Carlos Soler se gana el 10
El canterano, a quien la directiva del Valencia negó el simbólico dorsal, da un paso al frente en medio de la crisis
Tras el barrido efectuado en verano por el máximo accionista, Peter Lim, echando a jugadores de calado como Dani Parejo o Ezequiel Garay, el Valencia encontró un nuevo referente en José Luis Gayà. El zurdo de Pedreguer, que creció en carisma durante la etapa de Marcelino, dio un pase al frente la campaña pasada en medio del caos deportivo generado por el gobierno singapurense del club, que acabó con el equipo desquiciado y fuera de Europa. Hoy, Gayà, primer capitán de la plantilla, es uno de los pilares del vestuario. Su compromiso es un ejemplo para el grupo.
El velocista de Pedreguer no jugará este sábado en Mestalla ante el Atlético de Madrid (Movistar LaLiga, 16.15 horas). Gayà cayó lesionado ante el Deportivo Alavés el domingo pasado y estará fuera de combate los próximos partidos de LaLiga frente al Atlético, Eibar, Athletic, Barcelona y Sevilla más el de Copa del Rey ante el Terrassa si alcanza las cuatro semanas de baja, aunque los servicios médicos de la entidad confían en recuperarlo en tres semanas. Sin Gayà, en un momento efervescente de juego en su club y en la selección, el equipo pierde el empuje anímico que aporta el capitán y se queda cojo en la izquierda.
Es tiempo para nuevos referentes y, en concreto, para otro canterano que sigue a pies juntillas el ejemplo de Gayà. El disciplinado Carlos Soler ha asumido su nueva función en el vestuario y ha multiplicado su rol. Ya no es el jugador que no le discutía, por respeto, las faltas o los penaltis a Dani Parejo; ahora es el francotirador del equipo a balón parado. Desde el punto de penalti fulminó al largo Courtois hace tres semanas en la irrepetible noche del 4-1 ante el Real Madrid. Sacrificando su talento cuando fue desplazado a la banda derecha o a la izquierda, según el guion, por Marcelino, Carlos Soler se ha hecho un jugador más solvente en las últimas tres temporadas. En los carriles, aunque rompía por dentro para asociarse con Rodrigo y Maxi, su talento ayunó, pero educó su capacidad de sacrificio pese a que le llovieron palos desde un sector de la grada. Jamás abrió la boca para quejarse. Apretó los dientes y fue obediente. Aquel proceso lo modeló y lo mejoró. Esta temporada ha vuelto a su sitio, el mediocentro, y desde allí, con libertad, conduce a un Valencia joven que avanza a trompicones en el campeonato penando su inexperiencia.
Apodado El Chino desde su etapa en la Academia de Paterna por sus rasgos faciales, a Soler no le hecho mella la bofetada que le dio el club a principios de curso. El presidente Anil Murthy se negó a que luciera el dorsal 10 que dejó libre Parejo. Peter Lim había decidido que fuera para Kang In Lee, al que el club pretende convertir en un referente de la marca VCF para crecer comercialmente en Asia. Aquella decisión, otro error de cálculo de la pareja Lim-Murthy, generó una pequeña crisis en la plantilla. Gayà y Jaume, los dos primeros capitanes, se enfrentaron al presidente porque había violado uno de los códigos internos del vestuario, como es el reparto de dorsales vacantes. Murthy reculó y Kang In, por respeto a la antigüedad de Soler, no lo quiso coger y se enfundó el 20 de Ferran Torres. El resultado de aquello es que el Valencia, que colecciona rarezas, es el único equipo de LaLiga sin la camiseta con el número 10.
Al inseguro Valencia lo sujetan los jóvenes hombros de su vivero de la ciudad deportiva. Junto a Gayà (25 años) y a Carlos Soler (23 años) se alinea Toni Lato (23 años), otro producto de la fértil fábrica de laterales izquierdos de Paterna. Ante el Atleti, Lato se enfrenta al reto de apuntalar el costado que deja huérfano el capitán Gayà. A su lado, basculando para ayudarle, estará su amigo Carlos Soler. Y aconsejándole, su tío, Vicente Latorre, delantero espigado, capitán y leyenda del Levante.
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