Los 11 momentos del 11
La larga carrera del mítico Paco Gento, fallecido este martes a los 88 años, dejó muchos episodios inolvidables. Esta es una selección de algunos de ellos
Una carrera profesional de 19 años, el primero en el Racing de Santander, esconde cientos de momentos trascendentes que Paco Gento, fallecido este martes a los 88 años, amontonaba en buena memoria y contaba como si no tuvieran importancia cuando se reunía con la familia y los amigos o bien con sus compañeros de fatigas en unas interminables tertulias balompédicas. En honor de su número fetiche, su vida futbolística puede quedar resumida en 11 momentos o situaciones narrados en primera persona.
1. La dureza del primer partido. “Fue una decepción”. Primera jornada de Liga. 13-9-53. Enrique Fernández, entrenador del Real Madrid que ganó a Osasuna (2-0). Gento dio el pase del segundo tanto a Britos. “Llegué un jueves a Madrid, firmé el viernes, el sábado fuimos concentrados a Aranjuez y el domingo debuté. No me salió un buen partido. No jugué, me sentí decepcionado. Hubo mucha dureza”. Salvatierra apenas le dejó tocar balón.
2. El viaje desconocido a la Copa de Europa. “Contra los relojeros”. Gento estuvo presente en el primer partido del Real Madrid en la Copa de Europa (8-9-1955). Fue en Ginebra contra el Servette (0-2). “Era un viaje a lo desconocido. No sabíamos nada de los rivales ni qué podía dar de sí la nueva competición. Nos encontramos un rival que nos dio muchas patadas y un campo muy malo. Les llamábamos los relojeros”.
3. Las voces de Di Stéfano en París. “En la final contra el Stade de Reims (13-6-56) nos dimos cuenta de la trascendencia del nuevo torneo: la concentración, aislados a 30 kilómetros de París; el ambiente del Parque de los Príncipes; el partido en sí; la celebración en el Lido de París; el apoteósico recibimiento en Madrid. Tuvimos que remontar un 2-0 y un 3-2 para ganar 4-3. Ahí salió el carácter que después identificaría a ese equipo. Di Stéfano tuvo que dar un par de voces”.
4. El tiro cruzado imposible ante el Milán. “Paco, arréglalo tú”. Gento siempre defendió que la final más difícil de todas fue la tercera. Victoria en Bruselas ante el Milán (3-2) con un gol suyo en la prórroga. “Los italianos eran muy buenos. Llegamos fundidos al final del partido. Siempre fuimos a remolque en el marcador y antes de comenzar la prórroga, Di Stéfano me dijo: ‘Paco, esto solo lo puedes arreglar tú’. Yo no me cansaba nunca por mucho que corriera. Lo arreglé con un gol de un tiro cruzado que todavía no entiendo cómo entró con todas las piernas que había por el camino”.
5. Las lágrimas ante la admiración de Wembley. 23-10-1963. Fue seleccionado para formar parte de la selección Resto del Mundo que se enfrentaba a Inglaterra para conmemorar el centenario de la federación inglesa. La delantera de su equipo estuvo formada por Kopa, Law, Di Stéfano, Eusebio (Puskas) y Gento. “Cuando escuché mi nombre en la presentación de los jugadores me emocioné y se me escapó alguna lágrima. Durante el partido, cada vez que hacía una carrera en Wembley se escuchaban gritos de admiración”.
6. El abuelo ‘yé-yé’. Seis años después de ganar la quinta Copa de Europa, Gento capitaneó un once todo formado por españoles que ganó la sexta en Bruselas al Partizán (2-1). “Yo era el abuelo de los yé-yés. Ese equipo era una réplica de cantera del que había ganado las cinco anteriores. Grosso, con su empeño, hacía de Di Stéfano; Velázquez de Rial o Puskas; Amancio, de Kopa. Tuvo mucho mérito”.
7. Ofertas del Milán y del Inter. Consagrado con la tercera Copa de Europa y con 25 años, el fútbol italiano quiso cazar en el Real Madrid. “Yo me enteré por los periódicos de que el Milán, después de la final que jugamos y de meter el gol del triunfo, había preguntado al Real Madrid por mí. Pero entonces existía el derecho de retención y, además, nuestro caso, el de los madridistas, era diferente. Estábamos en el mejor club del mundo, dónde íbamos a estar mejor. Al año siguiente llamó el Inter, pero yo nunca me enteré de nada”.
8. Los saltitos para evitar las patadas. Siempre se sintió orgulloso de su evolución futbolística y cómo fue aprendiendo sobre la marcha. “Tuve que aprender a la fuerza. Me fijaba en todo. Mis compañeros siempre me recriminaban porque no me podían seguir en velocidad, con lo que tuve que aprender a pararme y volver a arrancar. También a correr dando saltitos para que los defensas no me cazaran y a defender. Si se me olvidaba me lo recordaba Alfredo”.
