El mundo en un ovoide

Más de 100 millones de personas se reúnen cada año en el mundo para seguir la final de la SuperBowl estadounidense. Entre el partido, las pausas y las actuaciones musicales, la final de la Liga Nacional de Fútbol Americano —NFL, por sus siglas en inglés— dura unas tres horas y 45 minutos. De todo ese tiempo, el balón ovalado está en movimiento unos 11 minutos. El partido decisivo es la máxima expresión de una cultura deportiva que va mucho más allá del césped —¿en cuántas películas el protagonista es o sueña con ser el capitán del equipo de la escuela o de la universidad?— y que sus seguidores han convertido en un ritual que arranca desde mucho antes de los encuentros, con barbacoas en los entornos de los recintos. El relativo bajo número de partidos que se juegan al año —256 en la última temporada; solo LaLiga, por ejemplo, son 380— aumenta la mística de este deporte.

En Momentos estelares de la NFL (Contra), el periodista Victor Hasbani selecciona 14 historias que ayudan a comprender la épica y el enganche que genera el fútbol americano. Hasbani inicia el libro con un acto de empatía hacia el lector, explicando las reglas básicas del juego. Luego, victorias, derrotas, leyendas, personajes y anécdotas que han ido forjando este deporte. La más reciente, la de Tom Brady, que el pasado domingo logró su séptimo título con los Tampa Bay Buccaneers.

El niño que quiso emular a Joe Montana. Lo logró dirigiendo los ataques de los New England Patriots. En el tercer cuarto de la final de 2017 perdían por 28 a tres. La narración de los minutos que duró aquella épica remontada es la esencia de la explicación de ese anhelo tan juvenil y universal por ser el mariscal de campo (quarterback) del equipo y tener, aunque solo sea por unos segundos, el mundo en forma de ovoide en tus manos.