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De repente, Oliveira

El portugués logra in extremis su primer triunfo en un Mundial de MotoGP igualadísimo sin Márquez, en una carrera interrumpida tras quedarse Viñales sin frenos a 220km/h

Nadia Tronchoni
Miguel Oliveira celebra su primera victoria en MotoGP en el Red Bull Ring.
Miguel Oliveira celebra su primera victoria en MotoGP en el Red Bull Ring.CHRISTIAN BRUNA (EFE)

Las carreras más dramáticas descubren a los héroes más inesperados. Ocurrió este domingo con Miguel Oliveira (Almada, Portugal; 25 años), ganador de su primera prueba en MotoGP. Ocurrió en Spielberg, escenario, de nuevo, de accidentes escalofriantes como el que protagonizó Maverick Viñales, que tuvo que tirarse de su Yamaha a casi 220 km/h porque le fallaron los frenos en plena recta. Escaparate conmovedor también el Red Bull Ring para un sinfín de luchas magníficas. Las más aplaudidas, las que se sucedieron en la última vuelta. Un último giro en el que Jack Miller quiso intentar arrebatarle la victoria a Pol Espargaró y en el que el de Granollers quiso defender a toda costa el primer puesto; una vuelta en la que Dovizioso y Binder apuraron sus opciones de acercarse a los tres primeros. Pero todos fracasaron en su intento. Todos, menos Oliveira. “He tenido mucha suerte”, concedería después.

Se elevó el piloto satélite de KTM entre los grandes favoritos. Y logró el triunfo en la casa de la marca austriaca, cuyo patrocinador principal, Red Bull, es hoy el propietario de un circuito tan majestuoso como exigente para las MotoGP. En Spielberg los pilotos se sacan los codos a 200 km/h y el trazado lleva los frenos a situaciones tan extremas que anduvieron las Yamaha perdidas todo el fin de semana: acongojado Quartararo una y otra vez en la frenada de la curva cuatro, esa en la que se pasa de 300 km/h a 60; aliviado Viñales una semana más por salvarse en un accidente al que nadie quiere dar muchas más vueltas. Su M1 le dejó sin frenos al final de la recta de meta. Y el catalán no contempló más opción que deslizarse por el lateral de su moto y lanzarse al suelo para evitar colisionar, como hizo la máquina, contra las protecciones de aquella primera curva. El impacto fue tal que la moto estalló en llamas.

Aquel incidente fue el que tiró a la basura todo el trabajo maravilloso hecho por Joan Mir hasta entonces. Imposible su ritmo para el resto de rivales, el de Suzuki llevaba dos segundos y medio de ventaja sobre Miller cuando empezó a ondear la temida bandera roja —obligada la suspensión de la prueba tras 16 vueltas por el accidente de Viñales—. Y al igual que le había pasado a Espargaró una semana atrás, el dominador de la carrera se quedó sin gomas nuevas para afrontar la segunda manga. Tuvo que salir a defenderse con la misma goma delantera que ya calzaba y una trasera nueva. No funcionó. Terminó cuarto. Y se volverá para casa sin ese ansiado primer triunfo, aunque con la admiración de sus contrincantes. “Era superior a todos. La victoria era suya”, le honraba Espargaró. “No podía seguirle”, reconoció Miller.

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Brno (Czech Republic), 09/08/2020.- Italian rider Valentino Rossi of Monster Energy Yamaha MotoGP team in action during the MotoGP race of the Motorcycling Grand Prix of the Czech Republic at Masaryk circuit in Brno, Czech Republic, 09 August 2020. (Motociclismo, Ciclismo, República Checa) EFE/EPA/MARTIN DIVISEK
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Retomada la competición, Oliveira no solo puso gomas nuevas, sino que enmendó el error de la primera salida y cambió su opción de neumáticos: delante metió el más duro, como Espargaró. Además, el portugués rentabilizó como nadie la salida de esa segunda carrera a 12 vueltas: partía el séptimo y se colocó cuarto en apenas unas curvas. A seis vueltas para el final, percibió, lo mismo que Espargaró, que el hombre que lideraba la prueba, Joan Mir, tenía problemas para mantener el ritmo elevadísimo al que entre todos llevaron esa segunda y corta manga. Y las dos KTM adelantaron al mallorquín.

