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Area di rigore
Columna
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Una fiesta ya no dura nada en el calcio

La dimisión de Antonio Conte, técnico de un Inter de Milán que deberá ser desmantelado cuando no había ni empezado a celebrar el ‘scudetto’, provoca una efecto dominó en siete banquillos

Daniel Verdú
Los jugadores del Inter de Milán celebran el 'scudetto' logrado esta temporada.
Los jugadores del Inter de Milán celebran el 'scudetto' logrado esta temporada.Nicola Marfisi (AP)

Sabíamos que la fiesta terminaba cuando se formaba la cola en el guardarropa y el suelo estaba ya tan pegajoso que costaba dar cada paso. El final podía olerse en los cuerpos y en la gente que espera en la puerta del baño. Lo extraño fue, durante estos meses de pandemia, que ese aroma a decadencia nocturna llegase artificialmente con la primera copa en la mano y el móvil para llamar al taxi, en la otra. Un fenómeno que se parece enormemente al drama vivido la semana pasada por el Inter de Milán. El club que ha ganado el ansiado scudetto después de 11 años ha tenido que despedir a su entrenador y empezar a vender a sus estrellas cuando ni siquiera había empezado a celebrar el título. Como si el toque de queda se aplicase también a la felicidad de la grada. Una crisis acelerada, como todo en este último año y medio de vida, que ha generado un efecto dominó en el calcio en el que han caído ya siete entrenadores.

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Nadie recuerda a un equipo en Italia que haya tenido que ser desmantelado nada más conquistar un título tan esperado. El Inter tenía banquillo, jugadores y hambre. Pero se ha visto obligado a darle la carta de libertad a Antonio Conte, su entrenador (y pagarle siete millones) además de poner precio a sus estrellas. El exmadridista Achraf Hakimi se marcha al PSG por 60 millones y Lautaro y Lukaku, dos bestias a las que el técnico salentino ha exprimido al máximo este año, están en el escaparate por si alguien se anima a poner encima de la mesa lo que piden.

La novedad es que, esta vez, las cuentas no salen ni ganando. El presidente del club, el chino Steven Zhang, propietario del grupo Suning, tiene que hacer frente al vencimiento de los créditos leoninos concedidos por un fondo asiático para reflotar la entidad. Faltan unos 100 millones y urge hacer caja. De lo contrario el Inter pasará a otras manos. La revolución forzada en el club lombardo (redimensionar, lo llama la propiedad) ha despertado la cólera de los aficionados y ha provocado un efecto mariposa en los banquillos del calcio que también se ha sentido en España (Conte podría terminar en el Real Madrid).

Hace un año, seis de los primeros siete equipos de la Serie A confirmaron a su entrenador. Todos ellos tenían proyecto sólido y quisieron ampliarlo. Solo decidió cambiar la Juventus que, a falta de de un sueño como Guardiola, se convenció para darle el mando a un tipo de la casa como Andrea Pirlo. Pero el invento ha durado poco. Y un año después, cinco de aquellos mismos equipos han tenido que cambiar al inquilino del banquillo: Lazio, Inter, Roma, Nápoles y Juventus (además de la Fiorentina y el Sassuolo). En esta fase del año suele hablarse de jugadores. Pero en Italia, sin un euro en las arcas para fichar, el protagonismo total del mercato son los banquillos.

Los cambios alteran de nuevo el tablero y los equipos volverán a jugar con cartas nuevas la próxima temporada. El año que viene, como señalaba el periodista Mario Sconcerti en Il Corriere della Sera, no habrá ningún equipo favorito por primera vez en 30 años. La Juve volverá a la libreta de Allegri para que todo vuelva a ser como antes. El Inter le roba a Simone Inzaghi a la Lazio —su presidente, Claudio Lotito hizo el ridículo asegurando que continuaría—, que intentó sin éxito contratar a Gennaro Gattuso antes de que terminase en la Fiorentina. El Nápoles fichará a Luciano Spalletti y la Roma, eso ya lo sabe todo el mundo a estas alturas, se ha encomendado a Mourinho justo 20 años después de lograr el último scudetto. Solo el Milan, que volverá a la Champions este año, tendrá al mismo inquilino en el banquillo [Stefano Pioli] el año que viene. Quizá el único que, sin haber ganado nada este año, que tenga algo que celebrar.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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