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Mondo Duplantis vuela por fin sobre los 6,19m

Al 51º intento en tres años, el prodigioso atleta sueco logra en Belgrado batir por un centímetro su récord del mundo de salto con pértiga

Armand Duplantis durante el ejercicio con el que ha superado su propio récord en Belgrado.
Armand Duplantis durante el ejercicio con el que ha superado su propio récord en Belgrado.ANDREJ ISAKOVIC (AFP)
Carlos Arribas

Un ángel juguetón, travieso y escurridizo, parece Mondo Duplantis, dicen, casi extasiados, quienes gozan viéndolo correr liviano, aparentemente frágil, y los tobillos como por arte de magia apenas se clavan en la pista sintética, como si flotaran, y corre a toda velocidad con una pértiga de seis metros de largo amarillo vertical en las manos, solo una veintena de pasos y alcanza los 10 metros por segundo de velocidad, 36 kilómetros por hora, cuando la clava en el cajetín, y la dobla y como una catapulta le impulsa y él se eleva, vuela. Sobrepasa el listón fácil de subida y solo al caer los roza un poco con las rodilla, y el listón tiembla pero no cae, y aún sigue temblando cuando el atleta angelical, la melena rubia flotando, corre disparado a las gradas, a abrazarse con su padre, con su entrenador, con su novia… Era el tercer ensayo de la tarde de saltar 6,19m, era el 51º intento en los últimos tres años sobre una altura que antes nunca nadie ha saltado. Una persecución que comenzó en febrero de 2020, al día siguiente de que él mismo, el sueco prodigio, dejara el récord del mundo en 6,18m.

“Y no saben qué bien sienta conseguirlo”, dice feliz Duplantis, que nació en Lafayette, Luisiana (Estados Unidos), hace solo 22 años, y allí vive. “Nunca una altura se me había resistido tanto, he tenido que luchar duro para conseguirlo”. Después de buscar los 6,19m en peregrinación monotemática por las pistas cubiertas, los pabellones y los estadios al aire libre de Liévin, Clermont Ferrand, Düsseldorf, Rouen, Belgrado, Torun, Hengelo, Oslo, Estocolmo, Tokio, París, Bruselas, Zúrich, Karlsruhe, Berlín, Uppsala y Birmingham, los encuentra, finalmente, en el pabellón Stark de Belgrado, el mismo escenario que dentro de 10 días acoge los campeonatos del mundo en pista cubierta. Y allí, evidentemente, Duplantis intentará saltar 6,20m, y, ya liberado de la mochila casi obsesiva de los 6,19m, probablemente lo consiga, lo que no saciará su sed. Como otros atletas únicos que, después de Usain Bolt, han coincidido en el tiempo para placer de los aficionados, que disfrutan de una era única; como el keniano Eliud Kipchoge, el dios del maratón que solo lucha contra el tiempo; como Yulimar Rojas, la triplista venezolana para quien la tierra es la obsesión, la distancia, Duplantis no compite contra otros deportistas sino contra el aire, con llegar más alto cada día, con trepar centímetro a centímetro. Buscan una forma de trascendencia casi mística aun tan muscular, veloz, humana. Son la perfección, y están ahí mismo, y la expectación que despiertan convierte cada competición de atletismo en una oportunidad maravillosa de asistir a algo nunca visto. En Belgrado le espera a Duplantis como gran rival en norteamericano Chris Nilsen, que el pasado sábado fue feliz porque batió el récord de Estados Unidos con 6,05m, una altura que ronda las penúltimas que intenta Duplantis antes de quedarse solo ante el listón a 6,19m.

“Mondo es tremendamente regular, tiene buena cabeza, unas cualidades únicas y prepara perfectamente los campeonatos. Llega a ellos siempre en su mejor forma”, dice el técnico Jon Karla Lizeaga, quien se quedó con la boca abierta viéndolo en los Juegos de Tokio. “Después de asegurarse la medalla de oro con un salto de 6,02m, Mondo intentó saltar 6,19m, y superó la altura ampliamente, pero al bajar rozó el listón con el pecho y derribó, pero es el salto más espectacular que he visto en mi vida”.

En la capital serbia, el lunes, Duplantis salta a la primera 5,61m, 5,85m y 6,00m. Después, a la tercera, los 6,19m del récord del mundo. “Cuando una altura se resiste tanto y se convierte en obsesión y quita el sueño, el atleta normalmente se frustra, y se deja llevar por la ansiedad, y se echa a perder. Se precipita en la carrera, que ya no es fluida, sino brusca, se acorta el músculo”, explica Lizeaga, que entrenó a Naroa Agirre, la plusmarquista nacional. “Pero lo extraordinario es que ello no ha afectado a Mondo, quien siempre hace lo que hay que hacer, correr muy rápido de movimientos y muy amplio, y de esa combinación de velocidad y amplitud nace la potencia. Y de eso se trata”.

Es la cuarta vez que Duplantis, el Mozart de la pértiga tocado por la varita única, el Jonathan Edwards, el talento puro y la belleza del gesto técnico, la limpieza, la fragilidad, salta con pértiga más alto que nadie. En Roma, en el verano de 2020, saltó 6,15m, la plusmarca al aire libre, un centímetro más alto que lo que voló nunca el ucranio Serguéi Bubka. Antes, en dos semanas de febrero de 2020, en Torun (Polonia), 6,17m, y en Glasgow, 6,18, batió dos veces seguidas los 6,16m con que el francés Renaud Lavillenie había superado en febrero de 2014, los 6,15m que había saltado Bubka en febrero de 1993.

Tanto Lavillenie como Bubka, el atleta opuesto en estilo a Duplantis, todo músculo de acero y dureza hasta en la mirada, perfección helenística, lograron sus récords en el santuario de la pértiga, el pabellón de Donetsk, la ciudad natal de Bubka, un recinto devorado por el fuego en 2014, cuando la primera invasión rusa de la ciudad, un lugar que, probablemente, no verá nunca volar a Duplantis.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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