La maldición futbolística de Bolivia: más de 10.000 días sin ganar como visitante
La selección boliviana se enfrenta este jueves a Argentina bajo el lastre de 59 partidos sin victorias fuera de su país, cifra récord no solo en Sudamérica. Dos de los héroes del último triunfo lejos de casa, en 1993, recuerdan aquella gesta
La selección de Bolivia que este jueves visita a la Argentina de Lionel Messi lo hará como un equipo que, cada vez que sale de su país, juega bajo una nube de lluvia. Tras haber perdido 4-2 ante Uruguay en Montevideo este domingo, los bolivianos arrastran un castigo que parece no tener fecha de vencimiento: no ganan desde hace 59 partidos. Bolivia carga con la peor racha de cualquier selección como visitante en la historia de las eliminatorias para las Copas del Mundo. Al menos la última victoria fue a lo grande, con una goleada 7-1 a Venezuela en Puerto Ordaz hace 28 años, el 18 de julio de 1993, cuando la desgracia comenzó a perseguir a Bolivia en cada presentación fuera de La Paz.
“Que sigamos siendo los héroes de aquel 7-1 nos apena mucho, nos entristece. Ojalá salga otro grupo que nos represente de la mejor manera”, responde el exdefensor Miguel Rimba, uno de los titulares en aquel triunfo de hace más de 10.000 días que abrió paso a la travesía por un desierto sudamericano. “Ese 7-1 fue una excepción, algo memorable, pero dentro de una gran generación de futbolistas. En esas eliminatorias conseguimos el pase al Mundial de Estados Unidos y el fútbol boliviano se hizo más conocido. Teníamos una base de grandes jugadores, pero después se cometieron errores”, agrega Luis Cristaldo, autor de un gol en la tercera y todavía última victoria boliviana de visitante en un torneo clasificatorio a las Copas del Mundo.
Los 59 partidos que Bolivia lleva sin triunfos, con 50 derrotas y nueve empates -siempre en partidos de visitante por eliminatorias a Mundiales-, implican un récord mundial. En Europa, Luxemburgo llegó hasta 53. Desde el comienzo de su recorrido, en 1937, el séptimo Estado más pequeño del mundo acumuló 52 derrotas y un empate (1-1 contra Bélgica en Bruselas, en 1989) hasta que en 2008 al fin ganó fuera de su país, 2-1 ante Suiza en Zurich. San Marino, un microestado montañoso rodeado de la zona central de Italia, comenzó a participar en las eliminatorias en 1992 y todavía no ganó fuera de su país. Si este miércoles no triunfa en Tirana, la capital de Albania, por el camino a Qatar 2022, la selección sanmarinense sumará su 36ª presentación sin alegrías de visitante, con 35 derrotas y un empate solitario en 2001, frente a Letonia en Riga. Y si además se computan todos sus partidos de visitante, los amistosos, de clasificación a la Eurocopa y de Liga Europea de Naciones, San Marino llegará a 87 salidas sin ganar a domicilio.
La desventura de Bolivia comenzó en su mejor momento histórico, en su única clasificación a un Mundial a través de las eliminatorias (ya había jugado las Copas del Mundo de 1930 y 1950, pero sin pasar por fases previas). A sus 53 años, Rimba reconstruye desde La Paz aquella goleada final a orillas del río Orinoco: “Éramos un equipo que mezclaba una camada que estaba en lo último de su carrera con otra que recién surgía, más un cuerpo técnico [liderado por el español Xabier Azkargorta] que elegía muy bien. Aquel partido contra Venezuela fue el primero de las eliminatorias del 93, pero veníamos preparados con una gira de 53 días por Europa. Además teníamos muchas reuniones entre los jugadores: estábamos convencidos de que era nuestra oportunidad”, dice quien, tras su retiro, fue ministro de Deporte del Gobierno de Evo Morales entre 2010 y 2014.
“Ya en las eliminatorias para Italia 90 habíamos andado bien, y terminamos con los mismos puntos que Uruguay, pero nos quedamos afuera por un gol de diferencia [en verdad fueron cuatro]. En ese torneo, en 1989, le ganamos 2-1 a Perú en Lima”, agrega Cristaldo, desde Santa Cruz de la Sierra, en referencia a la segunda victoria de Bolivia fuera de casa en eliminatorias, tras el inaugural 3-1 a Venezuela en 1977, en Caracas. “Para Estados Unidos 94 llegamos muy bien: ya casi todos los jugadores teníamos experiencia internacional en la selección y clubes, como Copas América y Libertadores. Estábamos curtidos, eran partidos que no nos sobrepasan”, agrega el nacido en Ibarreta, un pueblo de Formosa, al noroeste de Argentina, pero nacionalizado boliviano desde que a los 15 años fue a visitar a su hermana en Santa Cruz de la Sierra y comenzó a jugar para la academia Tahuichi Aguilera.
A pesar de que sumó 80 presentaciones para la selección de Bolivia, tres de ellas en el Mundial de Estados Unidos 1994, Rimba reconstruye aquella victoria en Puerto Ordaz con precisión de cirujano. “Al partido en Venezuela llegamos tan bien que, a pesar de que empezamos perdiendo 1-0 a los 28 minutos, aplicamos nuestro lema de seguir igual y terminamos ganando 3-1 el primer tiempo. Teníamos concentración, dominio de balón y seguridad”, dice Rimba, actual secretario de Turismo y Deporte de El Alto, en la periferia de la capital, La Paz. Agrega Cristaldo: “Después nos enteramos que, cuando empezamos perdiendo 1-0, en nuestro país mucha gente apagó la tele. Los periodistas decían ‘otro fracaso’. Hicimos el séptimo gol cuando faltaban 25 minutos. Podríamos haber ganado por más”.
