Vacío y desesperación del Madrid sin Sergio Ramos
El central vio desde la grada la roja a su sustituto, Militão, que precipitó la derrota blanca, y se desgañitó contra el árbitro tras el penalti que no revisó en el VAR: “¡Es fuera!”
La influencia de Sergio Ramos opera ya de tal forma en el Real Madrid, que resulta difícil determinar si pesa más cuando está o cuando falta. Sin él, contra el Levante perdieron hasta el sorteo inicial, de modo que lo primero que sucedió en el partido fue que el Madrid fue desterrado del lado del campo en el que comienza siempre en el Alfredo di Stéfano.
Con poco que ofrecer sobre la hierba, y la pequeña estampida invernal del talento joven de la siguiente generación, Ramos se come el foco hasta cuando se cavila sobre lo que sucederá cuando falte ya para siempre, es decir, si no se alarga su contrato, que vence el 30 de junio. Su ausencia imaginada llena las conversaciones cuando no hay partido, y su ausencia de ahora, lesionado desde la Supercopa, parece apabullar a los que siguen en pie. El capitán se está acostumbrando a contemplar derrumbes desde la grada. Con Nacho confinado por coronavirus, se abrió de nuevo la puerta a Militão, que enlazaba una insólita tercera titularidad seguida. Le duró ocho minutos.
Sergio León le ganó la espalda a una defensa diezmada. Lo persiguieron Varane y el brasileño, que lo derribó cuando ya olisqueaba el área, solo rumbo a Courtois. El árbitro, con cierta timidez, pensó que la cosa podía quedarse en amarilla, pero desde la sala del VAR le dijeron que le echara otro vistazo. La visita a la pantalla fue igual de breve que la estancia de Militão sobre el césped. Sufrió la expulsión más temprana de un jugador del Madrid en casi veinte años. “¿Por qué?”, gritó el brasileño cuando Medié Jiménez regresó del VAR.
Para Thibaut Courtois, ahí terminó el encuentro: “Ha sido la roja”, resumió. Poco más encontraba para analizar: “No podemos hablar de un buen o mal partido. Hemos estado ochenta y algo minutos con uno menos”, dijo. Sin Militão.
Sin Ramos fueron ocho más, y se notó desde los primeros gritos sobre el campo, que esta vez los daba Casemiro, director de las maniobras de presión: “¡Dale, Karim, dale!”. “¡Dale, Toni!”, se le oía. Por entonces, el sevillano todavía guardaba silencio tras sus gafas de sol, en la última fila de la grada del Di Stéfano, donde le rodeaba una corte de magullados: Carvajal, Lucas Vázquez, Fede Valverde y Rodrygo (Nacho guarda cuarentena). Enseguida se les unió allí el expulsado Militão, negando con la cabeza. Primero como dando explicaciones a Ramos, después en un par de minutos de charla con Rodrygo.
Abajo, en el campo, Casemiro también se ocupó del trabajo del central. Bettoni, en comunicación con otra ausencia de peso gigante, Zidane, decidió no mover el banquillo: “Mi reacción fue meter un central, pero con la cabeza fría decidimos que era mejor retrasar a Casemiro. No queríamos quitar a un centrocampista para meter a Víctor [Chust, el único central en el banquillo], pero no por su edad. Chust ya fue titular en un partido. Pensamos que era mejor retrasar a Case y hacer doble pivote con Kroos y Modric”, explicó.
Penalti parado
La santa trinidad de las tres Champions aún hace casi todo en un Madrid que se consume. Hasta emitir fulgurantes destellos que disimulan el declive. Como el formidable pase de Kroos a un lugar donde Asensio encontró medio campo para correr con ventaja hasta Aitor y marcar. Era la tercera asistencia del alemán en los dos últimos partidos, algo que no mostraba desde hace cuatro años.
A la vieja guardia todavía le quedan trucos en el zurrón, pero con eso no alcanza. El pelotón de refresco supuso más bien la constatación del derrumbe. A la hora entró Vinicius, que cometió un penalti y también andaba cerca cuando Roger encontró el sitio en el área para anotar el segundo gol del Levante.
La pena máxima terminó de disparar la ebullición de Ramos en la grada. Hacía rato que se había incorporado, sentado ya sobre el respaldo de su butaca, las gafas de sol colgando del bolsillo de su cazadora blanca.
“¡Es fuera, míralo, es fuera!”, gritaba sobre la falta de Vinicius a Clerc, muy cerca de la raya lateral del área. “¡Míralo, es fuera!”, gritaba también Carvajal. “Que es fuera, hombre, que es fuera. Es increíble”, se desesperaba Ramos, con el balón colocado ya sobre el punto de los once metros. “¡Qué vergüenza!”, salía desde la zona de lesionados madridistas. Su equipo es el que, junto al Betis, más penaltis ha cometido esta temporada: siete.
“¡Vaya tarde lleváis!”, remató Ramos justo antes de que Courtois, en su tarde con más paradas en el Madrid (6), detuviera el lanzamiento de Roger. Otra heroicidad del belga que no sirvió para nada.
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