Míchel: “Me gusta andar por el alambre, pero con un colchón debajo”
El técnico del Huesca, rival del Madrid este sábado, reflexiona sobre el dilema de su equipo, recién ascendido y con vocación de controlar el balón
El Huesca de Miguel Ángel Sánchez (Madrid, 1975) ascendió a Primera a base de fútbol elaborado y agresivo. Ahora el entrenador afronta un enigma: cómo ser competitivo desarrollando el mismo juego sin que los rivales que se encuentra en Primera, casi siempre más poderosos, no lo castiguen. Tras dos derrotas y cinco empates en siete jornadas, este sábado (14:00 horas, Movistar) el desafío del Huesca se multiplica con la visita al Real Madrid.
Pregunta. ¿Cómo se consigue que un recién ascendido salga a intentar dominar todos los partidos?
Respuesta. El respaldo del club va más allá de los resultados. Si ellos son los primeros que me dicen que no puedo traicionarme a mí mismo ni a mi estilo… En 2018 ascendieron con Rubi con la misma identidad y cuando me ficharon a mí tenían muy claro la idea que tienen para su club.
P. ¿Ahora hay más jugadores dispuestos ir al frente mediante el juego asociativo que cuando usted jugaba, hace 20 años?
R. La mentalidad de los jóvenes ha cambiado. En las canteras cada vez se trabaja más en el sentido de ser protagonistas. Las nuevas generaciones han vivido con los triunfos de España. Los que ahora tienen 20 años tenían diez cuando ganamos el Mundial y eso hace que la mentalidad sea de seguir peleando por ser protagonistas en los partidos. En el Huesca tenemos a Sergio Gómez, balón de plata sub 17, a Seoane, que jugó en el Madrid toda su vida, a Rafa Mir, que del Valencia pasa por el Wolverhampton… Vienen con una mentalidad de haber sido protagonsitas y de haber tenido un nivel muy alto en inferiores. Eso les hace saber llevar el peso de la idea de juego. En España vamos a tener recursos ilimitados en los próximos años porque se trabaja muy bien en las canteras. Con el Covid-19 se tirará mucho más de los jóvenes.
P. Llevar la iniciativa con el control del balón implica unos riesgos que aumentan cuanto más fuerte es el rival. ¿Usted cómo resuelve ese dilema?
R. Hay que jugar para que el jugador se sienta bien, para ganar, y para que el aficionado disfrute. Son tres componentes indispensables. Los riesgos los intentamos minimizar a través del balón y de nuestro equilibrio en el posicionamiento. En Primera me gusta andar por el alambre pero tener un colchón debajo. Yo les digo a los jugadores que entre nosotros nos tenemos que hacer mejores. ¿Cómo? Hacer superioridad numérica en la zona activa de balón. Pero claro: eso depende porque hay rivales que defendiendo situaciones de uno contra uno son mejores que tú y no puedes hacer la superioridad. Para eso el posicionamiento es lo más importante: entender los espacios y el tiempo. La velocidad del balón no es rápida ni lenta. Depende del momento preciso en el que cambies de zona. Estamos en manos de los jugadores. Cuanto mejor ocupado tengas el campo, menos riesgos asumirás en la transición defensiva. La pérdida del balón es lo que ahora determina el rendimiento de un equipo muchas veces.
Contra el Madrid no puedes ir a ver quién gana en los duelos y las transiciones. No puedes dejar que Modric se gire y te encare; y a Kroos no le puedes dejar tiempo para pensar...
P. ¿El colchón lo determina el modo en que se ordena el equipo para reaccionar ante esa pérdida?
R. Si tienes el balón, el desequilibrio siempre se produce en el rival. Nuestra idea es perderlo lo más lejos de nuestra portería y donde se pueda presionar. No les llamamos pases prohibidos, pero el jugador sabe que en conducción de balón no puede darle el pase a un compañero si está en su mismo carril; que uno que conduce sabe que atrae rivales, con lo cual el pase tiene que ser diagonal; que los pases horizontales tienen que ser de máxima seguridad; que siempre tienes que tener apoyos para dar la vuelta; que un jugador de espaldas no se gira, a no ser que haya percibido el posicionamiento del rival… Intentamos marcar pautas. Pero no podemos olvidar que el fútbol está en el error, y si no existiese el error esto no sería un juego porque los jugadores serían robots. A mí lo que me gustaba cuando jugaba era poder tomar decisiones. Si ayudas a los jugadores, ellos cada vez se atreverán más y cada vez cometerán menos errores. Un jugador no sabe sus límites de mejora hasta que no los entrenas al 100%. Yo no puedo decir que un jugador no tiene salida de balón. A un portero no puedo decirle que no juegue con los pies: tengo que enseñarle los mecanismos para que mejore.
