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PAISAJES
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Francia y el dolor de muelas

Siempre da la impresión de poder jugar a algo más brillante, pero es muy sólida cuando se pone por delante en el marcador

Paul Pogba dribla a Toni Kroos durante el Francia-Alemania.
Paul Pogba dribla a Toni Kroos durante el Francia-Alemania.MATTHIAS SCHRADER (AFP)
Andoni Zubizarreta

Han pasado solo siete días y ya parece que tenemos algunas certezas. Y digo “parece” porque en un torneo corto como la Eurocopa se pasa de la certeza al desastre en pocos minutos, en una acción aislada, en un fuera de juego mal tirado, o en un resbalón del portero.

Repasemos mis certezas:

Por selecciones: se diría que a Italia le ha sentado muy bien no ir al Mundial de Rusia 2018 para recomponer a su efectivo, rehacer su escuadra, apostar por muchos jugadores jóvenes, sin olvidar a los veteranos que dominan los tempos del juego para mostrarse sólida, rápida y, ¡oh, sorpresa¡, punzante en el ataque. Si ya la Liga italiana se había mostrado como una de las más goleadoras, su selección sigue esa misma estela. Y ya sabemos que una selección vestida de azzurro es siempre un candidato muy serio.

En la misma línea de los italianos podríamos poner a la brillante Bélgica (escribo esto antes de su emotivo partido contra Dinamarca), a la eficaz Portugal y a la sólida Francia, esa Francia que no sé si a ustedes les pasa lo mismo pero que a mí me da siempre la impresión de poder jugar a algo más brillante por el plantel que dispone pero que es un dolor de muelas cuando se pone por delante y puede contraatacar. Habrá que verla cuando el resultado le sea desfavorable.

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Por puestos: se certifica que los puestos más delicados en estas grandes lides son los de los que tienen relación directa con el gol. Delanteros centro, o goleadores, llámelos como le plazca, y porteros son los sujetos más observados. Bueno, eso y los banquillos, claro.

Mirando solo al grupo de España veremos que Morata, Berg y Lewandowski han salido muy dañados de los primeros 90 minutos. Lo mismo podemos decir de Szczesny o de la solidez de la línea defensiva española con esas ocasiones concedidas, aisladas, pero demasiado claras para viajar con tranquilidad por esta alta competición. Si me dejan un rato de mirada de portero yo diría que ese es el asunto principal a equilibrar porque el del acierto en el último remate, el último tiro o el último pase suele estar vinculado a lo individual y lo puntual mientras que lo defensivo suele ser un tema estructural.

Y si miramos a los banquillos tengo la sensación de que la próxima excentricidad que podemos ver es la de alguna selección que cambia a su seleccionador tras el primer partido, cuando aún quedan posibilidades matemáticas para clasificarse. Todo en aras del resultado, de la efectividad, de lo inmediato. Aquí y ahora. Y punto.

Por importancia: siempre dijimos que el fútbol es lo más importante de lo menos importante pero pocas veces nos hemos encontrado tan de frente a esa realidad como en el momento en el que Christian Eriksen cayó desplomado en el césped y todas las cuestiones secundarias desaparecieron para que solo la salud del jugador danés fuera una prioridad. Tal vez por eso sorprende la celeridad de la UEFA por continuar con el partido con los jugadores, y el público, en shock.

Lo podría extender a que el defensor francés Pavard siguiera jugando pese a su conmoción cerebral y con un protocolo escrito respecto a como actuar en estas situaciones y que determinaba de forma clara que el bravo defensa francés hubiera debido ser sustituido.

¿Era necesario seguir jugando en Copenhague y que Pavard siguiera en el campo? ¿El espectáculo siempre tiene que continuar? Me lo pregunto y más, mucho más, en estos tiempos en lo que tanto hemos oído hablar de los valores del fútbol como deporte confrontado a eso que se ha llamado el fútbol como negocio. Pero son los hechos los que confirman y conforman los valores, no los discursos.

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