La burbuja anímica del Valencia
El vestuario se agarra al empate pírrico ante el Getafe con un jugador menos como palanca para no encallar en la zona baja
El Valencia recibe al Madrid con los pulmones hinchados de confianza tras el pírrico empate del pasado domingo ante el Getafe. “El punto es lo de menos. Hemos visto al Valencia que queremos. Me hubiera dado igual perder. Al Madrid tenemos que jugarle igual, con esa garra, pero sin ser excesivos”, explicó Gayà tras 100 minutos intensos, 44 con un jugador menos. Después de las salidas de Parejo y Garay, el capitán es el líder del vestuario en este periodo de transición a ninguna parte que parece haber emprendido la propiedad del club desamueblando la plantilla.
En Paterna se ha inflado una burbuja. Una anímica. Tan frágil como la clasificación del equipo, que suma ocho puntos en otras tantas jornadas y flirtea con el descenso. Por eso se le dio tanto valor al punto ante el Getafe. El equipo trabajó con un jugador menos, marró dos ocasiones claras para llevarse el partido antes de los dos goles azulones y no dejó de combatir pese a la remontada visitante.
“En este tipo de situaciones siempre hay gente que da un paso adelante”. Esa frase, que se escuchó en el vestuario en la previa, se refería a Carlos Soler. Y el canterano respondió. No hay discusión sobre su compromiso. Soler, que acaba de aparecer en el equipo tras una pretemporada agitada entre la covid y una lesión, está ejerciendo de mediocentro, un puesto más acorde a sus características. El contexto por el que camina el equipo necesita que su papel sea más importante.
En un club tan poco convencional, la estructura local, preocupada por la situación, quiere poner el foco en el fútbol y aislar al grupo de un ambiente enrarecido por las decisiones del propietario, Peter Lim. El miércoles, el presidente, Anil Murthy, mantuvo una reunión con los capitanes, y el jueves exjugadores como Ricardo Arias, Miguel Tendillo y Miguel Ángel Bossio repitieron el mismo gesto. Las redes sociales del murciélago transmitieron que el bloque “necesita más que nunca que todas las piezas encajen para revertir la situación”.
En el ambiente exuda el miedo a que la plantilla, con un entrenador que se ha querido marchar, pocos referentes, líderes por madurar y jugadores jóvenes e inexpertos para combatir en el barro del descenso, encalle en la cola de la clasificación. El club pretende que el vestuario se conjure para revertir su clasificación y que exorcice sus miedos. De ahí que se aferre al empate ante el Getafe y que pretenda convertirlo en un punto de apoyo. A ese objetivo responden las reuniones de esta semana.
Cargado de coartadas para justificar el defectuoso rendimiento del equipo, Javi Gracia cumplió el miércoles 100 días como técnico en la silla eléctrica de Mestalla. El último golpe lo recibió con la reciente salida de Kondogbia. Los jugadores necesitan que su entrenador se levante del diván y los haga reaccionar. Enfrentado al presidente, al que le envió una última andanada el domingo pasado diciendo que se sentía engañado tras la salida de Kondogbia, Gracia debe pertrechar el equipo.
El técnico se siente estafado. Le prometieron piezas de recambio para armar un bloque competitivo y, en cambio, han puesto en sus manos uno lleno de agujeros. Su once es un castillo de arena. Ante el Madrid se espera una reacción. El club desliza que el puesto del entrenador navarro no peligra, pero Marcelino fue destituido en un parón de selecciones como el que empezará la semana que viene.
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