P. ¿Los jugadores siempre intuyen dónde está el límite?
R. La competición tiene momentos: si te estás jugando tres puntos importantísimos, igual la salida del balón no es tan limpia porque la mentalidad del jugador es asumir todavía menos riesgos. Yo no les puedo obligar a hacer cosas que no harán por ADN. Si le digo al central que saque el balón jugado, regala cinco balones por partido y perdemos, me va a decir: “Tú lo que estás haciéndome es peor jugador”. Yo no puedo estar orgulloso de haber sido un equipo en bloque bajo contra el Atlético, pero entendí perfectamente cómo los jugadores defendieron los espacios, cómo somos un equipo muy solidario y que generó al Atlético mucha incomodidad cuando tuvo el balón. Nosotros no trabajamos para eso pero nos adaptamos. Y cuando tengo el balón digo lo mismo: si no tengo capacidad de ir rápido de lado a lado, meteré los extremos por dentro para tener más posesión por dentro. Si no soy capaz de llegar a la profundidad, ¿cómo voy a tener yo el balón desde el inicio si no tengo gente que me gane la espalda al rival? Eso lo trabajamos. ¿Cómo vamos a llegar y a ser competitivos? A través del balón. Hay una palabra muy clara que es la agresividad. Con y sin balón. Queremos ser muy activos en la presión y con balón. Generar muchas líneas de pase e ir a campo rival. Eso son señas de identidad que no van a morir con nosotros.
P. ¿No cree que los equipos que apuestan por la posesión tienden a desinflarse cuando piensan más en el peligro que corren que cuando actúan con fanatismo?
R. Todo parte de la capacidad de adaptación. Si yo juego con gente abarcando los 70 metros de ancho del campo, y resulta que para ir de lado a lado tardo diez minutos, el extremo o el lateral que esté abierto me va a decir: “Míster, que yo no toco el balón”. Las distancias en que se relacionan los jugadores las fijan el propio talento y la presión del rival. Contra el Atlético jugamos en bloque bajo durante casi toda la segunda parte. Nos tuvimos que defender por la capacidad del rival de superarnos en los duelos. ¿Qué hicimos? Trabajar defensa de espacios por dentro e intentar salir en el menor número de toques posibles en la transición. Lo hablamos con los jugadores: queremos tener el balón y estar en campo rival, pero si vamos al Nou Camp y el Barça nos quita el balón, ¿cómo se la vamos a quitar a Messi? Esa capacidad de adaptación nos va a permitir ser competitivos o no.
P. El Madrid muchas veces se siente más cómodo cediendo la pelota. ¿Qué harán ustedes?
R. El Madrid se adapta a todas las circunstancias. Si sientes que le dominas puede cerrarte los espacios y meterse dentro, o irte a presionar arriba como hizo con el City en el Bernabéu. Contra el Madrid no podemos ir a los duelos. No puedes dejar una situación de uno contra uno para Vinicius en espacios abiertos. No puedes dejar que Modric se gire y te encare; a Kroos no le puedes dejar tiempo para pensar; y los laterales... Hay que ir en temporización defensiva, cerrar mucho los espacios en bloque ya sea medio, alto o bajo. Lo que no puedes hacer —y sé que esto es muy difícil hacerlo 95 minutos— es ir a ver quién gana en los duelos y las transiciones. Tienes que ser muy incómodo, ya sea en bloque alto o bajo. No te puedes quedar a medias. Igual que sabes que el Barça es un equipo que te va a presionar alto y a lo mejor puedes ser tú el que le haga transiciones, con el Madrid si vas alto tienes que saber que hay que mantener un colchón en la posible transición. Y si juegas en bloque bajo tienes que tener en cuenta el talento de los jugadores de fuera para entrar en conducción, las situaciones de dos para uno, el talento de Isco o Benzema entre líneas... La mayor dificultad que tiene el Madrid es que miras un 11 y todos tienen gol. ¡Todos!
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