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Rumbo a la historia, la imperial Muguruza

Garbiñe roza la perfección ante una Badosa desinflada (doble 6-3) y abordará a Kontaveit en busca de convertirse en la primera mujer española que logra el título

Muguruza y Badosa se abrazan tras el partido de este martes en Guadalajara (México).
Muguruza y Badosa se abrazan tras el partido de este martes en Guadalajara (México).Matthew Stockman (Getty Images,)
Alejandro Ciriza

Imponente, jerárquica, imperial. E histórica. Garbiñe Muguruza rozó la perfección en dirección a su primera final de la Copa de Maestras, devorando un duelo que tuvo en la mano de cabo a rabo con una propuesta granítica que marchitó a Paula Badosa (doble 6-3, en 1h 26m) y la convirtió en la segunda finalista española en la Copa de Maestras, después de que Arantxa Sánchez Vicario alcanzase la de 1993. De menos a más en el torneo de Guadalajara, la caraqueña acabó imponiendo galones y experiencia, y tiene a tiro un laurel de lujo.

La ex número uno, que cerrará la temporada en la tercera posición de la clasificación con su ascenso desde el quinto puesto, derrotó a la catalana en un pulso de un solo sentido y se medirá este jueves (2.30 en La1/DAZN) con la estonia Anett Kontaveit (6-1, 3-6 y 6-3 a la griega Maria Sakkari). La española, ganadora de dos grandes (Roland Garros 2016 y Wimbledon 2017) y que alcanzó la cima del circuito en septiembre de 2017, brilla en tierras mexicanas como hacía tiempo que no lograba. Hay conexión: “Aquí me siento en casa”.

Montada sobre la bola durante todo el primer parcial, Muguruza acorraló a Badosa y firmó una manga impecable, incisiva en cada pelota y con el cuchillo entre los dientes en cada resto. Dominadora, la cinco del mundo quiso dejar claro desde el principio que quien mandaba era ella, y la ofensiva se tradujo en un martirio para la catalana, exigida todo el rato, ahogada, presionada en cada punto y adherida a una mala sensación que se le pegó como un chicle en la zapatilla. Lo intentó, guerreó y se resistió, pero abrió demasiado la puerta.

Lo pasó mal y se torció pronto Badosa, alicaída y nerviosa, tardana en la carrera y mal en los apoyos; sucia la ejecución, demasiada pelota corta y demasiada al pasillo. Perdió finura y en un santiamén se encontró en un callejón sin salida, en una desagradable situación para una tenista que desborda al ataque y juega a disgusto en la fase defensiva. No acostumbra a ir a remolque, sino a gobernar, y esta vez hizo la goma. Se desinfló. Y se apropió del timón Muguruza, que no lo soltó un solo segundo, agresiva e intimidatoria. Garbiñe en su mejor expresión.

Rompió la caraqueña en el cuarto juego y esprintó sin mirar hacia atrás, a todo gas y sin despiste alguno. En modo máquina. Dos indicadores: serrucho con los dientes y contoneo eléctrico al resto. De zarpazo en zarpazo. Una jugadora en órbita. Buscaba aire Badosa, pero a cada avance añadía luego un retroceso, agobiada y peloteando siempre en desventaja, a raya todo el rato. Garbiñe golpeó otra vez para cerrar el parcial y en la continuación mantuvo la misma línea, ni un paso atrás, sino otro hacia adelante, break para 2-0 y después serenidad. Sencillamente, lo bordó.

Siete días de menos a más

Al nivel de sus mejores días, esos que la condujeron hacia la cima e invitaban a pensar en una era con ella al frente, Muguruza dominó de inicio a fin, garrotazo va y garrotazo viene, soberbia también en el repliegue cuando procedía.

Badosa limó y propuso un arreón, pero se dio de bruces con la respuesta autoritaria de la caraqueña, firme para anular tres opciones de rotura en el tercer juego —las tres únicas que dispuso la 10 del mundo— y contundente a la hora de rematar la faena. Sin cavilar, con el turbo y un fabuloso porcentaje con los primeros servicios (81%), puso el lazo al duelo a lo grande.

Presente en las ediciones 2015, 2016 y 2017, su tope habían sido las semifinales de hace seis años y ahora está a un solo paso del trofeo. Reluce Muguruza después de haber estado contra las cuerdas, ya que arrancó en falso, con una derrota contra Karolina Pliskova en el primer compromiso de la fase de grupos y remontó en el segundo a otra checa, Barbora Krejcikova; después, obligada a ganar, batió a Kontaveit, que enlazaba 12 triunfos consecutivos y aterrizó en tierras mexicanas tras haber conquistado dos torneos seguidos (Moscú y Transilvania).

Unirse a Orantes y Corretja

Finalista el curso pasado en el Open de Australia, este año la española no ha podido brillar en los grandes —no ha franqueado la barrera de los octavos en ninguno—, pero su rendimiento en el primer trimestre, la regularidad tras el verano y los premios obtenidos en Dubái y Chicago le concedieron un billete para el Masters, y le han devuelto a la zona más alta del listado mundial. De hecho, solo Ashleigh Barty y Sabalenka figurarán por delante de ella a partir del próximo lunes.

Ahora, el gran reto que tiene por delante es conseguir el primer cetro maestro femenino. Arantxa no pudo lograrlo hace 28 años, cuando cedió contra la alemana Steffi Graf en el Madison Square Garden por 6-1, 6-4, 3-6 y 6-1. En la modalidad individual, solo Manolo Orantes (1976) y Alex Corretja (1998) lograron triunfar en el torneo de los mejores del año, tras vencer al polaco Wojtek Fibak en Houston y a Carlos Moyá en Hannover, respectivamente. Hoy por hoy, por derecho propio y subida en la ola mexicana, el turno es para ella.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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