Osasuna recupera sus valores y traspasa las dudas al Celta
Roncaglia y Calleri firman un justo triunfo del cuadro navarro ante un rival sin recursos para responder
El carrusel del fútbol le da la vuelta a todo tipo de sensaciones y rendimientos. La quinta jornada acaba con Osasuna por encima del Celta en la clasificación. Y además con un partido menos. Hace una semana los navarros andaban preocupados después de un duro revés en casa contra el Levante y los gallegos lucían lustrosos sin conocer la derrota, complacidos por el buen inicio de campaña que tanto necesitaban tras pasados sufrimientos. Todas esas lecturas caducaron este domingo en noventa minutos que definieron la resurrección de Osasuna, justo vencedor (2-0) ante un rival instalado en la irrelevancia.
El Celta podría alegar que en una semana con tres partidos el postrero le llegó apenas 60 horas después de fajarse en un empapado Balaídos contra el Barcelona. Nada que ver con Osasuna, que aplazó su partido entre semana ante el Granada. Pudo ser una cuestión de frescura y de piernas tiesas, pero el caso es que el Celta jugó tres duelos en una semana con ocho de sus futbolistas siempre en el once titular. Esa fue su elección. Otros aspectos que explican el resultado producido en El Sadar tienen que ver con la intensidad y el hambre.
Osasuna relevó a seis hombres del equipo titular que inició su comparecencia anterior contra el Levante. Y fue el equipo reconocible que se aguarda en su feudo, sin mucha filigrana, pero también sin concesiones. Manejó un partido espeso que concedió pocas opciones porque el Celta ya hace tiempo que dejó de ser aquel poético combo que abría los partidos y los convertía en un ida y vuelta. Se jugó en espacios reducidos, con incomodidades que exigían descaro. Pero todo se encorsetó hasta que Roncaglia soltó el bombazo, un disparo a 28 metros de la portería que se cruzó hacia la escuadra tras desnudar una deficiente basculación celeste.
Marcó Roncaglia, cuña de la madera celtista, un integrante del último gran Celta europeo, un tipo muy querido en el vestuario del equipo vigués. No lo celebró y era como para festejarlo: pocos goles habrá marcado como ese. Su tanto aplacó las urgencias que comenzaba a evidenciar Osasuna, que no necesitaba el control de la pelota para dominar el partido. Fue solvente ahí el equipo de Jagoba Arrasate, atento para no conceder ocasiones y apretar el trasteo del Celta, que jamás encontró a sus futbolistas de ataque.
No aparecieron ni Aspas ni Nolito. Denis Suárez pasó desapercibido confinado en el flanco diestro y el emergente Baeza apenas sobresalió en dos costalazos que se dio contra las vallas laterales. La mezcla en el doble pivote entre Okay y Tapia apenas aportó con balón.
El Celta jugó a lo que quiso Osasuna, se apuró con la pelota y cayó en la contradicción de sumar pases irrelevantes mientras le faltaba pausa para encontrar espacios. Los cambios no mejoraron al equipo, por más que el técnico Óscar García buscase un perfil más ofensivo. Osasuna supo plegarse y acumular gente en la zaga. Después tiró de oficio, por ejemplo el de Calleri, que aportó pasajes brillantes en lo suyo. Si el graderio estuviese poblado, El Sadar hubiera vibrado con su despliegue.
Calleri atesora todos los valores que aplaude y valora la gente en Pamplona. Tiene oficio, esfuerzo, juega con una honestidad sanguínea. Su brega encontró justicia después de varios intentos cuando, a la postre, aprovechó una nueva incursión de Roncaglia para rematar a la red y sentenciar el partido un cuarto de hora antes del final. Si con un gol el Celta estaba ante una muralla inabordable para sus pocos recursos, dos abajo se encontró ante un Everest.
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