Djokovic, del sofocón al reencuentro con Nadal
El número uno sufre ante Tsitsipas, pero resuelve (6-3, 6-2, 5-7, 4-6 y 6-1) para reeditar el clásico con el español, ganador de las dos finales entre ambos en París. Nole (2015) se hizo con el último precedente
Cuando la noche ya se echaba encima de París y los focos alumbraban la central, Rafael Nadal recorría los pasillos de la Chatrier y accedía a la sala de conferencias, completamente vacía hoy día para evitar el más mínimo contacto entre los jugadores y los periodistas presentes en París. Durante la atención telemática, al tenista le robó varias veces la atención una de las pantallas colgada en uno de los costados. En ella, Novak Djokovic ya mandaba sobre Stefanos Tsitsipas. El serbio confirmó luego el cartel estelar de la final de este domingo (15.00, Eurosport).
“No sé qué contestar…”, dudaba Nadal antes de que Nole lo certificase, preguntado por cuál es el triunfo que recuerda especialmente de entre sus 101 partidos sobre la arena de Roland Garros. “Quizá la semifinal de 2013 contra Djokovic, o la final de 2012 contra él también tuvo un valor importante porque llevaba tres finales perdidas contra él. Es difícil decir uno, pero ganar en 2013 significó muchísimo para mí porque venía de una lesión muy larga, después de muchos meses sin jugar. Las victorias que consigues después de momentos complicados son las que a uno le llenan más”, rebobinó.
Al volver hacia atrás, Nadal señaló por partida doble a Djokovic, el rival del que más recela el mallorquín. Mientras la rivalidad con Roger Federer tiene una connotación más bien romántica, el pulso personal con el de Belgrado se resume en episodios muchas veces ásperos, con partidos de todos los colores y siempre disputados a cara de perro. A lo largo de su carrera, ambos se han cruzado en 55 ocasiones y protagonizan el duelo más repetido en la historia del tenis. Nole domina por 29-26, aunque en París la jerarquía le sitúa a remolque: de siete encuentros solo pudo imponerse en uno. Cayó en las finales de 2012 y 2014.
Fue precisamente el último, en 2015, cuando el actual número uno también aterrizó lanzado en el Bois de Boulogne. Venía entonces sobre una ola de trofeos y repite en este 2020 en el que contabiliza todas sus intervenciones por victorias (37), exceptuando el desagradable episodio del pelotazo de Nueva York, que le costó la descalificación. Aquel día, Djokovic rindió a Nadal en tres sets, 2h 25m; sin embargo, eran otros tiempos y el español padecía interiormente, presa de la ansiedad. Nada tiene que ver todo eso con lo de ahora, porque Nadal está como un roble y anímicamente llegará muy reforzado a la final.
En cualquier caso, Nole intimida tanto por su dinámica —cuatro títulos, entre ellos el Open de Australia y los Masters 1000 de Cincinnati y Roma— como por su brillante recorrido este año en la arcilla. Ganó en el Foro Itálico y amenaza con su aura, aunque llegará al envite después de pasar un mal rato contra Pablo Carreño en los cuartos y otro todavía peor ante Tsitsipas. Cuando parecía que este viernes lo tenía hecho, el griego reaccionó y le planteó un duro ejercicio físico y psicológico: 6-3, 6-2, 5-7, 4-6 y 6-1, tras 3h 45m. Tsitsipas equilibró los dos sets de desventaja y solo desistió al final, a la tercera bola de partido para Djokovic. Este resopló y, habiendo dejado atrás el problema cervical que sufrió con Carreño (esta vez no hubo atención médica de por medio), abrazó la victoria.
No olvida Nadal, al fin y al cabo, que él es uno de los dos únicos rivales —el otro es el sueco Robin Soderling, en los octavos de 2009— que han conseguido doblegarle en su templo. “Son diferentes circunstancias, distintas situaciones, diferentes torneos”, subrayó el español cuando se le preguntó por el pasado. “Sí, obviamente son diferentes, así que eso puede suponer una buena oportunidad para mí. Él es definitivamente mi gran rival y nos respetamos mucho el uno al otro", señaló Djokovic.
“Lo único que sé es que si juego contra Novak tendré que hacerlo lo mejor posible. Si no hago mi mejor tenis será muy difícil. Aquí he jugado muy bien durante mucho tiempo, y eso ayuda, pero a la vez él también tiene un récord increíble, estando casi siempre en las rondas finales”, continuó en inglés. “Sé que tengo que dar un paso adelante; hoy [por este viernes] he dado uno, pero para el domingo no será suficiente. Necesito dar otro. Estoy buscándolo y trabajo para ello”, expuso Nadal, quien a sus 34 años y 130 días es el tercer finalista más veterano en Roland Garros. Figuran por delante de él Andrés Gimeno (34 y 306 en 1972) y Ken Rosewall (34 y 218).
Enfrascados en una apasionante carrera a tres bandas con Federer (20 grandes), el que golpee en París dará un importantísimo bocado a la historia. El balear (19) y el serbio (17) prometen un careo al límite.
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