El Piqué más castigado
El central, que solo ha cometido 28 faltas, acumula 14 tarjetas amarillas, una media de 0,52, la más alta de su carrera
En la temporada 2015-2016, la segunda de Luis Enrique en el banquillo del Barcelona, Piqué batió un récord personal. Una marca nada anecdótica para el central: sumó 17 tarjetas amarillas. Una media de 0,37 por partido. Entonces, fue el azulgrana que más cartulinas acumuló. Superó a Mascherano (15) y Dani Alves (13). Con una particularidad, el argentino cometió 39 faltas, el brasileño 73 y el catalán solo 27. Fino, siempre pendiente del balón, a Piqué le cuesta disimular cuando hace una infracción. A veces, sin embargo, ni necesita hacerla para ver la amarilla. Como en el duelo ante el Levante, cuando disputó un balón en la mitad del campo con Borja Mayoral. “No era para tarjeta y hubo otras que tampoco lo fueron”, argumentan desde el Barcelona. Piqué, en cualquier caso, ya suma 14 amarillas en 27 partidos. Una media de 0,52 por partido, una circunstancia inédita para el central.
Entienden en el club que no es un dato importante. “Es una casualidad, hay temporadas en las que les pueden sacar más amarilla y en otras menos”, argumentan en el Barça. A sus 33 años —los celebró el domingo con la victoria ante el Levante y con el show de su pareja Shakira en la previa del Super Bowl—, el 3 azulgrana tiene que volver a defender lejos del área con Quique Setién, escenario que había dejado en el olvido con Ernesto Valverde.
Piqué, que deberá cumplir el segundo ciclo de la temporada en el próximo partido ante el Betis, ha cometido 28 faltas, una media de 1,03 por duelo, inferior a la de sus compañeros centrales Lenglet (1,33) y Umtiti (1,70). Justamente los dos franceses, ambos zurdos, volverán a formar dupla ante el Betis de Rubi el próximo domingo en el Villamarín. “Pueden jugar dos centrales diestros, ¿no?, ¿por qué no lo pueden hacer dos zurdos?”, cuestiona Lenglet. Los zagueros de les blues ya coincidieron ante el Dortmund, cuando el Barça de Valverde se impuso por 3-1. “Me siento muy bien con Samu. Tiene calidad y experiencia para sacar el balón”, subraya el exjugador del Sevilla.
Justamente la capacidad de Umtiti para sacar el balón desde la cueva fue el argumento que convenció a Setién para devolverle la titularidad que había perdido con Valverde, quien había reforzado el juego en las áreas para satisfacción de centrales y delanteros y disgusto de los medios. Pero la rodilla izquierda del 23 ya no es la misma después de Rusia 2018, cuando forzó para jugar seis de los siete partidos en la Francia campeona del mundo. La idea del técnico cántabro de jugar con tres centrales se desvaneció a partir del débil rendimiento de Umtiti —“hacía mucho que no jugaba y necesita ritmo de partido”, justifican desde su entorno— y de la idea de los delanteros de estar más protegidos con una línea de cuatro zagueros.
La felicidad del 10
“Vamos a ser felices con línea de cuatro”, le cantaban los pesos pesados de la selección argentina a Jorge Sampaoli en el autobús cuando sufrían para clasificarse en Rusia 2018. El técnico escuchó el pedido de sus futbolistas y corrigió. Una situación similar vivió Setién en el Barça. La línea de tres centrales expone más a los futbolistas, al tiempo que exige un juego de posición preciso para no cometer faltas, y ya se sabe quién tiene el poder en el vestuario. Después de la derrota ante el Valencia, la única en los cinco partidos de Setién, el técnico recuperó el 4-3-3. El grupo le contestó una goleada frente al Leganés y un buen primer tiempo ante el Levante. Ahora no podrá contar con Piqué salvo que le quiten la tarjeta tras el recurso del Barça ante el Comité de Competición.
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