Müller encarna la pesadilla
El atacante bávaro reclamó abordar a los azulgrana tras no lograr Lewandowski el Balón de Oro y cumple su promesa con su octavo gol en siete enfrentamientos
El reloj del colegiado vibró y, acto seguido, señaló el centro del campo. No había fallo ni margen de error porque la tecnología —sistema de siete videocámaras en tres dimensiones dispuesto en torno a la portería— advertía de que la pelota había cruzado por completo la línea, que el remate de Thomas Müller era gol. Varapalo para el Barcelona, alegría para el Bayern y jolgorio para Müller, que cumplía con su amenaza y palabra.
Después de que Messi ganara ante Lewandowski el pasado Balón de Oro, Thomas Müller pidió la vez ante los micrófonos. “Robert se merecía el premio”, expuso; “por lo que para mí, también, esta es una gran motivación para poner todo en la balanza con el objetivo de traer la Champions de vuelta a Múnich y mostrar al mundo del fútbol lo que está pasando. La próxima oportunidad que tenemos para hacerlo es en el partido ante el Barcelona. ¡Abordémoslo!”. Dicho y hecho.
Todo se destapó en el momento en el que Jordi Alba pidió el cambio. “Su compromiso es innegable y veremos sus sensaciones”, señaló Xavi en la rueda de prensa antes del encuentro; “pero él quiere jugar”. Y lo hizo, por más que no estaba en condiciones como se apreció con claridad en el calentamiento, pues cuando tocó esprintar lo hicieron todos menos él, que se refugiaba entre sus compañeros para no mostrar su debilidad. Duró poco, 31 minutos sobre el césped. Entonces, salió Mingueza al campo y el Bayern hizo lo que quiso. También Müller. En la primera carrera, descontó a Piqué y su centro se le quedó atrás a Lewandowski, que por poco no abre la lata. Pero eso, en los partidos Bayern-Barça corre por parte de Müller.
El atacante alemán, de 32 años, hizo el primer gol en el 2-8 —luego lo completó con un doblete—, también abrió el marcador en el encuentro de ida del Camp Nou de esta edición de la Champions (0-3) y este miércoles repitió éxito. Le bastó con un centro de Lewandowski y un salto por encima de Mingueza para rematar con la cabeza y cruzar el balón por encima de Ter Stegen. Y, aunque Araujo llegó a despejarlo, la tecnología y el colegiado dijeron que lo hizo demasiado tarde. Ningún azulgrana protestó a excepción de Araujo, que levantó los brazos a modo de lamento, y de Gavi, que pegó dos manotazos al suelo de rabia. El resto de los azulgrana bajó la cabeza. Müller, sin embargo, la levantó con la sonrisa de oreja a oreja. No era para menos, no hay otro rival que le haya hecho más daño al Barça en Europa porque en siete encuentros le ha metido ocho goles.
Brazos caídos
Poco después, Sané pegó un zurriagazo desde fuera del área que sentenció el duelo y también al Barcelona en la Champions porque el Benfica no falló ante el Dinamo de Kiev. Por entonces, ya nadie levantó la voz, abatidos y cabizbajos los azulgrana. También Ter Stegen, que pudo hacer más en el gol porque se le coló por el centro de la portería.
No se le da nada bien al alemán el Bayern, siempre perdedor en el envite personal con Neuer, portero en el 2-8 y todo un manojo de nervios en el Allianz. Así lo explicó en el primer balón que tocó con los pies, pues entregó el cuero a Lewandowski, que exigió la rápida intervención de Busquets, también la cartulina amarilla. Poco después, el marcador ya reflejaba el 2-0 y el Barça hizo buena esa estadística de que no marca ni a la de tres en el primer tiempo porque en los últimos 10 partidos no ha festejado un solo gol en los primeros actos a excepción del duelo en Balaídos ante el Celta (entonces hizo tres para después desaprovechar la renta).
En el segundo tiempo, el Barça jugó con los brazos caídos, Musiala hizo el tercero y Müller acabó por cumplir su promesa.
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