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“Lo mío es hacer el trabajo sucio”

Viran Morros, pilar defensivo de España, cerrará tras el verano su etapa con la selección, que este domingo busca revalidar el oro europeo ante Croacia

Lorenzo Calonge
Viran Morros, contra la República Checa en el Europeo.
Viran Morros, contra la República Checa en el Europeo.JOE KLAMAR (AFP)

Colgarse una medalla (la cuarta seguida europea), ser pieza clave del equipo y tener al mismo tiempo los días contados en la selección es una situación muy excepcional en el mundo del deporte que Viran Morros lleva con mucha naturalidad. “Es ley de vida, lo normal”, resume desde Estocolmo a 30 horas de buscar ante Croacia su segundo oro continental (16.30, TVE; el bronce fue para Noruega, que derrotó 20-28 a Eslovenia). “Algunos jugadores tenemos una edad [él, 36 años recién cumplidos] y seguramente no vamos a seguir cuando acabe este ciclo olímpico. No me supone ningún drama. No lo he hablado con Jordi [Ribera] ni con nadie, pero entiendo que es el momento de dar paso a otra generación. No es que ya no tengamos gasolina, es que hemos cumplido nuestro etapa”, explica.

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Su futuro con España, con la que suma 227 partidos y 166 goles, lo da por zanjado a partir del verano y de esos Juegos que persigue de manera obsesiva la vieja guardia de este vestuario mientras medita si aún le quedan fuerzas para otra temporada más en el día a día de un club. “Quiero tomarme algunos meses para esa decisión”, apunta el todavía lateral izquierdo del PSG. De momento, lo más inmediato es la batalla que se antoja muy áspera contra los balcánicos y que guarda un botín doble: título y billete directo para Tokio, dos premios que veteranos como este barcelonés, ausentes de Río 2016, sitúan en el mismo nivel de satisfacción por más que las finales nunca vuelvan y para volar en verano a Japón aún les quede una bola extra, el preolímpico.

Croacia es el único equipo al que no ha derrotado la selección en este Europeo: rascó un empate in extremis, después de tenerlo ganado y luego casi perdido, en la última jornada de la segunda fase cuando los dos conjuntos ya tenían aseguradas las semifinales. "Será un partido diferente, aquel era poco trascendente", advierte Morros. Esa tarde, Lino Cervar, el viejo zorro que dirige a los balcánicos, reservó al azulgrana Luka Cindric y, cuando se vio sin opciones, también a Stepancic y Duvnjak; sin embargo, eso no le evitó a España sufrir su peor rato en el torneo. "Nos atascamos en ataque y lo analizaremos en vídeo, pero no creo que eso sea un problema para la final", señala.

Como siempre, a él le tocará bajar al barro en defensa, clave en el juego de contraataque que siempre busca el grupo de Ribera para expandirse en los partidos. Esa ha sido desde sus orígenes su anónima tarea. "Las circunstancias me hicieron defensor. Al principio jugaba también en ataque, pero por mis virtudes y defectos, acabé como especialista defensivo. Me gusta. Para hacerlo hay que entender bien tu rol. Yo siempre me he sentido a gusto y valorado. Sabemos que lo nuestro es hacer el trabajo sucio", explica.

Viran Morros, mezcla de los nombres de sus progenitores (Victoria y Ramón), cayó en el balonmano de manera fortuita. Jugaba al fútbol como extremo izquierdo hasta que, a los 14 años, probó en un campus de Valero Rivera. "Lo típico de un verano en el que los padres no sabían qué hacer contigo. Mi familia tenía amistad con Valero y este llevaba años diciéndoles que me apuntaran, que me lo iba a pasar bien. Así que fui y ahí empezó todo. No había hecho ningún entreno en mi vida", confiesa. Lo que no le resultaba ajeno era el deporte. Su abuelo Fernando Argila Pazzaglia fue portero del Barcelona, Atlético y Oviedo, y siempre contó que se le deformaron los dedos por jugar sin guantes. Cuando murió en 2015 con 94 años, era el decano de los veteranos del club azulgrana.

Su nieto fue escalando también con las manos, pero en el 40x20. Se crio en el Barça y explotó fuera (Teucro, Ademar y Ciudad Real) antes de regresar al Palau. En 2018 se marchó al PSG, aventura francesa que probablemente acabe este curso con la duda de si se animará a una temporada extra en otro lugar. Dos décadas clavadas, 45 títulos, seis medallas con España y cientos de compañeros. "Los veteranos somos demasiado buenos con los jóvenes. Han tenido suerte, siempre se lo digo. Me acuerdo de que, cuando subía a entrenar con el primer equipo o empezaba con la selección, eran más duros con nosotros", asegura. "Pero yo no soy para nada lo que fueron algunos veteranos conmigo en aquella época", matiza sin dar nombres y con media sonrisa. "La gente que viene ahora es más descarada, entre comillas, se preocupa mucho menos. Aunque bueno, mientras mueran por el equipo, me da igual", concluye. Con ellos y con sus coetáneos de mil batallas luchará por otro oro y por garantizarse los Juegos.

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