San Mamés: volver, volver y volver
El fútbol en directo tiene algo de distorsionado porque no es el mismo partido desde una tribuna que detrás de una portería
Uff, acabo de empezar y ya veo que me va a costar encontrar el tiempo verbal correcto para este artículo. Veamos, les explico, yo les escribo estas letras en mi hoy, jueves, pero ustedes las leerán en su hoy, viernes. Es decir, su hoy es mi ayer. Y esto que normalmente no supone un problema se constituye en una circunstancia relevante cuando en la noche de mi jueves se vislumbra un partido como el Athletic-Real Madrid de Copa del Rey en San Mamés y mi futuro, para usted, amigo lector, es el pasado. Pero creo que hay veces que la circunstancia merece la pena y me voy a arriesgar a este batiburrillo de pasados, presentes y futuros porque hoy es la fecha apuntada en rojo para volver a disfrutar del fútbol en comunidad, del fútbol en directo, del fútbol con todo lo que tiene de comunión de toda esa parroquia que se reúne en torno a San Mamés y en torno a una competición reverenciada en Bilbao como es la Copa.
No se crean que es el batiburrillo de los tiempos verbales el que me tiene más preocupado en este jueves por la tarde, sino algunas cuestiones de intendencia general que no sabía cómo resolver y que mi amigo Patxi se ha encargado de solucionar. Veamos el listado: las entradas en nuestras localidades de socios en tiempos de limitaciones en el aforo, los asuntos de aprovisionamiento, léase bocata si está autorizado introducir en el estadio o hay que llevarlo ingerido por adelantado y que la energía nos dure para todo el encuentro, las cuestiones de acceso al campo que siempre en estos partidos solían ser complicadas pero que los protocolos covid las hacen más singulares… no sé, todas esas cosas de la nueva normalidad ya que es mi primer partido tras la pandemia (bueno, aquí también tengo un problema de tiempo verbal ya que es un “post” que es un “en medio” pero no “exactamente en medio”). Y otras preguntas más secundarias y que usted lector ya tendrá resueltas al conocer el resultado y que le puede parecer un exceso de optimismo, como qué se hace si ganamos (abrazo, distancia de seguridad, antígenos posteriores…) porque la respuesta a si perdemos esa ya la conocemos de siempre, a lo sumo la sola diferencia es si la derrota es de esas que te llenan de cierto orgullo o pasa al sector de “otra vez lo mismo” y del pasar página cuanto antes para proyectarse al domingo y a la Liga y todos esos lugares comunes de los días oscuros.
Mismo partido pero vivencias diferentes
Pero, al margen de ciertos temores a volver a estar dentro de la multitud después de meses de mundo solitario me anima el hecho de que va a ser mi debut en mi localidad de socio ya que entre las obras, el trabajo en Barcelona y Marsella y todo esto de la covid todavía no conozco cómo se ve el fútbol desde mi localidad. Y eso me tienta y seduce, ya que el fútbol en directo tiene algo de distorsionado, ya que estoy convencido de que no es el mismo partido el que se ve desde una tribuna a una localidad detrás de una de las porterías (no digo nada si es esa la portería de los goles de ese partido). Mismo partido, mismo resultado pero emociones, vivencias y recuerdos diferentes.
Un poco como las emociones que Rafa Nadal genera en cada uno de nosotros, todas diferentes, todas parecidas pero sobre todo, para mí, todas ellas vinculadas a que en estos tiempos de metaversos, avatares y realidades virtuales, Nadal representa a un ser humano auténtico hasta en sus errores o mejor aún, auténtico por reconocer sus debilidades y limitaciones para superarlos y seguir diciéndonos que es posible.
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