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Correa, de agitador a referencia

Con la llegada de Luis Suárez, el argentino ha encontrado la parcela idónea para sus trucos con el balón

Correa
Correa controla el balón ante Rubén García durante el partido ante Osasuna en el Wanda el pasado domingo.Manu Fernandez (AP)

¿De qué juega Correa? De lo que mande Simeone. De lo que necesite el equipo en cada momento. Es la palpable realidad. En lo que va de temporada ha jugado de primera referencia ofensiva. De segunda. De media punta. De interior derecho… incluso de lateral de largo recorrido contra el Chelsea en la Champions.

Por esta polivalencia bien interpretada, si juega el sábado contra el Valladolid, Ángel Correa (Rosario, Argentina, 26 años) disputará por primera vez los 38 partidos de Liga en sus seis cursos como jugador rojiblanco.

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Diego Pablo Simeone es ya una leyenda del Atlético de Madrid. El equipo colchonero lo fichó en 1994 y en 1996, el 'Cholo' fue protagonista del histórico doblete (Liga y Copa del Rey). Marcó el gol ante el Albacete en la última jornada que sirvió para asegurarse el título liguero (en la foto). La siguiente Liga del Atlético lo tuvo también como actor principal, pero en el banquillo. Hoy es el entrenador rojiblanco más exitoso de la historia.
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La que está a punto de acabar es su temporada más completa desde que aterrizara en 2015 en el Vicente Calderón. Lo avalan sus estadísticas mayores (8 tantos y 8 pases de gol) y las notables sensaciones futbolísticas ofrecidas un partido sí y otro también. De agitador, de recurso de banquillo para impulsar al equipo cuando el ataque se atascaba, ha pasado a ser una de las referencias ofensivas fijas. Su juego entra por los ojos. Es vistoso. Juega donde le manden y cada día lo hace mejor. Brilla cuando disfrazado en sus 171 centímetros se cuela entre las líneas enemigas y tira de repertorio: controles orientados con ambos pies; paredes de primera; regates de baile de salón; pases al espacio y un juego de espaldas más propio de un pívot que de un base.

¿Qué le falta? Gol. Precisión en el remate. Puntería. Sus ocho goles en los 37 partidos jugados (28 de titular, tres completos y nueve como sustituto), dejan un registro pobre: un tanto cada 291 minuto (0,2 por partido). Poco para todo lo que genera. Una estadística concreta le delata: ha errado nueve oportunidades manifiestas. De esas que sirven para sumar puntos y ganar partidos. En su descargo, siempre se podrá esgrimir que, si el técnico no le cambiara tantas veces de posición a lo largo del partido y, sobre todo, no le obligara a trabajar tanto en la presión, posiblemente a la hora del remate estaría menos desgastado desde el punto de vista físico y más lúcido en el mental.

Fue entre marzo y abril cuando encadenó tres o cuatro errores consecutivos muy claros contra el Levante, Sevilla y Betis y Simeone saltó en su defensa como una pantera. Un abrazo en público en el Villamarín y unas cariñosas palabras en la conferencia sirvieron para salvar al soldado Correa. El jugador respondió al cariño con lo que más le cuesta. Goles. En los dos siguientes partidos marcó los dos primeros ante el Eibar (5-0) y el que abrió el marcador frente al Huesca (2-0).

Los 200 encuentros de Liga cumplidos el pasado domingo ante Osasuna, confirman que Diego Simeone ha creído siempre en su compatriota, pero la competencia en las posiciones de ataque había sido feroz: Griezmann, Fernando Torres, Jackson, Vietto, Gameiro, Carrasco, Diego Costa, Álvaro Morata…

Correa estuvo a punto de marcharse del Atlético en el verano de 2019. El club quería al valencianista Rodrigo y su fichaje pasaba por su venta al Milán. Tuvo un pie fuera, pero las cifras económicas no cuadraban y el argentino se quedó.

La llegada de Luis Suárez ha resultado gloria bendita para Angelito, como le llaman en el vestuario. Simeone se dio pronto cuenta de que el equipo tenía que viajar en ese espacio que tanto proclama y jugar más en el campo contrario que en el suyo. Había que acercar cuantos más jugadores mejor a la zona de influencia del uruguayo y no encontró mejor enganche que Correa.

Ya sea desde la derecha, donde defiende como un jabato su banda, o desde la media punta o dentro del área, el argentino ha encontrado la parcela idónea para sus trucos con el balón.

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