Nadal salva otro enredo
El número tres cede un set contra Nishikori, pero se corrige y enfila a Norrie en cuartos (6-0, 2-6 y 6-2)


A falta de filo, bueno es el marcador. Seguir adelante. No está Rafael Nadal especialmente inspirado en este despegue de la gira de tierra. A la caída en los cuartos de final de Montecarlo, se suman los dos sets cedidos en las dos primeras apariciones de este Godó, resueltas a las bravas y con más jerarquía que argumentos. Si el miércoles tuvo que sudar bastante más de lo esperado para desarticular al 111º del mundo, contra Kei Nishikori se vio obligado a enderezar una tarde peligrosamente oscilante, puñetera porque el japonés, perdido desde hace tiempo y rendido finalmente por 6-0, 2-6 y 6-2 (en 2h 19m), encontró una rendija y planteó un aprieto.
No obstante, supo escapar Nadal del brete y consiguió el billete para los cuartos de final, en los que se medirá al británico Cameron Norrie (retirada de David Goffin) con un debe, el saque: lo ha cedido 11 veces en los tres últimos compromisos sobre arena. En ese apartado, las dudas persisten. Aún no afina y por esa grieta se le han escurrido ya un par de mangas, algo que no le había sucedido nunca cuando elevó sus 11 títulos en Barcelona.
Lo que de entrada fue una bendición, la parsimonia de Nishikori, se convirtió luego en una daga de vuelta porque Nadal se contagió, bajó el pistón y el japonés se reenganchó al duelo gracias al ritmo anestesiado que había adquirido la tarde. La fluctuación fue radical: uno y otro, de arriba abajo y viceversa. Sin necesidad de alardes, el español ventiló el primer set en media hora y encontró un oasis necesario tras el exigente estreno del día anterior, cuando Ilya Ivashka no le había concedido tregua; sin embargo, lo que apuntaba a un banquete se transformó después en una engorrosa situación.
Como le ocurriera la tarde previa y la semana pasada en Montecarlo, contra Andrey Rublev, el mallorquín encalló con el servicio –38% con los segundos en la continuación– y del parcial de 7-0 a su favor, con una pelota a su favor para el 8-0, se pasó a un 3-0 adverso. Otro destemple. No está fino Nadal con el saque y sus dudas rehabilitaron al japonés, manso y dócil hasta que vio el terreno despejado y empezó a enredar. Arañó un primer break y pese a que se quedó con las ganas del segundo en el cuarto juego, cuando el balear apagó un par de fuegos, lo cazó en el tramo final (5-2) y entró de lleno en un partido que parecía de una sola dirección.
“He dado un paso adelante”
Lo parecía, pero a Nadal le costó otra vez coger las riendas del juego. Resulta, en cualquier caso, que Nishikori está anímicamente cogido con pinzas, desorientado desde hace tiempo porque su voluntad y su cuerpo han cogido caminos independientes, y a la que el español le dio un par de veces con la puerta en las narices su revuelta quedó en la nada. Nadal abortó cuatro opciones de break en los dos primeros juegos del epílogo, y a partir de ahí pudo respirar. Recuperó el drive, y con él llegaron de nuevo las buenas sensaciones del arranque para zanjar la discusión, los vaivenes que no interesan. De arriba abajo, de curva en curva, sorteó otro lío para seguir alimentando la confianza.
“Jugar a tres sets los últimos tres partidos me lo tomo como algo positivo. He dado un paso adelante, aunque está claro que necesito seguir mejorando. He pasado horas en pista y he superado momentos importantes. He ganado ante un rival de entidad. Era un partido importante y lo he sacado adelante”, analizó el de Manacor, de 34 años. “Hay más cosas positivas que ayer y espero estar listo para mañana. Soy consciente de que he jugado poco este año y de que tengo que pasar por momentos difíciles. Asumo el reto”, zanjó.
Junto a él avanzó Pablo Carreño (6-3 y 6-4 a Bernabé Zapata), emparejado con Schwartzman. Mientras, cayeron Albert Ramos (6-4, 6-7(4) y 6-4 para Rublev) y Roberto Bautista (7-6(9) y 6-2 con Sinner).
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