Osasuna hiela al Madrid
El equipo de Arrasate desactiva los intentos del Real de sacudirse la contrariedad de un partido condicionado por el temporal. Hazard y Asensio brillan algo en los blancos
El Madrid llegó de morros al partido, contrariado por tener que viajar en condiciones inciertas, rumbo a un encuentro que no estaba claro que pudiera celebrarse, al borde siempre de la rabieta pública, y se fue del campo todavía más de morros, helado por un solidísimo Osasuna más que por la nieve, constante, pero inofensiva toda la noche. El Real se atascó de nuevo en Pamplona y perdió otra oportunidad de apretar al Atlético en la tabla, aunque recuperó algo más a Hazard, titular de nuevo, con instantes de brillo. Poco más.
La influencia de Filomena alargó la incertidumbre también a los primeros pasos del encuentro, como de tanteo. La apertura pareció puramente exploratoria, una fase entre la cartografía y la topografía. Cuando el balón echó a rodar, la nieve, que se había detenido poco antes, se lanzó de nuevo sobre El Sadar. El paraje era un enigma para los jugadores. Lucas Vázquez, esta vez lateral derecho por la baja de Carvajal, enganchado a los onces de salida de Zidane, se llevó el primer susto por no tener aún completo el mapa del campo. Frenó una carrera para perseguir a un rival porque el balón se iba fuera, pero de repente la pelota entró en un área más esponjosa y se frenó. Osasuna tenía el carril abierto y Lucas pudo responder al sobresalto con un sprint inesperado.
Las palas y las lámparas de sodio, esos sucedáneos del sol para la hierba, habían despejado casi toda la nieve, salvo dos franjas entre la frontal de las áreas y el centro del campo. Pero el barrido dejó también alguna sorpresa, como esa región que hizo sufrir a Lucas. O alrededor de los córners, insospechado reducto vintage: había barro, una rareza desde hace años en los campos de Primera. También algo de nieve apelmazada, casi hielo. En sus primeras visitas a la esquina, Kroos prefirió saques cortos.
En esa fase de reconocimiento del terreno lo más peligroso fue un despeje desde más allá del centro del campo de Varane, que botó muy alto cerca de la portería de Sergio Herrera y le dio un buen susto.
El Madrid exploraba la hierba y también tanteaba la solidez del armazón defensivo de Osasuna, una argamasa apretada en muy pocos metros. Entre imprecisiones y cautelas, el equipo de Zidane se atascaba como quien se topa de repente con un muro demasiado alto. El de Jagoba Arrasate, en casa, dudaba mucho menos. En cuanto recuperaba se lanzaba a buscar a Courtois, con Íñigo Pérez, Rubén García y Calleri. Apenas rondaron al belga, pero obligaron a lucir la escoba a Ramos, Varane y Casemiro. Su mejor ocasión salió de un saque de esquina que cabeceó a bocajarro Oier en el primer palo. El ya clásico momento salvador de Courtois.
Las primeras rendijas de luz las encontró Kroos alternando aperturas de banda a banda, donde se abrían los laterales, Mendy y Lucas, menos ahogados que Asensio y Hazard. Aunque por ahí no inquietaron a Herrera. La amenaza subió cuando Modric abrió su libro de trucos para asaltar más por dentro, una zona sobrepoblada, pero con más aroma de peligro que las alas.
Cambio de esquema
Las invenciones del croata añadieron algo de picante al dominio de la posesión, puro amasar el balón, y reactivaron a Hazard, titular por primera vez desde su último regreso. Más atrevido, con más peligro, con más ritmo, pero todavía lejos de su versión pre-Madrid. Y también a Asensio que rondó el gol con un chispazo deslumbrante, otra señal de vida de un futbolista que está regresando. Pinchó a la carrera un pase entre defensas y obligó a Herrera a otra buena parada con un trallazo seco. Osasuna no llevaba el mando, pero no había desaparecido. Calleri incomodaba por turnos a Ramos y Varane y daba una salida al equipo desde su posición de boya móvil, arriba y abajo.
Zidane quiso evitar el empate variando la disposición, del 4-3-3 al 4-4-2, retirando a Asensio y Hazard por Valverde y Mariano. También volvió a echar mano de Isco, en lugar de Modric, y el Madrid se atascó un poco más. Perdió combinaciones por dentro y empeoraron los centros al área en el momento en que atacaba con dos delanteros centros. Pero la pareja Aridane-David García, bien acompasada toda la noche, siempre supo desactivar a los blancos, que salieron de El Sadar aún más de morros que al llegar, todavía bajo una leve nevada.
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