El día que reventó Fede Valverde
El uruguayo abre el marcador en el Camp Nou, su segundo gol del curso, y se retira en el minuto 69 mareado y con visión borrosa
Después de dos de sus mejores tardes con el Real Madrid, Fede Valverde (Montevideo, 22 años) aludió a lo que parece su divisa como jugador blanco: correr hasta que le revienten las piernas. Se trata de una situación límite, pero solo la menciona en momentos felices. La primera vez fue la temporada pasada, también en octubre, después de un 4-2 al Granada en el que su insistencia en perseguir un balón terminó en el único gol del curso de Eden Hazard. La segunda fue hace un mes, después de abrir el marcador en el Benito Villamarín (2-3 al final). Este sábado, después de marcar el primero en el Camp Nou, no dijo nada: se derrumbó.
Todavía era el minuto 69, pero el uruguayo llevaba ya un rato deambulando medio zombi. Ya antes del penalti de Sergio Ramos David Bettoni, el ayudante de Zidane, le había buscado entre las provisiones del equipo médico un gel. Pero su estado no mejoró ni con el gol del capitán. Se llevaba las manos a la cabeza, sentía mareos, veía borroso. Y terminó echándose a la hierba.
Hasta encontrarse en ese punto, tumbado boca arriba en medio de un Camp Nou vacío, con las asistencias ofreciéndole otra ración de gel, había desplegado un derroche de amplio espectro: robaba muy cerca de su área, en ocasiones dando cobertura a un central fuera de sitio y acompañaba después la salida, con paradas en Asensio y Benzema, hasta amenazar él la otra área. Demostración práctica para quien se pregunte qué quiere decir Zidane cuando habla de jugador box to box.
En el Camp Nou pisó antes el área de Neto que la propia. Mientras Asensio corría hacia la banda para distraer rivales, Valverde atravesaba el campo por el centro, hacia un pase de Benzema entre Piqué y Lenglet. Ya a solas con el portero, el uruguayo descargó su potencia contra la red en la escuadra izquierda. Habían transcurrido cuatro minutos y 49 segundos, el gol más rápido del Madrid en el Camp Nou desde el de Van Nistelrooy en 2007, que necesitó seis segundos menos.
Tres semanas antes, contra el Betis, Valverde había anotado también el 0-1 al final de otra carrera por el mismo carril, al final del cual le esperaba otro pase de Benzema, esa vez dentro del área pequeña. “El míster me dice muchas veces que cuando robo luego llegue al área”, contó después el uruguayo.
Este sábado invirtió el orden de las instrucciones: primero marcó, su segundo tanto de la tempoada, y luego se dedicó a robar. Recuperó siete balones, el jugador de campo del Madrid con mejor botín y el segundo del partido, por detrás de los nueve de De Jong, que sí jugó el encuentro completo. Valverde también fue el futbolista con mejor saldo en los duelos, ganó los dos en los que intervino, y el que más faltas recibió entre los del Madrid: dos, igual que Kroos y Asensio.
Su despliegue resumió el espíritu que Zidane y Ramos identificaron como clave en la victoria en territorio enemigo: “Cómo hemos corrido, cómo hemos sufrido juntos. Hemos corrido por nosotros y por el compañero que teníamos al lado”, dijo el capitán. La temporada pasada, antes del confinamiento, Valverde ya había sido bandera de eso. Tanto, que después del partido contra el Betis, momento feliz en el que volvió a mencionar el reventón de piernas como horizonte de su orgullo, lamentó su retroceso al salir del encierro: “No hice las cosas como debe hacerlas un jugador profesional del Real Madrid”. Este sábado solo se derrumbó.
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