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Ter Stegen, más paradas y mejores pases

El meta alemán mejora su rendimiento con una línea defensiva adelantada a 41 metros de la portería

Jordi Quixano
Los jugadores del Barça felicitan a Ter Stegen tras la tanda de penaltis.
Los jugadores del Barça felicitan a Ter Stegen tras la tanda de penaltis.JON NAZCA (Reuters)

Hay una competición de clubes que se le atraganta al alemán Marc-André Ter Stegen (Mönchengladbach; 28 años), capaz de hacerse un nombre como azulgrana con la conquista de la Copa y de la Champions en sus inicios para después tomar su sitio en LaLiga tras vencer el pulso con Claudio Bravo, que se marchó al City al ver que el club se decantaba por el germano. Imperial, Ter Stegen no ha resistido desde entonces comparación en la portería del Barça, por más que su reinado no es tal en la Supercopa de España, pues la ha ganado en una ocasión de cinco. Aunque con su actuación en la semifinal del miércoles ante la Real, esculpida con espléndidas paradas a mano cambiada durante el duelo y una habilidad extraordinaria para desmontar al rival en la tanda de penaltis, el 1 del Barça se ha ganado la ocasión de resarcirse.

En 2018, con toda la canícula que apretaba en Tánger, aglomeraciones de gente y una pasión desbordada por los jugadores del Barça porque hasta se sabían la vida de Riqui Puig —empezaba a asomarse en el equipo—, Ter Stegen festejó el remonte al Sevilla y la Supercopa, un título que le faltaba. Pero no ha vuelto a saborearlo. Más que nada porque se perdió dos por lesión (2016 y 2020), ambas de rodilla. Pero es que ya empezó torcida su historia con la Supercopa, ya que en 2015 fue titular en el partido de ida ante el Athletic y un error suyo en el despeje —fue a parar a San José, que estaba por la medular— acabó en un boomerang, en un gol que le condenó al banquillo para la vuelta. Tampoco le fue muy allá en 2017, ya con Valverde, porque el Barça cayó en la ida y en la vuelta ante el Madrid, en un estreno del técnico marcado por el adiós de Neymar al PSG. Y, de nuevo con Valverde se cerró el círculo, pues en el curso anterior le venció el Atlético en las semifinales y se selló el adiós del Txingurri.

Ahora, el arquero volverá a defender al Barça en la final ante el Athletic para disgusto de Neto, que contaba con esos minutos y que ya ha pedido al área deportiva que le dejen negociar con otros clubes por la falta de oportunidades. Pero Koeman lo tiene claro y más por cómo está respondiendo Ter Stegen, quizá en su mejor momento desde que llegara al Barcelona. Los números así lo explican porque en esta temporada para más y pasa mejor.

Condicionado el equipo porque la línea defensiva se sitúa más alta que en los últimos cursos (está a una media de 41,3 metros de la portería cuando con Valverde se situó a 39,8 y con Setién a 40,4, según la aplicación Mediacoach), al Barça le rematan más y Ter Stegen responde mejor. Así, ha pasado de hacer 2,3 paradas por duelo en la temporada anterior (con una efectividad del 69,7%) a 3,1 en este ejercicio (77,6%). Del mismo modo, como el juego desde la raíz no es tan importante con Koeman, el guardameta participa menos —de 38,9 pases por partido a 32,8— pero tiene el pie más caliente porque alcanza un 90,6% de éxito en el pase cuando el año pasado se quedó en 87,6%. “La renovación de Ter Stegen era una prioridad”, admiten desde el área deportiva azulgrana; “no hay un portero que vaya mejor para este club por su forma de jugar”.

Precisamente, la renovación del portero levantó ampollas en el vestuario porque lo hizo de forma unilateral (como De Jong, Piqué, Lenglet…) y negoció la ampliación de su contrato hasta 2025 con el diferimiento salarial que se le aplicó a la plantilla. No sentó bien al grupo y tampoco a Messi, con quien ya tenía discrepancias porque entendía que debía ayudar más al equipo en la fase defensiva tal y como estaba planteado el sistema. Ya no ocurre lo mismo porque Koeman le ha preparado el mejor escenario posible a La Pulga para que no se desgaste y también porque entre los dos se necesitan y se encuentran, capataces en lo suyo sobre el césped.

Sintonía que se expresó en Córdoba, cuando Leo bajó a abrazarle al campo tras desdibujar a la Real en la rueda de los penaltis. Y es que hace muchos años, desde que Zubizarreta estuviera bajo los palos, que no hay un portero con tanta ascendencia sobre el vestuario y la afición del Barcelona. Ter Stegen, que incluso se puso el brazalete desde el inicio en el pasado partido europeo ante el Dinamo Kiev, la tiene. Para mucho. Y pasa como ninguno. Pero la Supercopa se la tiene jurada y ante el Athletic, que ya no cuenta con su particular pesadilla Aduriz [el portero aseguró que era el delantero en que más aprietos le ponía], tendrá su reválida.

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