Tras tomarle la posición a Mir, Espargaró logró también alcanzar a Miller, en cabeza. Y allí se situaron ambos, con Oliveira cuidándoles las espaldas. Su labor de escudero obtuvo la mejor de las recompensas cuando, al llegar a la última vuelta, ni el australiano ni el español quisieron conformarse con el segundo puesto. Aprovechó Miller la excepcional frenada de la curva cuatro para tomarle el interior al de KTM. Y quiso recuperar la posición Pol al llegar a las últimas dos curvas, la nueve y la diez. Lo intentó incluso por fuera. Y se abrieron tanto los dos que Oliveira, el único que dibujó la trazada perfecta en esos últimos metros, se las ingenió para cruzar la meta el primero.

Tras el triunfo de Binder en Brno, este de Oliveira en Spielberg es la confirmación de KTM en un Mundial de MotoGP en el que reina la igualdad máxima en ausencia del rey destronado Márquez, lesionado de larga duración tras un accidente en la primera carrera del año en Jerez. La competencia es magnífica. Por el nivel de los pilotos que empiezan a tomar el relevo y por la mejora de marcas como KTM y Suzuki, tan fuertes como la Honda con la que últimamente solo brilla Nakagami (séptimo) o la Ducati que entiende como nadie Dovizioso; más fiables incluso que las Yamaha, con problemas de frenos en Spielberg justo cuando parecía que ya no tenían problemas con los motores.

La frustración de Viñales

Maverick Viñales lo tuvo claro. Cuando tiró de la maneta y su Yamaha no reaccionó supo instantáneamente que se había quedado sin frenos. Se acercaba al final de la recta de meta. Su moto rodaba a más de 220 km/h. Así que optó por tirarse. “No me había pasado nunca. Me he pasado la carrera ajustando la leva del freno, me fallaba desde la cuarta vuelta. Estaba tomando precauciones para no llevarme a nadie por delante y, de repente, el freno explotó”, relata. Casi al mismo tiempo que su M1 se estampaba contra las protecciones, el piloto se levantaba del suelo de un brinco. Ni un rasguño. “No he pasado miedo, por suerte los circuitos son lo suficientemente seguros como para que si pasa esto tengas espacio para reaccionar, pero sí siento mucha frustración”, apuntó. Y añadió: “Creo que puedo estar mucho más delante”. Porque el problema con los frenos de este fin de semana —Quartararo, con una M1 igual que la suya los sufrió la semana anterior— se suma a las dificultades por la falta de agarre y a las dudas sobre la fiabilidad de los motores de la casa japonesa.

Cuando vio su moto en llamas, una de las primeras cosas que pensó Viñales fue que el motor estuviera intacto. Era nuevo. Y el último que le quedaba por abrir. Solo se han disputado cinco carreras y ya ha estrenado los cinco motores de los que dispone, lo mismo que Morbidelli, con una Yamaha satélite. Ambos, además, tuvieron que retirar uno de los propulsores, al igual que Rossi. Solo Quartararo, al que le queda un motor por desprecintar, tiene sus cinco motores todavía disponibles. Yamaha asegura saber, cuatro carreras después de que rompiera el de Rossi en Jerez, dónde está el problema: unas válvulas que sustituirá. Confía, además, en poder llegar al final del campeonato sin necesitar más motores de los permitidos.

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Nadia Tronchoni
Redactora jefa de la sección de Deportes y experta en motociclismo. Ha estado en cinco Rally Dakar y le apasionan el fútbol y la política. Se inició en la radio y empezó a escribir en el diario La Razón. Es Licenciada en Periodismo por la Universidad de Valencia, Máster en Fútbol en la UV y Executive Master en Marketing Digital por el IEBS.

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