Los campeones están en el banquillo
La Serie A se encomienda al retorno de grandes entrenadores como Mourinho o Allegri, que suplen la falta de capacidad del torneo para retener a sus estrellas en el campo
Que las cosas se iban a poner complicadas ya lo sabía Antonio Conte en mayo. Justo cuando el Inter acababa de ganar el primer scudetto, después de 11 años de sequía y de nueve dolorosos títulos seguidos de la Juventus, llegó el primer aviso. El entrenador, experto en explorar la resistencia económica y psicológica de los clubes que le contratan, acomodó su oreja sobre las vías del tren y detectó el problema desbocado que se les venía encima. Luego anunció que lo dejaba solo dos años después de haber cogido las riendas del equipo milanés. Sabía que no había una lira y tocaba vender a las estrellas. Y que también le sucedería a todos los clubes. Pero su dimisión, lejos de ser un drama, generó un efecto dominó en los banquillos italianos y el retorno de algunos viejos rockeros que, a falta de grandes estrellas en la hierba, atraen los focos en la liga que comenzó este fin de semana.
Hace solo un año, seis de los primeros siete clasificados de la Serie A confirmaron a su entrenador: había proyecto, estabilidad y confianza. Ahora, cinco de esos mismos equipos han tenido que cambiarlo: Inter, Juve, Roma, Nápoles y Lazio (Atalanta y Milan no tocarán nada). El regreso más sonado lo firma Massimiliano Allegri en Turín. Íntimo amigo del presidente, Andrea Agnelli, rechazó al Real Madrid este verano y prefirió volver al club donde levantó cinco scudetti seguidos. Tiene que lidiar con la decadencia de Cristiano Ronaldo, un equipo envejecido y un club enemistado con el resto de la asamblea de la Serie A por el órdago de la Superliga. Allegri ha logrado el fichaje de Locatelli (uno de los grandes talentos italianos junto a Federico Chiesa) y poco más. Su principal rival (Antonio Conte), el hombre a quien él mismo sucedió en la Juve y que podía disputarle ahora la liga, se ha retirado antes de empezar. El domingo solo lograron empatar (2-2) contra el Udinese.
La marcha de Conte resta también morbo a la llegada de Mourinho a Roma, donde aterriza como un marciano en un club en las antípodas de todo lo que es él y de lo que ha entrenado. Sí, al equipo al que se refirió con la famosa frase de “zero tituli” cuando estaba en el banquillo del Inter. Ahora se ríe de aquello: borrón y cuenta nueva del hombre que logró la última Champions con el Inter y que nada más llegar a Trigoria lanzó un dardo a su viejo club. “Haremos un equipo sostenible, no uno para ganar el scudetto y luego vender a todas las estrellas”. Mourinho devolverá la gresca a las ruedas de prensa, atraerá los focos sobre la Roma y permitirá al equipo soñar con algunos fichajes inalcanzables (ha firmado a Abraham del Chelsea, al portero Rui Patricio y al defensa uruguayo Viña). Pero Roma puede ser muy cruel y, si las cosas van mal desde el principio (el domingo ganó 3-1 a la Fiorentina), saldrá escaldado en lo que podrían ser los últimos estertores de una carrera declinante.
El Nápoles, que no logró los objetivos que le había fijado su presidente, Aurelio de Laurentiis a Genaro Gattusso, ha optado por Luciano Spalletti (ex de la Roma). Y el Inter (4-0 contra el Genoa), sin entrenador y después de deshacerse de Lukaku y Achraf, se ha encomendado al criterio técnico de Simone Inzaghi, que entrenaba a la Lazio. Al club romano también le alcanzó el efecto dominó inesperadamente y vio a su hijo pródigo hacer las maletas —su presidente, Claudio Lotito hizo el ridículo asegurando que continuaría— y llamó a Maurizio Sarri para dar un paso adelante. El técnico toscano —rudo en la calle y sofisticado en la cancha— revolucionó el Nápoles años atrás y estuvo a punto de alcanzar la gesta maradoniana de un scudetto. Luego pasó por el Chelsea y le dio una liga a la Juventus, pero su estilo de juego está lejos del que practicaba la Lazio (3-0 contra el Empoli) y tendrá trabajo para transformar un equipo que no gana el scudetto desde el año 2000, cuando la chequera laziale no tenía fondo. Un tiempo en el que las estrellas de la serie A estaban en el campo y no solo en el banquillo.
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