La ruina del Barcelona cambia la opinión de Laporta
El presidente, que como candidato era contrario al nuevo torneo, someterá su aprobación a la asamblea de socios
El Barcelona es la marca futbolística más valorada de 2021. Una novedad en un ranking dominado en los últimos años por el Real Madrid y el Manchester United y una sorpresa cifrada en 4.760 millones de dólares (3.947 millones de euros) por la revista Forbes. No es un detalle menor si se tiene en cuenta la crítica situación económica de la entidad azulgrana: la deuda a corto plazo asciende a 730 millones —por 1.173 millones la total—, el fondo de maniobra negativo supera los 600 millones y las pérdidas del actual ejercicio pueden alcanzar los 350.
Hay serias dudas de que el club pueda afrontar el próximo mes de junio los pagos pendientes a proveedores, clubes y futbolistas, que ya aceptaron cobrar en diferido sus fichas después de que algunos, además, renovaran sus contratos en octubre, como es el caso de Ter Stegen, De Jong, Lenglet y Piqué. El diario Sport publicó en su última edición que el Barcelona ha recibido a cuenta unos 80 millones de los derechos de televisión correspondientes a la próxima temporada 2021-2022 para combatir el descenso de ingresos provocado por la covid.
La solvencia de la entidad barcelonista está seriamente comprometida y, a juicio de quien conoce las cuentas, “el incumplimiento de los acuerdos ya renegociados con los acreedores supondría una pérdida de confianza que afectaría a su reputación y por tanto a la marca”, y al liderato atribuido por Forbes. No es una operación sencilla porque a la urgencia de pagar deudas millonarias se añade la necesidad de capitalizar al club para desbloquear el Espai Barça, atender a los fichajes imprescindibles y renovar a Messi.
El plan de negocio ya provocó discrepancias en la candidatura ganadora del hoy presidente Joan Laporta. La formalización del aval de 124,6 millones se culminó a última hora después de la renuncia a formar parte de la junta de Jaume Giró, portavoz económico en la campaña y defensor de la emisión de bonos, opción de la que no se han dado más detalles a la espera de saber la situación económica del Barça. Laporta se remite a la auditoría no cerrada para no opinar sobre el plan de choque después de haber firmado la adhesión a la Superliga.
El Barcelona necesita liquidez y el torneo ideado por 12 de los clubes más poderosos le proporcionaría dinero al instante: unos 350 millones, como uno de los fundadores, destinados inicialmente a inversiones en infraestructuras deportivas y a paliar los efectos de la crisis del coronavirus, muy serios en el Camp Nou. Así se explicaría que el criterio de Laporta sobre la Superliga haya cambiado con el paso de candidato a presidente si se atiende a sus declaraciones después de conocer mejor los números del Barcelona, agravados por la mala política de fichajes del expresidente Josep Maria Bartomeu.
“No todo es dinero”
Antes de regresar al club, Laporta defendía la celebración “cada dos años de un supermundial de clubes, alternativo al de selecciones”. “La Superliga se carga el negocio”, añadía. “No todo es dinero”, afirmó en El partidazo de la Cope. Incluso aseveró: “Puede llegar un momento en que te cargues las esencias del fútbol, ese deporte tan bonito que sirve para que una comunidad esté orgullosa de su equipo”. Aunque sus opiniones acababan con una frase prudente: “No tengo estudiado a fondo el caso, necesito verlo”.
Ahora ha llegado a la conclusión de que la viabilidad del Barça exige la creación inmediata de la Superliga “porque la pandemia mundial ha acelerado la inestabilidad del actual modelo económico del fútbol en Europa”, de acuerdo con el comunicado remitido por el Barça. No ha habido de momento ninguna declaración por parte del presidente a pesar de que Florentino Pérez, el presidente del torneo, anunciara el lunes: “No me costó convencer a Laporta. La Superliga salva al Barça y a todos. Mañana [hoy] saldrá Laporta a contarlo todo”.
“La agenda de Laporta no la marca Florentino”, respondieron en el Camp Nou para explicar su silencio. El único que justificó la postura azulgrana fue Xavi Vilajoana, exdirectivo en la junta de Josep Maria Bartomeu, quien el mismo día de su dimisión, el 27 de octubre, anunció que habían “aprobado los requerimientos para formar parte de una Superliga Europea”. Vilajoana afirmó en declaraciones a Rac1 y a la SER: “Imagino que Laporta ha cambiado de opinión cuando ha conocido los detalles de la Superliga”. Y añadió: “La evolución del fútbol indica que estás dentro del sistema o el sistema te expulsa. El Barça, de todas maneras, no va de la manita del Madrid”.
La carta de naturaleza del Barcelona, y su condición de més que un club, así como su carácter polideportivo, comprometen de alguna manera su apoyo a la Superliga. Aunque los estatutos no lo exigen, la directiva someterá el acuerdo a la asamblea de socios y en caso de no ser aprobado no entrará en la Superliga, según informó TV3. A Laporta le conviene contextualizar la decisión para defender la marca Barça y su necesidad de continuar vinculada a la marca Messi después de que la ruina amenace al Barça.
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