Por qué la selección de Bolivia perdió competitividad desde entonces es la pregunta que se hace todo un país, también Rimba y Cristaldo. “Acá había dos escuelas de fútbol muy importantes, la Tahuichi Aguilera en Santa Cruz de la Sierra y la Enrique Happ en Cochabamba, que alimentaban de muy buenos jugadores al fútbol nacional. De allí salieron grandes, como (Marco) Etcheverry, (Julio César) Baldivieso, (Juan Manuel) Peña y (Marco) Sandy. Nos falta trabajar en divisiones menores y recuperar el nivel del campeonato interno: el ahora es de muy bajo nivel”, dice Rimba. “Haber llegado al Mundial del 94 tuvo un efecto negativo. Aquella dirigencia era buena, pero después llegó otra gente. Lo único rescatable desde entonces fue el segundo puesto de la Copa América del 97, como locales. Cuando crees que llegaste al fondo, siempre hay algo más abajo. Ya ni siquiera ganamos como antes en La Paz”.
Así como la maldición de Bolivia por eliminatorias sobresale en Sudamérica -Venezuela llegó a 32 excursiones sin triunfos a domicilio entre 1965 y 2001 y Ecuador a 29 entre 1956 y 2000-, también resulta notable el contraste entre la propia selección como visitante y local: en el estadio Hernando Siles de La Paz, a 3.577 metros sobre el nivel del mar, suele hacerse fuerte. Para Rimba, sin embargo, que Bolivia baje al llano, como este jueves en Buenos Aires, no debería ser un impedimento tan marcado para el triunfo, al menos durante tanto tiempo.
“Cuando jugaba en Bolívar (uno de los clubes grandes de la capital boliviana), y bajábamos a ciudades como Santa Cruz, también sacábamos buenos resultados -dice Rimba, el noveno futbolista con más partidos en la selección boliviana-. Se nos hinchaban un poco los tobillos y los pies porque tomábamos más líquido, pero nos afectaba un poquito, no mucho: en definitiva teníamos más glóbulos rojos y corríamos más. Entiendo que, para quienes vivimos en la altura, ir al llano perjudica un poco, pero de 10 puntos, uno rinde ocho. En el caso inverso, no voy a negar que la altura existe, pero el rendimiento baja a un siete, un seis. Los equipos que llegan bien preparados se llevan muy buenos resultados. Ahora viene un equipo al 60 por ciento y puede ganar”.
De regreso a aquella clasificación del 94, Cristaldo recuerda cómo se consumó la gesta. “Después del 7-1 nos tocaron cuatro partidos de local, en La Paz, y los ganamos todos, a Brasil, Uruguay, Ecuador y Venezuela. Al final nos tocó cerrar de visitante. Perdimos con Brasil, nos robaron en Uruguay y nos clasificamos con el empate en Ecuador. ¡Dejamos afuera a los uruguayos!”, dice el segundo jugador con más presencias en la historia de la selección de su país. “A Brasil, en La Paz, le sacamos el invicto en eliminatorias, no había perdido en 40 años. Y ahí el presidente de la FIFA, que era brasileño, João Havelange, empezó a buscar con el tema de la altura. Nosotros tenemos el derecho de jugar donde nacimos, así como Brasil nos hizo jugar en Recife con 48 grados”, agrega Rimba.
Noveno entre diez participantes en el camino a Qatar 2022, y por supuesto sin triunfos de visitante (perdió con Brasil y Uruguay, y empató con Paraguay y Chile), la actual versión de Bolivia no seduce. “Dejemos de mentirle a la gente, el pueblo boliviano no es tonto, no digamos que matemáticamente tenemos chances de ir al Mundial. El nivel de nuestra selección es el que mostró, y con eso no alcanza”, dice Rimba. A su pésima racha fuera de casa, Bolivia tampoco se torna competitiva como neutral en la Copa América: perdió los diez partidos consecutivos que jugó en las últimas tres ediciones: 2017, 2019 y 2021.
La oportunidad en la que Bolivia estuvo más cerca de quebrar su racha actual, de 59 partidos sin triunfos de visitante, fue en 2011 en el Monumental de Buenos Aires, sede del partido de este jueves. Tras ponerse en ventaja con un gol de Marcelo Martins, un habitual verdugo de la Albiceleste -y también titular en lo que será el regreso del público al fútbol argentino tras la pandemia-, la selección de Messi empató 1-1 en el segundo tiempo.
El desglose de los 59 encuentros desde aquel 18 de julio de 1993 se dividen en 50 derrotas y nueve empates. Las ocho visitas a Uruguay y las seis a Colombia terminaron en caídas. Contra Ecuador y Paraguay fueron seis derrotas y un empate. Las excursiones a Argentina, Brasil y Venezuela acumulan un registro de cinco caídas y una igualdad. Contra Perú, cuatro y dos. Y ante Chile, en Santiago, Bolivia lleva cinco derrotas y dos empates. En verdad, uno de esos partidos terminó 0-0 pero, por mala inclusión de un jugador boliviano, la FIFA le dio por ganado el partido a los locales por 3-0. No deja de ser una síntesis: Bolivia perdió hasta cuando no lo había hecho.
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