Atlético, más artilleros que fuego
En los dos partidos disputados desde el retorno de Griezmann el equipo no ha mostrado el potencial ofensivo que se le supone tras la llegada del galo
Desde que se concretó el retorno de Antoine Griezmann, el Atlético fue invadido por las expectativas que generaba el potencial reunido en los puestos de ataque. Se esperaba a un equipo goleador, o cuando menos, generador de multitud de ocasiones. La realidad ha sido otra en los dos encuentros disputados con Griezmann ya en nómina.
Ni el domingo pasado ante el Espanyol (1-2) ni el miércoles ante el Oporto (0-0) se vio un despliegue ofensivo acorde al elenco de delanteros con el que cuenta la plantilla rojiblanca. Nada que no intuyera Diego Pablo Simeone, ni nada que no haya tratado de evitar. Reconociendo la valía de la recompra, desde el día que el francés se incorporó al grupo el entrenador ha sido el más cauto ante el club con la euforia externa desatada. El técnico ha expresado la necesidad de contar con tiempo para encajar las piezas y observar la evolución del equipo en el trabajo de campo real.
Los dos encuentros disputados tras la llegada de Griezmann han resultado menos productivos en ataque de lo esperado. “Hay que trabajar y seguir mejorando. El equipo tiene mejora por delante. Y a eso apuntaremos. Buscaremos soluciones para que mantengamos la continuidad en el juego la mayor cantidad de minutos posible”, reiteró el preparador rojiblanco tras el empate sin goles ante el Oporto.
La gestión del encaje de Griezmann ha ocupado a Simeone en las últimas semanas, consciente de la importancia que este puede tener en el juego cuando alcance su mejor versión. El Cholo fue el primero en avisar al jugador de lo que le esperaba el día de su estreno ante la afición rojiblanca. Al jugador, en el club dicen verle liberado, a gusto consigo mismo tras el regreso y con humildad para admitir que no se marchó de la mejor manera. Sin embargo, el intento del entrenador y del club por darle normalidad a su regreso no evitó la fuerte reprimenda que este tuvo que escuchar cuando su nombre fue anunciado por la megafonía del Metropolitano y cuando entró al campo en sustitución de João Félix. Desde que se concretó el fichaje, frente al ruido exterior, el club evitó una presentación cínica y una declaración pública de arrepentimiento del jugador. La dirigencia rojiblanca abordó el fichaje como un lujo que podía permitirse sin tensar las arcas del club como sucedió en la millonaria renovación que le concedió un año antes de su marcha al Barcelona. Su recontratación aún no ha tornado en el caudal ofensivo que se esperaba. La delantera con más artillería pesada que se recuerda en el Atlético quedó prácticamente inédita ante el planteamiento que opuso el entrenador del Oporto, el luso Sergio Conceiçao. Solo dos remates entre los tres palos sobre un total de seis. Un registro bajo para lo esperado de un equipo que pudo utilizar a Luis Suárez, João Félix, Griezmann, Lemar, Carrasco, Correa y Marcos Llorente. La falta de maniobras para desmontar el entramado defensivo diseñado por Conceiçao limitó sobremanera el poder de los atacantes rojiblancos.
Más que señalar errores individuales, Simeone ha detectado falta de ritmo para la presión y de velocidad para atacar. Su conclusión sobre la no aparición del poderío ofensivo que se le supone al equipo responde más al estado físico a estas alturas de temporada.
Tanto los primeros cambios que introdujo en Cornellà (Lodi, Kondogbia, Lemar y João Félix), como los otros que realizó ante el Oporto (Lodi, Correa, Griezmann) fueron destinados a meter una marcha más al juego y a la presión. Ninguno de los delanteros de la extensa lista acusa tanto que el equipo no termine de imponerse en campo contrario como Luis Suárez. Sin efectividad en la presión alta, que contra el Oporto fue muy tímida, el equipo no ha sido capaz de generarle tantas ocasiones como en el final del curso pasado. Suárez necesita un equipo que se junte alrededor de él cerca del área rival. En otras condiciones que le obliguen a ser punta de lanza alejado del área, como sucedió ante el Oporto, pierde su potencial como rematador. El partido quizá demandaba al brasileño Cunha, pero la fe que Simeone tiene en Suárez le llevó a mantenerle hasta el final.
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