Ecuador rompe su techo de cristal deportivo con tres medallas olímpicas
Dos oros y una plata en Tokio marcan el mejor resultado de un país que solo subió a lo más alto del podio una vez hace 25 años
El capítulo olímpico de Ecuador tenía hasta ahora un protagonista único. El marchista Jefferson Pérez fue hace 25 años el primer ecuatoriano en subirse al podio y ganar un oro en los Juegos de Atlanta de 1996. El atleta y el país latinoamericano no volvieron a ilusionarse hasta 12 años después, al terminar con una plata en Beijing 2008. Esas dos medallas quedaron anotadas en el histórico deportivo nacional como un hito puntual y casi irrepetible. Hasta la cita de Tokio 2020. Ecuador ha hecho añicos su propio techo de cristal con dos oros y una plata en ciclismo y halterofilia que ya hacen pensar a su gente que el éxito deportivo no está condenado a la mera anécdota.
Richard Carapaz, campeón del Giro de Italia de 2019 y tercero en el Tour de Francia de este año, desempolvó el medallero olímpico la semana pasada con el primer oro en Japón. Era la apuesta con más posibilidades del equipo olímpico ecuatoriano. La sorpresa llegó días después en halterofilia femenina. Dos jóvenes se subieron al podio el domingo y el lunes e inundaron de ilusión a los ecuatorianos al convertirse en las dos primeras mujeres medallistas olímpicas del país.
Neisi Dajomes, de 23 años, hija de refugiados colombianos, ganó el oro con sus 263 kilos levantados en dos tandas en la categoría de 76 kilogramos y sin fallar ningún intento. El éxtasis con el que amaneció el país el domingo se reeditó el lunes gracias a Tamara Salazar en la misma especialidad, pero en la categoría de 87 kilos.
Levantar también 263 kilos le valió el metal plateado y lanzó al país al puesto 27 del medallero, por delante de España, y solo superado en Sudamérica por Brasil. Parecidas como dos gotas de agua, Dajomes y Salazar comparten además historia de superación. Ambas, afroecuatorianas de 23 años, venían acumulando títulos en campeonatos en los últimos años que hacían presagiar su destacada participación olímpica. Para Dajomes son las segundas olimpiadas y para Salazar, las primeras. Pero las dos han lidiado con dificultades para llegar en forma a los Juegos. La pandemia acabó con la agenda de competiciones y Salazar se veía lejos de su mejor estado antes de Tokio. Solo entrenaba en casa. Dajomes dio un falso positivo por la covid-19 que retrasó y casi frena su salida del campamento de concentración preolímpico en el que estaba en España. Dedicó su oro a su hermano y mentor, que falleció en 2018, y a su madre, que murió en 2019.
Los dos oros y la plata son ya el mejor resultado del deporte ecuatoriano y han despertado un aluvión de optimismo en un público poco acostumbrado a las victorias internacionales. Aún queda la baza de Glenda Morejón, una jovencísima marchista de 21 años que es firme candidata al podio tras romper el récord mundial sub-20 en 20 kilómetros marcha y ganar el título mundial sub-18 en 2017 cuando tenía 17 y viajó a Kenia sin familia ni entrenador. Ganó y cruzó la meta sin nadie que la recibiera. Entrenaba, según contaron entonces sus padres, con zapatos remendados y recuperaba fuerzas con agua con panela. Tras aquella victoria, entró al plan de Alto Rendimiento de Ecuador y este viernes compite en sus primeros Juegos.
Morejón forma parte, como Dajomes, Carapaz y Salazar, de una hornada de deportistas que viene despuntando y ganando títulos desde aquellos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 a los que Ecuador envió 38 deportistas en 12 categorías. Volvieron sin medallas pero con la sensación de haberse quedado a las puertas del podio. A Tokio han acudido 48 representantes en 15 disciplinas y el medallero demuestra hoy que no se equivocaban.
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