9. En la selección con 35 años y 359 días. A pesar de sus 43 partidos y dos participaciones en Mundiales (1962 y 1966), nunca terminó de digerir su ausencia en la fase final de la Eurocopa 64 que ganó España. Tampoco su despedida. “Llevaba año y medio fuera del equipo. A finales del 69 llegó Kubala como seleccionador. Habíamos debutado en la selección en el mismo partido en 1955. Me llamó para jugar contra Finlandia en la Línea (6-0). Me dijo que seguiría contando conmigo, pero no me llamó más. Creo que me llamó aquel día para ver si los ingleses nos devolvían el Peñón”.
10. Su último gol, al padre de Mourinho. “No sabían cómo decirme que me despedían”. Mayo de 1971. El Real Madrid volvía de perder la final de la Recopa ante el Chelsea en el partido de desempate. Ese curso, Gento ya no había sido titular indiscutible. Un día recibió una llamada. Era Raimundo Saporta, vicepresidente y mano derecha de Bernabéu. “Comenzó a contar cosas sobre mi carrera, que estaban muy agradecidos, que podía quedarme de lo que quisiera en el club cobrando lo mismo. Vamos, me estaba despidiendo, pero no sabía cómo decírmelo. Me di por enterado”. Año y medio después de su retirada, el 14-12-1972, Gento recibió su segundo homenaje coincidiendo con el 25 aniversario del Bernabéu y la inauguración del marcador electrónico. El rival elegido fue el Os Belenenses, el mismo club que había disputado el partido inaugural. El Real Madrid se impuso (2-1) y el primer tanto, de penalti, fue obra suya. Su último gol. El portero rival era Félix Mourinho, padre de Jose. La anécdota menos conocida de aquel acontecimiento fue que, por mal tiempo, se suspendió el vuelo de los portugueses, que terminaron viajando en tren a Madrid. Y casi de madrugada, el mismísimo Gento fue a recibirlos a la estación.
11. Del resbalón a la zancadilla a un árbitro. Su carrera como técnico nada tuvo que ver con la de jugador. En la temporada 77-78, en un Palencia-Pontevedra (0-2) de Segunda B, al final del partido, hubo una serie de incidentes que acabaron con una sanción de seis partidos para Paco Gento por presunta zancadilla al árbitro (Ceballos Borrego) cuando entraba en el túnel de vestuarios. “Yo iba detrás, pero se resbaló con el barro. Es más, intenté protegerle de los que le querían agredir”.
“¡No se lesionaba nunca!”
Desde su domicilio de Cádiz, a orillita del estadio Ramón de Carranza, Manolín Bueno (Sevilla, 81 años) vivió el fallecimiento de su amigo Paco Gento colgado del teléfono y revisando mentalmente los 12 años que se pasó en el Real Madrid como su suplente de cabecera (76 partidos de Liga en 12 temporadas). Su voz suena a nostalgia acentuada por la resignación.
“¿Y qué podía hacer yo? No ganaba nada con enfadarme. ¡Paco no se lesionaba nunca! Y si un día no jugaba, enseguida me hacía entender que al día siguiente jugaría él. ¡Claro que pensé en irme! Tuve ofertas del Barça, del Sevilla, del Valencia… pero con el derecho de retención no tenía nada que hacer. Cuando me veía muy enfadado, el presidente, Don Santiago, me llamaba y me ponía el ejemplo de Pelé y su fábula de que, si era el mejor jugador del mundo, su suplente sería el segundo mejor jugador del mundo. Como Gento era el mejor extremo izquierdo del mundo, yo era el segundo. Cuando veía muy mal las cosas, me subía la ficha un poco y ya estaba. A seguir esperando en el banquillo”.
Manolín recuerda lo que sucedió en su último año en el club blanco. “La temporada 70-71 jugué más partidos de titular que Gento. Iba a ser titular en la final de la Recopa, pero me entró una alergia, no pude y tuvo que entrar Paco. Como hubo empate, jugamos un segundo partido y me pidieron que jugase. Fui hasta el capitán del equipo, pero Muñoz me cambió rápido. Me cabreé tanto que no me fui al banquillo y me quedé detrás de una portería sentado sobre un balón. Me hicieron una foto y la prensa del día siguiente tituló: Manolín Bueno, del banquillo a fotógrafo.
A pesar de todo, Manolín veía que llegaba su oportunidad de ser, por fin, titular la temporada siguiente. “Estaba tan convencido de que me iban a renovar, que compré una casa en Madrid. Pero perdimos esa final y nos echaron a los dos a la vez. En el Madrid siempre que se perdía un gran título, echaban a los veteranos. Le pasó a Di Stéfano contra el Inter en el 64. Cuando me llamó Saporta yo pensé que era para renovarme y era para despedirme. Acepté la oferta del Sevilla y entonces ya no me dieron el partido homenaje”.
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