El Athletic se estrella contra el muro del Cádiz
Un gol de Salvi Sánchez en el minuto 5, le da la victoria al conjunto amarillo, que sufrió poco en San Mamés (0-1)
Un gol en el inicio y se acabó. Ganó el Cádiz en San Mamés, salió de la zona de descenso y dejó al Athletic con un palmo de narices, o algo más. Los rojiblancos sólo reaccionaron en la segunda parte y no fue suficiente porque para entonces, el equipo gaditano ya era el de siempre, un grupo rocoso, al que es complicado encontrarle una fisura estructural, pese a los comienzos titubeantes en la Liga.
Tal vez ganó, porque el Cádiz no fue el Cádiz en la primera parte, puede que porque el Athletic tampoco fue el Athletic. Álvaro Cervera cambió el plan de cada semana y sorprendió a Marcelino con una presión adelantada inusual en un equipo acostumbrado a encastillarse y ahí se las den todas, pero ante la caraja rojiblanca, mudó la piel y a los 6 minutos se puso por delante en el marcador.
Para entonces, Perea ya había puesto a prueba a Unai Simón, pero fue Salvi Sánchez quien lo remató después de un despeje hacia atrás de Yeray y un balón que le quedó suelto tras el mal control de Lozano. Disparó de cerca, y al portero del Athletic no le dio tiempo a ponerse la sotana, o a cerrar las piernas.
Con Sancet y Berenguer volátiles como gases nobles, el Athletic se perdía en disquisiciones en medio campo. Faltaba Vencedor, caído de última hora por un virus de gastroenteritis que ha eliminado a un futbolista rojiblanco en cada uno de los últimos tres partidos, y a la creación bilbaína le sobraba posesión y le faltaba estructura.
Al Cádiz, con tres cositas, le bastaba para asustar a los de casa. Apenas tenía la pelota, pero cuando la conseguía, jugaba con criterio. Las mejores ocasiones del primer tiempo fueron suyas. Una, cuando Núñez perdió un balón y Perea remató para que Unai Simón blocara; otra, en un remate de cabeza de Lozano que el guardameta internacional detuvo también. Trabajó más que Ledesma, a quien el Athletic no inquietó ni una vez en el primer parcial.
Ya en el segundo tuvo más trabajo, cuando su equipo decidió adoptar una ubicación más numantina, muy cerca de su área, dentro a menudo. El primer intento de disparo a puerta de los bilbaínos llegó pronto, lo intentó Williams, inoperante, fallón, eligiendo siempre la peor opción, y que se estrelló en el muro cadista. Como el resto. Sólo el prometedor Nico Serrano estuvo cerca del gol en un remate que neutralizó Ledesma. Ninguna de las soluciones que adoptó Marcelino dinamizaron a su equipo. El Cádiz no tuvo ninguna opción de aumentar la ventaja, pero ni falta le hacía con el gol del inicio. Para los rojiblancos fue todo un ejercicio de impotencia frente a un equipo bien puesto, que sabía lo que hacía y consiguió sumar tres puntos muy valiosos, como había hecho la temporada anterior.
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