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Nadal: “Esto es un semimilagro”

El español subraya su rendimiento a lo largo de todo el torneo y antepone su regreso a la posibilidad de conquistar otro grande: “Vale más que ganar el 21”

Nadal celebra el triunfo contra Berrettini en las semifinales.Foto: Paul Crock (AFP)
Alejandro Ciriza

El tenis no concede tregua, así que el ahora es efímero y el margen para festejar una victoria, o en el caso de Rafael Nadal su sexto pase a la final del Open de Australia, es tan estrecho que apenas permite saborear los éxitos. Consciente de que las finales empiezan a jugarse desde el instante en el que se obtiene el último punto en la ronda previa, el campeón de 20 grandes (6-3, 6-2, 3-6 y 6-3 al italiano Matteo Berrettini) se apresuró este viernes a completar la recuperación post partido y atender a los periodistas para ir lo más rápido posible a su hotel, el Crown de Melbourne. Allí, él y su equipo siguieron sin quitar ojo a lo que sucedía en la otra semifinal, en la que logró el pase Daniil Medvedev (7-6, 4-6, 6-4 y 6-1 a Stefanos Tsitsipas).

En cualquier caso, Nadal, de 35 años, volvió a subrayar antes que lo alcanzado estas dos semanas en Australia es algo que a priori no entraba en sus planes. “Completamente inesperado”, detalló. Siempre ambicioso, en esta ocasión su voluntad chocaba con la accidentada realidad vivida en los últimos seis meses, resumidos en el azote del síndrome de Muller-Weiss –la lesión crónica que afecta a su pie izquierdo–, casi medio año sin competir, un sinfín de dudas y, para colmo, un contagio por coronavirus que estuvo cerca de truncar su traslado a las Antípodas. Una carrera sostenida con imperdibles.

“Han sido seis meses muy duros. No en comparación con los de mucha otra gente por todo lo que está sucediendo en el mundo, pero sí en términos personales, porque las dudas siempre estarán ahí. Tengo lo que tengo, y no se va a solucionar. Es increíble que pueda estar compitiendo otra vez contra los mejores del mundo. Hace mes y medio no sabía si iba a volver a jugar porque no éramos capaces de resolver los problemas, pero aquí estoy. Le doy gracias a la vida”, expresó en inglés el finalista, que previamente jugó en Melbourne las finales de 2009 (campeón), 2012, 2014, 2017 y 2019.

“Siempre voy a dar lo máximo y por supuesto que siempre lucho por ganar, pero para mí esto es un regalo. Estar donde estoy y competir al nivel que estoy compitiendo supone una gran energía para seguir”, continuó el de Manacor. “Para mí es mucho más importante haber tenido la oportunidad de haber vuelto a jugar al tenis que ganar el 21, otro Grand Slam. Al final, la vida va de la felicidad. No puedo explicarlo con palabras”, agregó fatigado, admitiendo que en la última recta del duelo con Berrettini disminuyeron las reservas –“no estoy acostumbrado a este ritmo y me estaba cansando”– y haciendo hincapié en su trayectoria en el torneo.

De extremo a extremo, el más veterano

“He jugado la mayor parte del tiempo bien. Para mí es un éxito especialmente emocionante. He jugado con una actitud positiva, sin quejarme de nada. Antes de empezar el torneo lo dije: las cosas no iban a ser perfectas, pero en general, ha habido muchos más momentos buenos que malos. Al final, aquí estamos. Es un semimilagro, lo que no quita las ganas de hacer un último esfuerzo”, comentó, convertido ya en el tenista con mayor diferencia entre su primera y última final en un Grand Slam: 17 años (2005-2022), por los 16 de Roger Federer (2003-2019), los 15 de Andre Agassi (1990-2005), los 14 de Novak Djokovic (2007-2021) y los 12 de Pete Sampras (1990-2002).

Cuestionado sobre qué significado tiene el partido del domingo y la trascendencia en el caso de atrapar el vigesimoprimer major, Nadal dijo estar afrontando todo este último proceso con menor presión. ¿Qué se juega ante Medvedev?

“Me juego un Grand Slam”, le salió de forma espontánea, en forma de abreviatura. “No sé si va a ser mi última oportunidad. Hace escaso tiempo parecía que no habría otra, pero ahora estamos aquí. Entiendo que vosotros os interesáis por el tema de quién es el mejor de la historia; lo entiendo y no soy ajeno, sería muy bonito y me haría mucha ilusión, pero no creo que me cambie la vida”, añadió. “Pero ni siquiera ganar el domingo significará que sea el mejor de la historia. Sería un paso, pero de 20 a 21 tampoco cambia tanto”, zanjó.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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