La resurrección colectiva del Atlético
Especular menos con el resultado ha elevado las prestaciones de jugadores que apenas participaron la temporada pasada o de los que no dieron el nivel esperado
Desde hace semanas, Diego Pablo Simeone venía aireando su satisfacción por el despertar de jugadores que el curso pasado pasaron más tiempo en el banco que sobre la hierba. En el once que dispuso el sábado para enfrentarse al Barcelona no se contabilizaba ni una sola de las incorporaciones realizadas para esta temporada. No comparecieron ni Luis Suárez ni Lucas Torreira (ambos con covid) ni Geoffrey Kondogbia. “El grupo está muy bien, lo vengo diciendo desde hace tiempo. Cuando hay una comunión entre la idea y la ejecución aparece lo más bonito, que es dar todo por el equipo. Lo vemos en jugadores como Hermoso o Herrera, que el año pasado jugaban menos”, explicó Simeone. Su alineación del sábado resultó una mezcla de esos jugadores marginales hace un año y de los que han elevado notablemente su nivel en este. “Estamos trabajando mejor en el campo, estamos siendo más cómplices para compartir lo que el equipo necesita. Necesitamos de todos, de Felipe, que la temporada pasada jugaba mucho más continuado, de Lodi, que seguro que será importante, Kondogbia entra poco a poco, Saúl va cogiendo la mejor forma, Correa está mostrando un crecimiento extraordinario, ni que hablar de João Félix o del entusiasmo de Costa cuando entró”, defendió Simeone.
Mario Hermoso y Koke son los grandes exponentes de los dos casos que han pasado de la clandestinidad al protagonismo o de los que ahora ofrecen un rendimiento notable. Los dos ejemplifican la resurrección de activos que han colgado al Atlético el cartel de candidato al título en estos primeros pasos de la campaña. Hermoso jugó con el punto de confianza que le anima al riesgo con el balón, incluso al arabesco, como hizo en el inicio de la jugada del gol de Carrasco. Este verano, el central estuvo en el mercado y la Real se planteó seriamente su fichaje. Desolado por su prolongada inactividad, pensó en una salida que le permitiera volver a subirse al tren de la selección con vistas a la Eurocopa. Dos meses después, su estado de forma y sus prestaciones son la causa del dibujo con tres centrales, bien en una línea de cuatro o de cinco defensas, con el que Simeone trata de compensar la batería de jugadores ofensivos que alinea y el mayor tiempo que el equipo pasa en campo contrario. “Los jugadores supieron entender lo que nos convenía, colocarnos en las dos facetas, ofensiva y defensiva. Buscamos tener una estructura más sólida con Hermoso, Giménez y Savic. Así teníamos posibilidad de defender bien y de atacar como queríamos”, abundó Simeone. Con el pie izquierdo de Hermoso en ese estado tan fino, el Atlético tiene una salida de balón limpia con la que incluso a veces rompe líneas. Antes de la jugada del gol, ya había dado continuidad con un pase vertical y raso al ataque que Llorente estrelló en el larguero.
Por el condicionante de la baja de Herrera, por el rival y por la trascendencia del partido, el de Koke fue un partido monumental con el balón. Si con la selección ante Alemania ya corroboró el porqué de su retorno, ante el Barcelona estuvo imperial. Sin el mexicano, que se había aupado con la titularidad por personalidad y criterio para jugar en corto y en largo, Koke registró 67 pases buenos sobre 72 y seis recuperaciones. Ningún jugador del plantel parece disfrutar más de la ambición con la que ahora juega el equipo. No ha rebajado los kilómetros que recorre, casi 13 frente al Barça, pero donde antes se vio a un futbolista pesado en la carrera y atascado con la pelota, ahora ha emergido uno que entierra a grandes paladas la máquina de perder balones que fue en sus peores momentos de cursos anteriores.
El capitán, que desde hace tiempo defiende que el equipo trabajaba para jugar mejor, se encargó de propagar el mensaje lanzado por Simeone al descanso. Con el gol de Carrasco sobre el tiempo del intermedio, Simeone insistió en la necesidad de regresar al partido sometiendo al Barcelona. El Cholo jugó con el estado de euforia de sus futbolistas por irse a la caseta con el marcador por delante y con el golpe que supuso para el Barcelona el tanto de Carrasco . Esta vez no hubo un recule descarado. Esta es otra de las grandes facetas que explican a un vestuario convencido y feliz por la idea que ahora tratan de plasmar.
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