Vallecas, tierra de ‘nueves’ clásicos
Falcao, con cinco goles en 334 minutos, pisa sobre las huellas de Fernando Morena, Polster y Hugo Sánchez
El gol siempre sobrevivió a cualquier desafío. Una razón de peso para explicar por qué Radamel Falcao (Santa Marta, Colombia, 1986) firmó por el Rayo Vallecano en el último segundo del postrero minuto del mercado de fichajes. El futbolista colombiano, hoy lesionado para un mes, quiere llegar en la mejor forma posible al Mundial de Qatar 2022. Conoce perfectamente el escaparate internacional de la Liga y alguien le susurró al oído que, históricamente, Vallecas es tierra de clásicos realizadores: Fernando Morena, Anton Polster y Hugo Sánchez.
Tres delanteros de postín que, en un momento determinado de sus respectivas carreras profesionales, aceptaron jugar en un Rayo de Primera y conseguir la exposición mediática que siempre le ha supuesto ser el tercer club de la capital. Además, Vallecas no ha dejado de ser nunca tierra de delanteros errantes, que van y vienen. Por allí pasaron, entre otros, Manuel Clares, compañero del Cruyff futbolista en el Barça; Laurie Cunningham, tras su experiencia en el Bernabéu; Rubén Cano, que viajó desde el Vicente Calderón o Palín González, que hizo el camino a la inversa. Allí fue cedido para dar el salto definitivo a la élite Diego Costa. Y jugaron el ex españolista Tamudo, con un gol que supuso la permanencia; el hermano de Diego, Hugo Maradona; o el internacional brasileño Guilherme…
Falcao tiene donde fijarse, pero, con su brillante pasado, los espejos que mejor reflejan su situación son los de Morena, Polster y Hugo Sánchez, a quienes les bastó una temporada en Vallecas para dejar un sello y un recuerdo inolvidable. Si los primeros pasos del ariete colombiano están siendo notables, cinco goles en 334 minutos, o lo que es lo mismo, en ocho partidos troceados, cuatro de titular y otros cuatro de suplente, ninguno completo, los de sus predecesores fueron aún más fructíferos desde el principio.
Fernando Morena (Montevideo, 1952) jugó en el Rayo la temporada 1979-80. Tenía 27 años y ya llegó consagrado. Venía de ser seis veces máximo realizador del fútbol uruguayo y dos de la Libertadores, con un aval de 481 goles. Cuatro años antes el Real Madrid había intentado ficharlo, pero los dos millones de dólares que pidió el Peñarol, echaron para atrás al mismísimo Santiago Bernabéu. No se llegó a entender muy bien cómo un futbolista de tanta calidad y tan cotizado recalaba en Vallecas, pero el mérito hay que apuntárselo a su compatriota Héctor Núñez, entrenador rayista, que supo tocar las teclas indicadas para pagar solo 750.000 dólares y adelantarse a clubes con muchos más recursos económicos.
Elegante y oportunista en el área, disputó los 34 partidos del campeonato y marcó 21 goles, solo superados por los 22 de Kempes, los 23 de Santillana y los 24 de Quini. Su comienzo fue arrollador. A estas alturas de temporada, tras cumplirse las 13 primeras jornadas, ya había marcado 11 tantos. Su intuición y puntería no pudieron impedir el descenso del equipo, que llegó a tener tres entrenadores (Héctor, Felines e Iriondo). Dos meses antes de finalizar la temporada, reclamado desde Valencia por Kempes, que le quería a su lado y tomó parte activa en el fichaje, comenzó a negociar su futuro en una operación económica en la que ganaron todos.
También causó sensación en su momento, el fichaje de Anton Polster (Viena, 1964). Cuando llegó al Rayo estaba también en la plenitud de su carrera, con 28 años. Su Bota de Oro, 39 goles, con el Austria de Viena (1987), le abrió las puertas del Torino e inmediatamente las del Sevilla. Tres temporadas en el Pizjuán (1988-91). En la segunda, marcó 33 goles, solo superados por los 38 de Hugo Sánchez, pero desavenencias con el club y el técnico (Cantatore) le empujaron a un sorprendente traspaso al Logroñés por 150 millones de pesetas (900.000 euros).
Marcó 14 goles en 38 partidos. Solo estuvo un año en La Rioja y su pase al Rayo (92-93), cuyo entrenador era José Antonio Camacho y su director deportivo era Goyo Benito, fue todo un acontecimiento mediático por cómo se produjeron las negociaciones y los finales 200 millones de pesetas (1.200.000 euros) de coste de la operación. Una locura para la época. Era el Rayo de Wilfred, Paco Jémez, Pedro Riesco, Antonio Calderón, Pizo Gómez… y quedó décimo cuarto clasificado, después de ganar en Vallecas al Real Madrid (2-0) con un gol suyo y otro de Pedro Riesco y empatar con el Barcelona (3-3), los tres tantos del austriaco. En total, en 31 partidos marcó 14 dianas y al final de temporada fue traspasado al Colonia alemán.
Su excompañero Paco Jémez hizo buenas migas con el ariete y siempre mostró su admiración por sus condiciones técnicas y físicas… “Y eso que llegó un poco gordo, tuvo que hacer una preparación física específica y se fumaba dos paquetes de tabaco diarios, pero era de lo mejor que yo he visto sobre un terreno de juego”, sostiene Jémez.
A rey muerto, rey puesto. El Rayo continuaba apuntando alto y con Ruiz Mateos en la presidencia llegó a Vallecas Hugo Sánchez (Ciudad de México, 1958), después de por su paso por el Atlético y el Real Madrid. Realmente su destino tenía que haber sido el América de su país, pero al futbolista no le gustó el comportamiento de su nuevo club y cobrando el 50 por ciento menos, regresó a Madrid. “Prefiero vivir de pie, que morir de rodillas”.
A pesar de la convulsión permanente en la que vivía el club con tres entrenadores en el curso (Felines, Zambrano y David Vidal), Hugo cumplió con su papel. En 29 encuentros marcó 16 goles, que no pudieron evitar el descenso del equipo en la promoción contra el Compostela. Abandonó el club sin cobrar más de la mitad del contrato y prolongó su carrera cinco años más.
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