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El Barça, mal comprador y peor vendedor

El club azulgrana, lastrado por su alta masa salarial, pierde 357 millones entre altas y bajas bajo la presidencia de Bartomeu

Rafinha ya es jugador del Paris Saint-Germain.
Rafinha ya es jugador del Paris Saint-Germain.LLUIS GENE (AFP)
Jordi Quixano

Al cierre del mercado, el Barça ni siquiera consiguió pagar el fichaje del brasileño Gustavo Maia (jugador del filial por el que pagó 4,5 millones) con las salidas de Rafinha, Rakitic, Arturo Vidal, Luis Suárez y la cesión de Todibo. “De los tres grandes de la Liga, hemos hecho el mejor mercado, condicionado por la pandemia y la crisis. ¿Qué ventas y fichajes han logrado los demás?”, se defienden desde el club azulgrana; “hemos traspasado a jugadores que no quería el entrenador, de edad avanzada, y nos hemos liberado de más de 70 millones en la masa salarial”. Pero desde que llegara Josep Maria Bartomeu a la presidencia a finales de enero de 2014, el Barça se ha hipotecado en cuanto a números y solo funcionó al siguiente curso, en 2015, herencia de un equipo campeón que con Messi, Neymar y Luis Suárez firmó el segundo triplete, hito nunca conseguido.

Desde la final de Berlín no hay quien se atornille en el equipo titular, agitado por cuatro directores deportivos –Zubizarreta, Robert Fernández, Abidal y Ramon Planes- y sin un plan claro, como explicó el equipo en el curso anterior, vacío de títulos por primera vez en una década. El caos llevó a Messi a pedir una salida mediante un burofax, negada por contrato; desbarajuste que cogió todavía más color en este último día de mercado. “Se han ido fichajes con una media de edad de 27,7 años y han llegado cuatro jugadores con una media de 21. Y, limitados como estamos de dinero, se ha rebajado ostensiblemente la masa salarial”, esgrimen desde las oficinas de la ciudad deportiva, conscientes de que la deuda del Barcelona ya asciende a 820 millones tras dispararse un 48% en un solo ejercicio.

Desde la ciudad deportiva admiten que Koeman se enfadó –"aunque entiende la situación económica", agregan-, porque desde su llegada pidió un ariete (Memphis Depay, del Lyon) y un central (Eric García, del City), ya que se le quedaba “cortita” la posición con Piqué, Lenglet y Araujo [inscrito en el primer equipo junto a Riqui Puig, Ansu Fati y Matheus Fernández]. Tiempo para acometer los fichajes y para vender hubo, pero ni a uno ni a otro consiguió el área deportiva azulgrana, que alrededor de las 22 horas de la noche del lunes comunicó al Lyon que no llegaba a los 20 millones solicitados por Depay, del mismo modo que a las 23.15 envió una última oferta de 10 millones fijos más cinco en variables por el central citizen, rechazada porque Txiki Begiristain se plantó en 20. “No íbamos a pagar eso cuando en 14 semanas será libre de negociar”, señalan desde el Barça, que incluso rechazó que el jugador pusiera dinero de su bolsillo para hacer realidad su viaje de vuelta al Camp Nou. La crítica interna, sin embargo, es que no fueron capaces de traspasar a Umtiti, por el que no llegó ninguna oferta en firme.

Ocurre que el cierre de mercado pareció un disparate. A Koeman no solo no le trajeron a Eric García, sino que decidieron ceder al central Todibo por dos cursos al Benfica por dos millones. “No lo quería el entrenador”, justifican desde el club; “y no llevaba bien eso de no jugar”. Algo similar ocurrió con Rafinha, vendido a coste cero –esperaban sacar unos 16 millones- al PSG, club a la gresca con los azulgrana porque se negó sistemáticamente a reforzarle con jugadores como Verratti, Rabiot, Di María, Thiago Silva, Marquinhos e incluso Neymar. “Leonardo [director deportivo del club parisino] llamó por la mañana y pidió ficharlo gratis por el Fair Play financiero”, cuenta desde la cúpula azulgrana; “Koeman nos dijo que no lo quería, Rafinha nos pidió que le liberáramos y no conseguimos otra oferta que la del Celta, peor todavía”. Tres millones en variables por alcanzar la Champions y el 35% en una futura venta. Enfado de la afición al tiempo que Rafinha escribía pasada la medianoche al área deportiva para dar las gracias.

Decisiones en clave masa salarial

No sucedió lo mismo con Dembélé, enrocado el Barça y el jugador en un traspaso y no en una cesión como solicitaba el United. Un ingreso menos que no maquilla los números de traspasos en la era Bartomeu, pues se han fichado a 34 jugadores –por los 40 que han traspasado- y solo Lenglet, Griezmann y De Jong (a ratos Arturo Vidal y Semedo) se han hecho un sitio fijo en el once. “Ahora nos toca tomar decisiones”, anunció Bartomeu tras el batacazo de la Champions ante el Bayern (8-2). Decisiones que pasaban por aligerar la masa salarial, toda vez que de lo contrario resultaría incomprensible traspasar a Luis Suárez (Atlético) y a Arturo Vidal (Inter) a coste cero, también a Rakitic (Sevilla) por 1,5. Una tónica, en cualquier caso, repetida desde que llegara Bartomeu porque se fueron sin aliñar las arcas Xavi, Afellay, Alves, Montoya, Song, Sandro, Masip, Mathieu, Iniesta, Samper, Vermaelen, Douglas y Arda Turan.

Lejos queda el mensaje de Txiki Begiristain a inicios de esta década, entonces director deportivo azulgrana. “Nuestro objetivo no es conseguir un récord en ventas, sino de títulos. El Barça es un club que ficha a los jugadores en su mejor momento y no los vende hasta que considera oportuno”. Ahora, está exigido. Problema potenciado por la covid, que se entiende con los mensajes de la directiva al área deportiva. Mientras que a los anteriores se les pedía vender para comprar a gusto, con unos 60-70 millones de superávit en la recámara, a Abidal y Planes les exigieron vender antes de incorporar a alguno.

Incapaces de convencer de sus activos a clubes que miran la cartera como nunca, el cierre de este mercado engrosa los números negros de la era Bartomeu, pues en estas seis temporadas –según Transfermarkt- se ha gastado 1.079,85 millones y ha recaudado 722,75, por lo que sale una pérdida de 357,1 millones. O, dicho de otra forma, un agujero de 59,5 millones por temporada. El ejemplo claro de este desfase se da con Neymar, vendido por 222 millones (era su cláusula de rescisión) y después gastados respectivamente 145 y 130 millones en Coutinho –cedido al Bayern el año pasado y a la fuerza de azulgrana ahora- y Dembélé, que suma más partidos en la enfermería que en el césped. Todo un guirigay que ha debilitado al Barcelona.

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