La burbuja de Setién
El técnico del Barça, señalado por vestuario y directiva, defiende su gestión aunque admite: “Si jugamos tan mal, no ganamos nada”
Como si de un juramento hipocrático se tratara, Quique Setién afirmó en su presentación en sociedad: “Solo garantizo que mi equipo va a jugar bien”. No era una frase trivial, pues a su predecesor, Ernesto Valverde, le echaron porque desde el área deportiva consideraban que no había recursos tácticos suficientes del mismo modo que en un sector reducido del vestuario proliferaban las quejas de que los entrenamientos eran repetitivos y poco intensos. Valverde, en cualquier caso, mantenía líder al equipo, por más que los jugadores ya daban señales inequívocas de que algo no funcionaba, nada fiables a domicilio. “Necesitamos un poco de aire para limpiar la cabeza porque todo lo que vivimos desde enero para acá fue muy malo”, resolvió Messi, ejerciendo de capitán en público, tras caer ante Osasuna y perder definitivamente el trono de la Liga. Un dardo directo al míster y al club, que tras descabalgar a Valverde negoció con Xavi, Koeman, Allegri y Pochettino para quedarse con Setién.
La inicial energía y sonrisa de Setién se ha emponzoñado con el paso de los días y los resultados insuficientes. Ya no hace juegos para hacer piña, ha dejado de participar asiduamente en los rondos y su discurso no convence, aunque el equipo ha mejorado en la salida del balón y las transiciones, mutable desde la pizarra y salpicado con jóvenes talentos como Ansu Fati y Riqui Puig. Pero un equipo con tres centrales que cierre los pasillos interiores es un quebradero de cabeza para el Barça. “El equipo deja mucho que desear. Avisé que jugando así no alcanzaba para la Champions y no alcanza ni para la Liga”, señaló Messi.
Reunión con el presidente
Setién, que no da su brazo a torcer como sí hiciera Luis Enrique cuando se las tuvo con el argentino después de un encuentro ante la Real en el que le sentó, recogió el testigo: “Hay cosas en las que estamos de acuerdo y otras, evidentemente, no. Tiene razón de que si jugamos tan mal como hemos hecho en algunos partidos, no nos da para ganar nada. Pero no vivo de espaldas a la realidad y no me convenceréis de que todo ha sido un desastre. Y si conseguimos jugar como contra el Villarreal, donde todo nos salió bien, seguro que nos dará para ganar la Champions”. El Villarreal dejó autopistas por los pasillos interiores e intentó jugarle de tú a tú al Barça. Jauja para un equipo que no encuentra otras rendijas que las que abre Messi.
Aunque el camerino y esta directiva no han ido casi nunca de la mano, jugadores y técnico hicieron piña ante los reveses. Ya no. Ahora es Setién quien se aísla, quien pretende mandar desde su burbuja, por más que se sepa que a este equipo, tan ganador como repleto de egos, no hay quien lo dirija. O al menos no uno que no sacuda a un club deslavazado como este Barça, incapaz de configurar un equipo, envuelto en enredos de la directiva y con las arcas tiritando. Eso hizo Cruyff a su llegada —bajó del autocar en la primera pretemporada a Julio Alberto y a Carrasco, por discrepancias en las primas—, también Guardiola, que echó a Ronaldinho y Deco, y a Eto’o un curso más tarde. “Es un vestuario complicado”, admiten desde las oficinas del club.
Quizá por eso ya le han llamado al orden en dos ocasiones a Setién sin consecuencias, la última el viernes por parte de Bartomeu. “En la reunión, tratamos de buscar soluciones y que las cosas cambien, preparar el futuro con optimismo”, deslizó Setién. Pero desde la directiva y el área deportiva el mensaje es indefinido, pues al acabar la Liga se reflexionará sobre el futuro entrenador, ahora que las elecciones están a la vuelta de la esquina (2021) y el proyecto se limita a un año, cuando habrá relevo en la presidencia. Poco le importa a Setién. “La derrota es una opción a la que hay que sobreponerse y aceptar el entorno mediático que hay alrededor del fútbol. No he tenido ganas de marcharme en ninguna ocasión”, señaló; “dije que iba a disfrutar hasta el último día”.
No se sabe qué día será ese ni si llegará a la Champions frente al Nápoles. Por medio queda una semana de desconexión y asueto. “Como dijo Leo, todos necesitamos limpiar nuestra mente. Trabajaremos para hacer causa común”, expuso Setién. Días para reflexionar y hacer autocrítica, en medio de un hartazgo entre el vestuario, la directiva y la afición.
Una convocatoria de 14 jugadores y dos porteros
El desbarajuste generalizado también se expresa en la convocatoria de Setién para medirse al Alavés (17.00, Movistar LaLiga), pues en vez de los 23 jugadores permitidos, solo ha convocado a 16 (dos porteros) y tres son del filial (Riqui, Ansu y Araujo), que disputa la primera eliminatoria del playoff de ascenso a Segunda ante el Valladolid B. Con Griezmann, Dembélé y Umititi lesionados, además de los sancionados Piqué, Rakitic y Junior, no había más opción para Setién, excepto convocar a juveniles porque el duelo no sirve para nada. Quien tampoco viajará es Arthur. “Sobre él solo decir que esta mañana le molestaba un tobillo”, sentenció el técnico azulgrana, molesto porque entiende que no cumple con su palabra de ayudar hasta el final, ahora que ya es jugador de la Juve.
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