Baréin y en Arabia Saudí, certifican a ojos de la mayoría de habitantes del paddock el acierto que ha supuesto su entrada en escena. Sobre todo, por tratarse de dos circuitos con una configuración completamente distinta. Al doblete de Ferrari en el estreno del nuevo curso le siguió el triunfo de Max Verstappen de este domingo, en Yedda, donde el actual campeón y Charles Leclerc protagonizaron un intercambio de golpes como el que ya habían anticipado la semana pasada, justo antes de que el Red Bull del neerlandés se quedara seco por una avería en el suministro de combustible. Solucionado el problema, el búfalo rojo volvió a embestir en el Corniche Circuit como lo hizo en los ensayos invernales, a la vez que la Scuderia aceptó el reto y prestó batalla para suerte de los aficionados, que se frotan las manos al adivinar lo que les espera y también los ojos, alucinados por la eficacia de la revolución normativa (cambios aerodinámicos para favorecer los adelantamientos, principalmente).

Ni siquiera Leclerc pudo contener la emoción por la diversión de carrera que acababa de interpretar, a pesar de salir perdedor de la batalla que libró hasta la misma línea de meta, que cruzó solo medio segundo por detrás del ganador. “He disfrutado mucho; correr así es una gozada. Espero que vengan muchas más”, resumió el monegasco, que catalogó como “trucos de tipo listo” la estrategia que permitió a Verstappen adelantarle, a cuatro vueltas del final, gracias al efecto fortalecedor que el revisado marco aerodinámico le ha dado al alerón trasero móvil (DRS).

Con este mecanismo introducido en 2011, un monoplaza que circula detrás de otro y se encuentre a menos de un segundo del primero al entrar en la zona de detección establecida, tendrá un extra de entre 15 y 20 kilómetros por hora de velocidad en la recta inmediatamente posterior cuando el piloto abra el plano central del ala posterior.

El principal objetivo de la remodelación reglamentaria era generar pruebas más atractivas para el espectador, a partir de aumentar la cantidad de adelantamientos. Para ello se rediseñó el perfil de los coches, con el suelo como parte central del proyecto, con la fe puesta en que el perseguidor pudiera acercarse más al de delante, gracias a la desaparición de las turbulencias. Eso, combinado con la influencia del DRS, fomenta que los corredores que son superados tengan la opción de contraatacar. Exactamente como Leclerc hizo con éxito en el estreno del Mundial, en Sakhir, y hasta dos veces en Yedda, por más que allí Mad Max terminara por ganarle la partida a la tercera.

“El DRS tiene que quedarse, al menos unos años más, porque, de lo contrario, las carreras serían muy aburridas”, convino Leclerc, antes de abandonar Arabia Saudí. “A pesar de que ya ha quedado demostrado que podemos acercarnos mucho más a quien tenemos delante, aún no estamos en el punto de poder deshacernos del DRS. De hecho, se ha convertido en un elemento más en la estrategia de cada uno, tanto al atacar como al defenderse”, añadía el líder provisional de la tabla general, que ahora comanda con un margen de 12 puntos respecto a Carlos Sainz, su vecino en el taller del fabricante de Il Cavallino Rampante. En esa misma línea se pronunció el vencedor de la noche del domingo. “De no haber tenido el DRS, nunca habría podido adelantar [a Leclerc]. Todavía dependemos demasiado de ello. Y, lógicamente, hay trazados que lo ponen más fácil que otros”, abundó Verstappen, que tras el rosco de la primera parada del calendario ya es el tercero en la clasificación.

Todo lo anterior también parece haber hecho crecer esa igualdad tan añorada. En este último gran premio, a los cuatro primeros en cruzar la meta les separaron menos de 11 segundos, cuando la temporada pasada ese margen fue de 27 segundos. Siete días antes, en Baréin, la diferencia entre el ganador (Leclerc) y el cuarto (Russell), volvió a quedarse en 11,2 segundos, 35 segundos menos que un año atrás.

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