Para Coutinho es ahora o nunca
El brasileño, el fichaje azulgrana más caro de la historia, brilla en los entrenamientos pero se apaga en los partidos
Convencido cruyffista, Xavi entiende a los extremos como una necesidad en sus alineaciones, jugadores que ensanchan el campo y que deben buscar el uno contra uno para acabar las jugadas con un centro si llegan hasta línea de fondo o con un remate (o último pase) si trazan la diagonal. “Queremos extremos porque es clave para el juego de posición. Queremos abrir el campo porque si generas por fuera, tienes más espacio por dentro”, resolvió el técnico antes de medirse al Benfica.
En su estreno ante el Espanyol, Ilias de titular y Abde como reemplazo fueron las apuestas rescatadas del filial para el costado derecho mientras le entregó la izquierda a Gavi, menos profundo porque por ese lado contaba con las ascensiones de Alba. “Ilias está sancionado de la Youth League y Abde es juvenil y no lleva dos años en el club por lo que no podemos inscribirlo”, señaló Xavi. Tampoco estará Ansu Fati, y queda por ver si se recuperan Sergi Roberto, Dest y Dembélé. “Nos guiaremos por la sensación de los jugadores porque están a punto”, convino el entrenador. Así que pide la vez Coutinho (Río de Janeiro, Brasil; 29 años), en el partido de ahora o nunca porque se le han agotado las vidas extra de azulgrana.
Por las mañanas y sin cámaras ni ojos que le juzguen, Coutinho es un jugador excelso. “En los entrenamientos es una pasada, hace lo que quiere”, explica una fuente del camerino. “Cuando no nota la presión, le salen las cosas porque no se exige y porque no piensa en hacer siempre la jugada más difícil”, se suma un trabajador de la Ciudad Deportiva. Pero no ocurre lo mismo cuando se pone el 14 a la espalda. “Mentalmente no está y eso se aprecia en los partidos porque le cuesta muchísimo”, apuntan las mismas fuentes; “no escoge bien y no son pocas las veces que empieza fuerte y se va apagando a medida que pasan los minutos”.
Quizá por eso la última vez que disputó un partido entero fue hace más de un año, entonces en el clásico ante el Madrid en octubre de 2020, al tiempo que la última ocasión que encadenó dos partidos seguidos y completos como azulgrana fue en enero de 2019. Una tónica desde que llegó al Barça, pues solo ha completado 19 encuentros de los 102 en los que ha participado; o, lo que es lo mismo, el 18,6%. Cifra paupérrima e inocua para el fichaje más caro en la historia del club —costó 120 millones fijos más 40 en variables— y guarismos que le han llevado a recibir varias pitas del Camp Nou y que él se encargó de reprochar hace tres cursos al festejar un tanto al Manchester United con los ojos cerrados y los dedos en los oídos. El principio del fin para un chico tímido y sin la mentalidad de líder, quizá porque siempre estuvo muy protegido por su entorno familiar y se refugió en sus hermanos mayores, Leandro y Cristian.
La degradación de Coutinho en el Barcelona ha sido constante, solo atinado en su primer curso, entonces con Valverde en el banquillo, porque en 22 duelos marcó nueve goles (uno cada 165 minutos) y siete asistencias (cada 211). Bajó a un tanto cada 304 minutos y un pase de gol cada 669 en el curso 2018-19; se mantuvo con un perfil bajo en la temporada 2020-21 con una diana cada 264 y una entrega definitiva cada 396; y ahora suma un tanto en los 513 minutos que ha disputado por ninguna asistencia.
“Sensible e inmaduro”
Entre medias está la cesión al Bayern Múnich, donde rindió mejor —11 redes, incluidas dos en el histórico 2-8 al Barcelona, y nueve pases de gol en 38 choques—, pero insuficiente para que el club bávaro hiciera una oferta. “Es un chico muy sensible, quizá un poco inmaduro. Por eso se tiene que sentir muy a gusto, que todo esté a su favor para que pueda rendir en el campo”, describe un empleado del Barcelona. Condiciones que solo encontró en el Liverpool porque a Klopp le gusta el caos, los movimientos constantes de sus delanteros para evitar que los rivales fijen las marcas y generar espacios que debe aprovechar la segunda línea, como hacía Coutinho. “El fútbol le debe una”, se lamentan en el vestuario; “es un diez como persona, espectacular”. Pero con eso no se hacen goles ni se justifica lo mucho que pagó el club, ni se atrae a compradores.
Por los pasillos de la Ciudad Deportiva ya nadie se atreve a decir que llegará su mejor versión. “Siempre he confiado en Coutinho”, dijo Koeman. Ahora Xavi espera su quiebro y su remate seco. Perdida la batalla de hacer olvidar a Neymar, puede que ante el Benfica tenga una de sus últimas oportunidades.
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