Ferrari desalma a Vettel
El alemán, relevo de Alonso para ganar un título que en Maranello falta desde 2007, deja la Scuderia tras su peor año en la F-1
Ferrari tiene mucho peligro. Por un lado, es el equipo de Fórmula 1 para el que cualquier piloto quiere correr, dado el impacto y la repercusión que tiene el símbolo más universal de las carreras que existe. Por el otro, actúa como una trituradora capaz de desquiciar a campeones del mundo de la talla de Fernando Alonso o Sebastian Vettel, por nombrar los dos últimos que han salido trasquilados de la marca de il cavallino rampante.
El alemán sustituyó al español en 2015, después de que Alonso considerara que era más sano para su salud mental embarcarse en un proyecto lleno de incertidumbres como el que le planteó McLaren que permanecer en una estructura demasiado condicionada por la política. La misión de Vettel, que aterrizó allí con cuatro coronas seguidas con Red Bull (2010-2013), era la de devolverle a la tropa de Maranello la alegría de un título que no celebraban desde aquel explosivo 2007, en el que Kimi Raikkonen sacó tajada de la gresca interna que colapsó McLaren. Seis temporadas después, los tifosi siguen esperando un objetivo que Baby Schumi ya no les proporcionará.
“Fallamos. Teníamos la ambición y el objetivo de ganar el Mundial y no lo hicimos, así que creo que esa es la reflexión más honesta. No creo que admitirlo cambie nada”, reconoce Vettel desde Abu Dabi, donde este domingo (14.10, Movistar Fórmula 1) arrancará el 13º, muy lejos de Max Verstappen, que se adjudicó su primera pole y la primera de un coche que no sea Mercedes. A los 33 años, el corredor de Heppenheim disputará en el circuito de Yas Marina su último gran premio enfundado en el mono de los bólidos rojos, con quien fue subcampeón del mundo en dos ocasiones (2017 y 2018), y con quien hasta ahora ha acumulado 14 victorias, 55 podios, 14 vueltas rápidas y 14 poles. Esos números le colocan como el tercer piloto más fructífero de la Scuderia, tras Michael Schumacher y Niki Lauda. A pesar de ello, probablemente no haya un miembro de la parrilla que tenga más ganas de poner fin a este 2020 que él, un tipo agudo y perspicaz, el típico polvorilla, y que no obstante ha vivido este campeonato como un alma en pena, sin chispa ni gracia. También es verdad que sería difícil encontrar a alguien contando chistes por el paddock con los números que el germano ha firmado este año, el peor de los 13 que lleva compitiendo a tiempo completo en el certamen.
A falta de esta última prueba en Abu Dabi, Vettel ocupa la 13ª plaza de la tabla general, con un solo punto de ventaja sobre el 14º (Kvyat). Charles Leclerc, su compañero, le ha superado tanto los sábados (13 a cuatro para el monegasco en las cronometradas) como los domingos (es el sexto en la clasificación, en la que posee 65 puntos más que él). Su único podio lo firmó en Turquía, en aquel disparate de carrera en el que Hamilton cantó el alirón después de que la lluvia y el reciente reasfaltado de la pista pusieran las cosas patas arriba y remezclaran el pelotón. Vettel solo ha puntuado en siete ocasiones y en cuatro de ellas sumó un solo punto, mientras que su mejor posición de arranque fue desde la quinta plaza que ocupó en Hungría. En definitiva, una forma tan gris de cerrar su etapa en Ferrari que la escudería italiana apostó por Carlos Sainz como vecino de Leclerc para su proyecto a corto y medio plazo, en una hábil maniobra que, además de frescura, también supondrá un ahorro de más de 30 millones de euros en salarios (Vettel ingresa alrededor de 35).
El tetracampeón del mundo competirá en 2021 con Aston Martin (actualmente Racing Point), donde desde el primer momento tendrá la misión de justificar que el constructor británico optara por él en vez de por Checo Pérez, que al contrario de lo que ocurre en su caso ha protagonizado su mejor ejercicio en la F-1.
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