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Carlsen pierde tras una tarde dramática

El campeón tendrá que ganar el tercer duelo contra Nakamura para enfrentarse con Dúbov en la final

Magnus Carlsen, en su casa de Oslo durante una de las partidas del torneo Lindores Abbey
Magnus Carlsen, en su casa de Oslo durante una de las partidas del torneo Lindores AbbeyArne Horvei/Chess24
Leontxo García

Es imposible saber si el factor decisivo fue la resiliencia de Hikaru Nakamura o el gran infortunio de Magnus Carlsen. El hecho es que ambos tendrán que disputar un tercer duelo este sábado porque el estadounidense ganó (2,5-1,5) mientras el ruso Danil Dúbov certificaba la baja forma del chino Liren Ding (2,5-0,5) y pasaba a la final del torneo rápido por internet Lindores Abbey, que se jugará a partir del lunes.

Con su franqueza habitual, Nakamura dio una jugosa entrevista a los comentaristas de Chess24 dos minutos después de tumbar al campeón: “Cuando pierdes como yo ayer [por el jueves, 0-3], porque tu rival ha sido claramente superior, lo que debes hacer es evadirte del ajedrez, quitar de tu mente todo sentimiento negativo y mantenerte relajado y tranquilo. Es lo que hice, y ha funcionado. Es verdad que hoy Magnus ha desenfundado ideas muy peligrosas en las aperturas, pero yo me siento muy orgulloso de cómo he navegado en aguas tan peligrosas”. Y confirmó lo que muchos creen: “El ganador de nuestro duelo será el claro favorito en la final”.

El primer asalto de ambos duelos fue de tal intensidad que los organizadores quizá tendrían que haber recomendado la desconexión de los aficionados cardiacos. Las dos partidas hubieran sido impensables en otro siglo, porque ilustran muy bien la enorme influencia de las mejores computadoras de ajedrez en el estilo de los jugadores de élite. Mientras Dúbov inmortalizaba con negras a Ding en solo 21 movimientos, Carlsen, también con negras, sacrificaba una pieza por dos peones en plena apertura, e introducía a continuación una novedad que le daba mucho ataque.

Pero tenía una pieza menos, lo que le obligaba a ser muy preciso. La tensión era enorme, tanto en el tablero como en los rostros de los dos gladiadores mentales. Y la emoción desembocó en tragedia para el noruego, a quien le tocaba jugar en una posición donde podía forzar el empate por jaque continuo. En realidad, desde el punto de vista científico, tenía ventaja ganadora, pero aprovecharla implicaba ver una jugada dificilísima, incluso para el multicampeón del mundo. Tras una larga reflexión, el escandinavo rechazó las tablas y se metió en una línea que estimó ganadora, pero que le llevaba a la derrota de inmediato. Es decir, su revolucionaria idea de apertura había triunfado desde un punto de vista académico, pero se había convertido en un cero en el marcador.

Su tarde negra apenas había empezado. En el segundo asalto salió a degüello con blancas, pero sin precisión, y quedó algo peor. Sin embargo, Nakamura no lo aprovechó y Carlsen pasó a estar mejor. Mientras tanto, Dúbov se atrevía a jugar con blancas la Apertura Catalana frente al mayor experto del mundo en ese esquema. Hubo un momento en que ambas posiciones eran complejísimas, de esas que las máquinas suelen evaluar como equilibradas porque no entienden nada de lo que pasa, y podía afirmarse que los cuatro estaban perdidos.

Poco a poco, Carlsen logró ventaja, no muy grande pero clara. Y entonces cometió un error al mover el ratón, y la torre que él deseaba llevar a d7 se le quedó en d2. Eso le obligó a hacer tablas, lo que produjo el semblante de mayor irritación del noruego que el autor de esta crónica ha visto desde que lo conoce, cuando el actual campeón era un adolescente muy prometedor.

Era una de esas situaciones que ponen a prueba a las grandes estrellas del deporte. Carlsen optó por la estrategia más sensata ante un rival tan peligroso como Nakamura: salir descaradamente a hacer tablas con negras en la tercera partida e intentar ganar la cuarta para forzar la muerte súbita. No tuvo problema para cumplir con la primera parte del plan, pero falló después en el intento de lograr una ventaja posicional permanente, porque el estadounidense resistió muy bien cada intento de su rival.

Mientras todo eso ocurría, en el otro enfrentamiento quedó fuera de cualquier duda que Ding sigue en crisis, lo que resulta un factor decisivo ante un adversario tan inspirado, creativo y punzante como Dúbov, quien, sin embargo, omitió un golpe ganador en la jugada 19 del tercer asalto, aunque logró hacer tablas sin sufrir. Luego, en la entrevista con Chess24, desveló su estrategia contra el chino: “Evitar las partidas largas, en las que él es muy peligroso cuando maniobra para explotar pequeñas ventajas”. Y también su preferencia para la final: “Quiero jugar con Carlsen, porque es el mejor”.

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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