“¡Caparrós, presidente!”
Tres triunfos seguidos de Armenia colocan primera de grupo a la selección del español
“Comandante Caparrós”. Así le llaman en Armenia al técnico sevillano (Utrera, 65 años) desde que en noviembre consiguiera ascender a su selección a la segunda división de la Liga de las Naciones. Ahora, su consideración ha subido de categoría. Se ha convertido en el nuevo héroe de un país muy castigado por la reciente guerra contra Azerbaiyán.
Este jueves, Caparrós acudía con el ministro de Deporte a una entrevista televisiva en horario de máxima audiencia. Es el personaje del momento. “¡Caparrós presidente, Caparrós presidente”!, se escuchó en la noche del miércoles en el estadio de Yereván, con seis mil fervorosos aficionados en las gradas, después de que su selección remontase en un minuto contra Rumania (3-2) y se afianzase primera de su grupo clasificatorio para el Mundial de Qatar 2022 con pleno de puntos, nueve, en los tres partidos disputados.
El fútbol armenio se encomendó al fútbol español hace un par de años, enero de 2019 y los resultados no han podido ser más inmediatos. El primero en aterrizar fue Ginés Meléndez, excoordinador de la federación española, que desde su cargo de director deportivo montó una infraestructura con acento español. Ahora, Ginés, jubilado y de vuelta a casa, contempla su obra con orgullo. Allí se han quedado Joaquín Caparrós como seleccionador y un cuadro técnico hispano. Javier Miñano, expreparador físico del Real Madrid y de la selección española en la etapa de Vicente del Bosque, fue el primero en aceptar el reto y ahora es hombre clave en el proyecto.
“Los jugadores le admiran por su carisma y por su experiencia. Todos saben que fue campeón del mundo y de Europa. Y junto a Luci, mi segundo y Llanes (recuperador), que también trabajó en el Madrid, hemos cambiado todo el método de trabajo. Lo hemos profesionalizado, trabajamos en la distancia, pero a diario. Vídeos, planes de alimentación, tablas de trabajo… y se ven los resultados…”, manifiesta Caparrós desde la capital armenia.
“Lo de la noche del miércoles es muy difícil de trasladar a palabras. Fue extraordinario, histórico. Lástima que Macedonia ganara a Alemania, pero que nos quiten lo bailao. Estamos comenzando a competir. Los chicos están utilizando el sufrimiento que han pasado para volcarse en la selección. Casi todos han tenido un familiar o un conocido fallecido en el frente”.
Caparrós habla con fervor de su equipo. De un vestuario en el que se escuchan cuatro idiomas: armenio, ruso, inglés y español. Por ellos y por un argentino y un colombiano nacionalizados. “No están acostumbrados a jugar tres partidos en diez días y estábamos cansados. No podíamos hacer rotaciones, como hizo Rumania, pero su compromiso está por encima de todo. Somos un buen equipo. Cinco o seis jugadores podrían estar en Primera en España. Somos fuertes defensivamente y salimos en velocidad a ganar los espacios. Somos directos. Los chicos ya saben cómo tienen que jugar. Nos adelantamos, pero se pusieron 1-2. En el descanso metimos a dos chavales de 19 y 20 años y ellos nos ganaron el partido. Este equipo tiene corazón. No podían con las piernas, estaban sin sangre, pero con el empate se vinieron arriba y remontamos”.
El técnico disfruta recordando la fiesta posterior. “Cuando ganamos en Macedonia y ascendimos al grupo B lo tuvimos que celebrar lejos y solos. Ahora ha sido con nuestro público. Fue emocionante. ¿Que si me van a levantar una estatua? No, no sé. Pero la gente gritaba: ‘¡Caparrós, presidente; Caparrós, presidente¡’. Es un país muy sensibilizado por todo lo que ha pasado y el fútbol les aleja de la política. Hace dos semanas los veía tristes por las calles, estos días estaban eufóricos. Solo se habla de fútbol. Es la grandeza de nuestro deporte, es un vehículo emocional”.
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