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PAISAJES
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

No vi la final de la Supercopa

Si usted, lector, es algo supersticioso, habrá pasado por esa experiencia de no querer ver el partido de su equipo o esa final de Nadal

Andoni Zubizarreta
De Marcos remata ante Ter Stegen en la final de la Supercopa de España.
De Marcos remata ante Ter Stegen en la final de la Supercopa de España.AFP7 vía Europa Press (Europa Press)

Bueno, a ver cómo les cuento esto sin que, al final, lleguen a la conclusión de que lo escribe un viejo chiflado que confirma que los porteros están muy locos y que la edad no hace más que empeorar el diagnóstico.

Como ya saben hace menos de una semana que el Athletic Club se proclamó campeón de la Supercopa de España después de batir al FC Barcelona en la final: 3-2 tras la prórroga y la tercera Supercopa que llega a las vitrinas de Ibaigane, bueno, mejor dicho, del museo del Athletic, un lugar a visitar siempre que la pandemia les deje. Desde ese domingo he recibido llamadas, mensajes, conversaciones en las calles alegres del casco viejo de Bilbao para comentar el gran partido de los rojiblancos, su coraje, su implicación y los efectos balsámicos y reconfortantes en la autoestima de la llegada de Marcelino al banquillo del Athletic.

Bueno, pues ha llegado el momento de confesarles que no vi el partido. No, no tengo la excusa de que se fue la luz en mi casa, ni de que estaba de viaje (esta cuela poco en los tiempos que corren) o que estaba en algo más urgente. No, a las 21.00 seleccioné en la guía de Movistar una serie de una inspectora francesa un poco repelente tras cerciorarme de que la duración era de más de 90 minutos y me preparé para seguir la trama incorporando, de vez en cuando y solo de vez en cuando, un vistazo a la aplicación que utilizo para seguir los resultados del fútbol.

Veamos, no tengo excusa posible, pero si usted, lector, es algo supersticioso, habrá pasado por esa experiencia de no querer ver el partido de su equipo o esa final de Nadal o la de la selección de balonmano o cualquier otro hito deportivo porque… trae mala suerte a su equipo o a su defendido. A mí me ha pasado muchas veces seguir a Rafa en internet y conectar con la tele justo cuando fallaba el segundo saque y hacía una doble falta. Conclusión: vuelta a la oscuridad y a seguir (y a engañarse, de paso) el partido fuera de la imagen de la tele… y hasta llegar a pensar que alguno –no todos, Rafa–, de esos títulos se deben al sacrificio que hice de cambiar de canal.

Bueno, imaginen esta paranoia multiplicada por dos. Sí, ya les conté hace unos días que la pregunta que siempre se me hace antes de los Athletic-Barça es esa de: ¿Y hoy con quién vas, Zubi? Y la respuesta corta sería: con el Athletic porque es mi club de niño, de chaval, adolescente y de adulto y es, como si le faltara algo, el club de Iribar y con eso están todas las dudas disipadas. Solo que la vida me ha enseñado que a las respuestas cortas siempre les faltan matices y verdades largas y ocultas. Y en esos Athletic-Barça se desvelan las mías porque siempre sé que voy a ganar, pero también tengo la certeza de que perderé el partido y alguno de los míos (y para esto no hay colores) va a sufrir con la derrota.

Y en eso andaba yo desviando mis dedos del móvil para poder seguir la trama de la serie, cuando el estallido de un cohete resonó en Bilbao. ¿Gol del Athletic? Visita a la aplicación y confirmación de que De Marcos acababa de empatar el partido.

A partir de ahí viví la noche a ritmo de cohete y cuando sonó la traca final me fui a las webs para certificar el resultado. Sonrisa por la victoria del Athletic, porque creo que nunca una victoria ha llegado en mejor momento, y un regusto amargo por la derrota blaugrana porque un título hubiera supuesto un poco de luz en una temporada oscura.

Lo malo es que ya no sé si ayudé a ganar al Athletic o a perder al Barça. Ya les dije que esto iba de un tipo loco.

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