Cuando el tenis es secundario

En momentos de especial dificultad, cuando yo era entrenador de Rafael, intenté siempre relativizar la importancia del tenis en su vida. Si bien ejercí una gran presión, tanto en su etapa de formación, como posteriormente en los muchos años que pasamos juntos en el circuito, cuando lo veía sufrir demasiado por las circunstancias que fuera, le recordaba que el tenis no iba a ser lo que más determinaría su felicidad. Y sigo manteniendo el mismo parecer. Y es que la vida, a veces, se empeña en imponer otras prioridades.

Tanto es así, desde que se reanudaron los torneos de tenis la semana pasada, que los focos han estado más puestos en lo que ha ido aconteciendo fuera de las pistas que dentro; todo ello sin desmerecer la victoria de Djokovic en el torneo de Cincinnati, por supuesto.

Fue en ese Masters 1000, precisamente, que estuvimos hablando de un acontecimiento que provocó el aplazamiento de las semifinales que debían jugarse el jueves 27 de agosto. Se trata, como se recordará, del brutal ataque policial que sufrió Jacob Blake y el boicot que ello generó en el ámbito deportivo. En nuestro gremio lo inició la japonesa Naomi Osaka quien, siguiendo el ejemplo de las ligas norteamericanas de baloncesto, de béisbol y de fútbol, invitó a que se le unieran el resto de los jugadores. Y me alegré por ello. Algunas veces, y cito literalmente a Osaka, “hay asuntos mucho más importantes que necesitan atención inmediata”, como para que nos entretengamos jugando o viendo jugar al tenis.

Esta semana, nada más empezar el US Open, ha saltado la noticia de que el tenista francés Benoit Paire ha dado positivo en uno de los test de la covid-19 que se ha venido practicando a los tenistas participantes en el Grand Slam. El francés acusa a los organizadores de no haberles procurado la seguridad prometida. Y el torneo, mientras tanto, intenta detener el contagio aislando a 11 jugadores que han estado en contacto con él y que deberán seguir otro protocolo, aunque podrán seguir en la competición.

Yo desconozco qué ha pasado. No sé si ha fallado el propio Paire, la organización o si, simplemente, estamos ante una demostración más de que el ser humano es menos infalible de lo que creemos ante problemas de tal magnitud. Lo curioso y significativo es que se está disputando uno de los Grand Slams del año y a mí, particularmente, me cuesta centrarme exclusivamente en el tenis.

Y, por último, el martes Carla Suárez nos anunció a todos los que la seguimos y apoyamos que tendrá que dejar de jugar y luchar contra un linfoma de Hodgkin en los próximos seis meses. Por supuesto, cuando hablamos de temas de salud es cuando con más claridad todo lo demás pasa a un segundo plano. Cada vez que mis hijos coincidían con ella en algún torneo, la perseguían por la sala de jugadores para jugar al pimpón. Era la más paciente, simpática y alegre. Luego la perseguían a la pista de entrenamiento para admirar su brillante juego, uno de los más bonitos del circuito, como ya escribí en una ocasión.

Carla tiene el optimismo necesario y la capacidad de lucha para afrontar los meses que tiene por delante. No me cabe duda. Muchos ánimos para este paréntesis, antes de cerrar su etapa profesional, y dedicarse a lo que más le apetezca en la vida.