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Carlsen gana un combate memorable

Niepómniachi, muy valiente, cae en el desempate de la primera manga tras una victoria en 22 jugadas

Magnus Carlsen, durante el torneo Clásico de Londres de 2018
Magnus Carlsen, durante el torneo Clásico de Londres de 2018David Llada/Chess24
Leontxo García

Quienes dudan de si Anatoli Kárpov tenía razón cuando dijo ayer que para ganar a Magnus Carlsen hay que complicar mucho las partidas, es probable que se la den ahora. Ian Niepómniachi lo hizo en la primera manga de la final del torneo rápido por internet Leyendas del Ajedrez (Chess 24), y apretó mucho al noruego, quien se impuso en el desempate relámpago (4-2) tras caer derrotado en el tercer asalto. La segunda manga se juega este martes.

“Me he equivocado al elegir la apertura de la tercera partida, pero he acertado en otros momentos, y sobre todo en el desempate. Sin embargo, en general no estoy satisfecho con mi juego de hoy”, dijo Carlsen un par de minutos después del triunfo. Su rostro reflejaba tensión, cansancio y quizá algo de miedo, y todo ello estaba justificado por los hechos que acababan de ocurrir.

La extendida opinión entre los expertos de que Niepómniachi tiene mucho talento y poca consistencia se ve reforzada cuando se analiza su balance de enfrentamientos con Carlsen. El primero fue en el Europeo sub 12 de 2002 en Peñíscola (Castellón, España); ganó el ruso. El segundo, el mismo año, en el Mundial sub 12 de Heraklión (Grecia); tablas. El tercero, en el Mundial sub 14 de 2003 en Chalkidiki (Grecia); volvió a ganar el ruso, quien no fue derrotado por el noruego hasta la décima partida entre ambos, en el Mundial de rápidas de 2016 en Doha (Qatar).

De hecho, el balance específico en partidas lentas favorece al eslavo por cuatro victorias, seis empates y una sola derrota (Zagreb, 2019). Pero el escandinavo domina claramente en rápidas (+7=6-2) y relámpago (+3=9-0). Es decir, Carlsen manda con amplio margen en el recuento general: +11=21-6. Pero no tanto en las partidas de 2020 (ninguna lenta): +3=5-2.

En el primer asalto, Niepómniachi siguió el consejo de Kárpov –“Para ganar a Carlsen hay que llevarle a posiciones complicadas”- y lo planteó de manera muy interesante. Combinó las enseñanzas de AlphaZero que tanto le gustan a Carlsen -básicamente, el sacrificio de material a cambio de la iniciativa y la máxima actividad de las piezas- con un ritmo frenético, aprovechando que es el único jugador de élite aún más rápido que el multicampeón.

Ian Niepómniachi, en la Copa de Europa de Clubes de 2017
Ian Niepómniachi, en la Copa de Europa de Clubes de 2017David Llada/Chess24

Pero su decimocuarta jugada, claramente errónea, da a entender que el ruso no entiende la filosofía de AlphaZero tan bien como el noruego. Como resultado, quedó en posición inferior aunque, eso sí, con cinco minutos de ventaja, lo que se tradujo en varias imprecisiones del campeón, reacio a jugadas de riesgo sin tiempo para revisarlas con un mínimo de seguridad. La lucha quedó entonces igualada, pero Niepómniachi cometió un error en un final de damas, que fue suficiente para ser machacado sin piedad. Su primera flecha con blancas había producido un efecto bumerán.

La segunda fue mejor. Duelo teórico con negras sobre la Defensa Gruenfeld, y el ruso no tuvo mayores problemas para igualar, pero no debe olvidarse que ese resultado también era bueno para Carlsen tras su victoria anterior. En el tercer asalto, Niepómniachi tuvo la valentía o imprudencia de repetir la apertura del primero. Carlsen, cuyo entrenador le habría pasado muy probablemente sus análisis de computadora durante el descanso, aceptó un peón de regalo que había rechazado la primera vez.

Esa decisión fue, sin duda alguna, un acto de osadía, porque es imposible que el preparador de Carlsen, el danés Heine Peter-Nielsen, pueda producir en unos minutos un análisis más profundo que el realizado por Niepómniachi en su casa para asegurarse de que ese gambito se puede jugar frente al campeón del mundo. En consecuencia, Carlsen quedó con seis minutos menos en el reloj ya en su undécimo lance, en una posición muy complicada. Tras el decimocuarto, el ruso disponía de once minutos; el noruego, de uno y medio.

Era la gran oportunidad para que Niepómniachi reforzarse la teoría de Kárpov sobre el punto menos fuerte del campeón. Y no falló: su ataque al rey tenía una defensa muy precisa, pero ni siquiera el gran Carlsen pudo verla con menos de un minuto, y la victoria cayó del lado ruso, igualando el marcador.

Para reparar su error psicológico del descanso anterior, Carlsen tomó en este una decisión sin duda prudente, siguiendo el viejo consejo de los más eminentes entrenadores soviéticos de mediados del siglo pasado: tras una derrota, busca un empate balsámico. Con el importante factor añadido de que Carlsen se sabe superior en la modalidad relámpago, em cuya lista mundial el escandinavo es el 2º (tras Nakamura) y el eslavo el 10º.

Se llegó, por tanto, al desempate relámpago (dos partidas con cinco minutos iniciales más tres segundos por jugada). El ruso, con blancas, fue prudente en la apertura de la primera, al no repetir la variante de nuevo. Pero no lo fue pocos lances después cuando, tal vez cegado por su deseo de seguir el consejo de Kárpov, sacrificó su dama innecesariamente por una torre y un alfil. Carlsen demostró pronto que no había compensación suficiente, pero lo hizo a costa de apurarse tanto que llegó a tener solo cinco segundos disponibles. Aún así, acabó ganando.

Ganar con negras al campeón cuando este solo necesita un empate es una tarea hercúlea, incluso para alguien tan dotado como Niepómniachi a la hora de revolver el río. Pero, gracias a que Carlsen sigue pecando a veces de exceso de confianza, pareció por un momento que el ruso iba a conseguirlo. Pero las cosas volvieron pronto a su estado natural, Niepómniachi tiró la casa por la ventana en una posición de claro empate, y el número uno logró el triunfo en un duelo memorable.

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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