Portu pone la puntería
La Real Sociedad asedia la meta de un flojo AZ, pero desperdicia una docena de ocasiones diáfanas
La Real Sociedad salvó una situación delicada después de su tropiezo en la anterior jornada europea frente al Nápoles. Lo hizo tras domeñar con juego y ocasiones a un flojo AZ Alkmaar, aunque sólo pudo conseguir un gol, obra de Portu, que le hizo sufrir penurias en los minutos finales, cuando el equipo holandés, sin nada que perder, empujó lo que pudo. Un tanto de los visitantes hubiera sido casi un accidente, pero en el fútbol se dan muy a menudo.
Se ha convertido en un clásico para Imanol Alguacil tener que modificar la alineación cuando ya se ha anunciado por los videomarcadores. Le sucedió frente al Nápoles, y también ante el AZ. Sagnan es siempre el elegido; sin haber calentado con sus compañeros, se viste y aparece por sorpresa en la foto. Fue por Elustondo entonces y por Gorosabel esta vez. No es que se le alteren demasiado los planes al entrenador de la Real, porque el equipo comparece en el campo con la misma idea, y la de los donostiarras era la de asediar a los holandeses. Lo hicieron. Casi al modo de Felipe II a la ciudad, Alkmaar, de la que llegaron los alegres visitantes de Anoeta, que no parecían tomarse demasiado en serio su propio sistema defensivo.
Lo de alegres, en referencia a los jugadores del AZ se queda corto incluso. Llegaron a ser cómicos por momentos; cada despeje era un chiste, cada cobertura una broma, y frente a un equipo tan puntiagudo como la Real, jugar como lo hicieron no dejaba de ser parecido al ritual de una secta que decide suicidarse en masa. Empezaban por una arriesgadísima salida del balón que casi nunca les salió bien, continuaban con una visible apatía a la hora de meter el pie o de ejecutar ayudas defensivas. Hubo quien llegó a apartarse en algún centro peligroso.
Con ese panorama, a la Real se le presentó un paisaje apetitoso, pero confundió durante muchos minutos el hambre con las ganas de comer; se empachó con la vista y desperdició casi una docena de oportunidades diáfanas. No se trataba de abrir la lata, que ya lo estaba, sino de hincar el tenedor. Portu tuvo una ocasión ante el portero en el minuto 17; Silva remató fuera un pase de Monreal, cabeceando en carrera desde el punto de penalti; Le Normand desperdició la siguiente, y a la media hora, un centro de Monreal se paseó por la línea sin que Portu o Isak lo empujaran a la red.
El festival del humor holandés, combinado con la falta de pericia donostiarra, continuó en los minutos siguientes, con Monreal y Portu sumando errores a la estadística sin bajarse del autobús.
Y así, sin ningún rubor defensivo del AZ, apoyado en la inspiración de Marco Bizot, su portero y una fortuna que ya la quisieran muchos para la ruleta, en la que siempre salía rojo, transcurría el partido como si el marcador se hubiera quedado cortocircuitado en el empate a cero del inicio. Pero de tanto jugar a todo o nada, al final cambia la suerte. La Real marcó en el minuto 57. Portu, en posición dudosa, aunque en la Liga Europa no hay VAR, empujó desde cerca el centro de Oyarzabal, que había recibido de Monreal, en un de esas acciones en las que todos los defensas del AZ parecían figuras del museo de cera.
No era el premio merecido, sino apenas la pedrea, porque la Real mereció muchos goles más. Encima, la falta de puntería anterior le obligó al equipo donostiarra a jugar con las orejas tiesas durante lo que restaba de partido. Se estiró el AZ en los minutos finales, con cinco cambios en dos tandas, y aunque no creó demasiado peligro, sembró la inquietud, que no pasó a mayores. El resultado fue corto, pero los puntos se quedaron en Anoeta, como se intuía desde el primer minuto.
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